La Iglesia que nace del Crucificado

Los escritores cristianos antiguos repiten con frecuencia que la Iglesia nace del costado de Cristo crucificado. De este costado, según dice el evangelista, brotó sangre y agua, signo de los dos sacramentos (el bautismo y la eucaristía) que constituyen la Iglesia. Del mismo modo que, de la costilla de Adán, Dios sacó a una mujer, valdría decir que del costado del Crucificado, Dios saca a la Iglesia, esposa de Cristo. Pero si es verdad que la Iglesia nace de la cruz, entonces sólo cuando la Iglesia se solidarice con todos los crucificados de la tierra, quedará manifiesta su marca de origen. El nacimiento es determinante del desarrollo. No es posible que de un árbol bueno salgan frutos malos. El árbol de la cruz tiene que dar frutos en consonancia con lo que él es. Y los frutos, si son buenos, alimentan con la savia que viene del árbol.

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