Benedicto XVI dispensó de los plazos necesarios para iniciar la causa de canonización de su predecesor. Francisco ha dispensado del milagro necesario para la canonización de Juan XXIII. Que Francisco asuma la herencia de su antecesor es lógico y normal. Lo significativo es lo que él añade por su cuenta: la canonización de Juan Pablo II no va a ser en solitario, sino en compañía de Juan XXIII. Se trata de dos figuras importantes en la reciente historia de la Iglesia. Una historia que no puede leerse desde un solo punto de vista. La vida de la Iglesia es poliédrica. El error de herejes y fundamentalistas es quedarse con uno solo de los aspectos de asuntos que son complejos y que hay que asumir con sus tensiones y matices.
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