"Demasiadas estructuras, rituales y normas, demasiada tradición inmutable, demasiada palabrería" Esto no va, no arranca

Estatua de san Pedro. Vaticano.
Estatua de san Pedro. Vaticano. Freepik

"Todos percibimos que esto no va" (José María Vigil)

La llamada de Francisco al cristianismo primitivo no se supo entender en su profunda trascendencia renovadora de la vida personal

¿No será que estamos ciegos y tenemos embotado el corazón? (Mt 13, 10-18)

Desde un principio, no supimos o no quisimos separar religión y política (Mt 22, 21). Y seguimos   con la misma posición, con la misma excusa: la secularización

Prefiero, no obstante, dar tiempo al tiempo  y esperar a que se ‘abra el cielo´ (Lc 3, 21). Lo deseo vivamente

El Evangelio según Tomás “no nos dice que es lo que tenemos que creer, sino que nos reta a descubrir lo que está escondido dentro de nosotros mismos” (Elaine Pagels) y, a partir de tal fuente de energía, actuar y vivir como Jesús

En mi última entrega (¿Puede la Iglesia  reformarse? Blog RD), finalicé mi reflexión así: Personalmente, no me resigno ni acepto la inscripción deDanteen la entrada al infierno: ‘Abandonad toda esperanza’Prefiero a Teilhard de Chardin, s.j., que dejó escrito: "Toda nueva verdad nace como herejía, tanto más cuanto más nueva sea". ¡Pura sabiduría humana!

Al glosar José María Vigil una comunicación del Foro de Curas de Madrid elogió, con acierto, su conexión con lo que nos ocurre en la Iglesia: todos percibimos que esto no va, y todos vemos que el debate no se puede hacer superficialmente, sino planteándolo bien y afrontando los ‘problemas teológicos subyacentes’. Pero no se abordan. No se puede”. Diagnóstico certero. Pero, ¿cómo, entonces, salir del actual estancamiento?

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El muy llorado Papa argentino tuvo el coraje de hacer una llamada potente a una vuelta a los inicios, al cristianismo primitivo. No se  entendió el significado de su mensaje y mucho menos la profunda trascendencia renovadora que entrañaba. Se prefirió entretener el tiempo, enzarzados en las divisiones y enfrentamientos mutuos (1 Cor 1, 10-17). Lo cual me recuerda el reproche de Jesús al ser preguntado por los discípulos por qué les hablaba en parábolas (Mt 13, 10-18). Él les contestó: “por esto les hablo en parábolas, porque miran sin ver y oyen sin oír ni entender. Se cumple en ellos la profecía de Isaías que dice: ’Oiréis y no entenderéis, miraréis y no veréis, porque está embotado el corazón de este pueblo. Sus oídos están entorpecidos y han entornado sus ojos para no ver con sus ojos ni oír con sus oídos, para no entender y convertirse de modo que yo los cure’”. ¿Acaso nos sentimos excluidos de padecer semejante ceguera y embotamiento del corazón? “Quien tenga oídos, que oiga” (Mt 13, 9).

Francisco
Francisco

A la vista  del comportamiento  de vida de quienes se han sentido, a lo largo de la historia, seguidores de Jesús, me atrevería a decir aún más: Desde un principio, desde los inicios del cristianismo, se ha rehuido la realidad, o, mejor, no se ha querido ver. Todo se fue enredando sin remedio, se fue, con el tiempo, descentrando y alejando de Jesús, el verdadero y único centro. Todo se volvió de muy difícil retorno hacia la conversión personal. Demasiadas estructuras, rituales y normas, demasiada tradición inmutable, demasiada palabrería. Pero, muy poca vida individual y comunitaria. Digámoslo sin ambages: no devolvimos al César lo que  era del César ni a Dios lo que erade Dios (Mt 22, 21). Perdimos, en su momento, la oportunidad de reencontrar el verdadero camino: separar religión y política  (Hannah Arendt). Se sigue sin llamar la atención de este mundo por el amor que nos profesamos los cristianos (Tertuliano). Más bien lo hacemos por el odio, que nos enfrenta y divide. Sí, también la Iglesia está muy polarizada.

Personalmente, también tengo la impresión  “como si todo se hubiera detenido …No se termina de arrancar” (Larraya Legarra, RD),  después de la muerte de Francisco. ¿Será que nos tuvo mal acostumbrados? Si miramos hacia abajo,  nos encontramos con una Jerarquía, a todos los niveles, paralizada o como si no supiese qué hacer. ¿Qué está ocurriendo? ¿Acaso asistimos a un nuevo posicionamiento, relativamente contemporizador hacia dentro y fuera de la Iglesia?¿Será capaz León XIVde  “mantener viva la voz profética de la Iglesia sin caer en la neutralidad tibia ni en alianzas instrumentales"? Éste es su reto, según Spadaro (RD). Confieso mi turbación y mis dudas. Prefiero, no obstante, dar tiempo al tiempo  y esperar a que se ‘abra el cielo´ (Lc 3, 21). Lo deseo vivamente.

Creo, desde mi perspectiva cristiana, que hay que volver a la olvidada mirada al principio. Escucha este texto: “Dijeron los discípulos a Jesús: ’Dinos cómo va a ser nuestro fin’. Respondió  Jesús: ¿Acaso habéis descubierto ya el principio para que me preguntéis por el fin? Sabed que donde está el principio, allí estará también el fin. Dichoso aquel que se encuentra en el principio: él conocerá el fin y no saboreará  la muerte” (ET, n. 18). Referencia clara y explícita al momento de la creación,  al Génesis, al origen divino, al ser hijos de Dios y hermanos todos, pues fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (ET,  n, 50).

La grandeza y esencialidad de esta enseñanza del apóstol Tomás radica, precisamente, en que “no nos dice que es lo que tenemos que creer, sino que nos reta a descubrir lo que está escondido dentro de nosotrosmismos” (Elaine Pagels). Nos reta a la búsqueda personal de Dios, sin dejar de buscar hasta que encontremos (ET, n. 2) pues, como nos recuerda el propio apóstol (ET, n. 70), “cuando saquéis lo que hay dentro de vosotros, esto que tenéis os salvará”.

Tomás el Apóstol - Wikipedia, la enciclopedia libre

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