"A la luz de los trabajos presentados, no puede seguir sosteniéndose el tópico  historiográfico de la separación entre escolástica y humanismo renacentista" 'Escolástica y humanismo renacentista' de Mauro Mantovani y Rafael Ramis (Editores)

'Escolástica y humanismo renacentista' de Mauro Mantovani y Rafael Ramis (Editores)
'Escolástica y humanismo renacentista' de Mauro Mantovani y Rafael Ramis (Editores)

"La historiografía filosófica, desde Thomasius hasta Hegel, había minusvalorado completamente tanto la Edad Media como el Renacimiento, con una crítica encendida hacia la escolástica, vista como causa de todos los males, redimidos primero por Lutero  y luego por Descartes, Grocio…"

"Rafael Ramis Barceló analiza en 'Escolástica y humanismo renacentista', desde una perspectiva histórica,  la relación entre humanismo y escolástica durante el Renacimiento, y proporciona un marco general de interpretación para la época"

"La floración del humanismo renacentista y de una escolástica renovada se retroalimentaron"

Introducción

En los últimos años se ha producido un debate profundo acerca de si existía o  no una filosofía del Renacimiento, y si el humanismo era una corriente con entidad  propia o una parte final de la Edad Media. John Marenbon ha defendido una larguísima Edad Media, desde el año 200 al 1700, mientras que otros, como Luca  Bianchi, la han circunscrito desde 1100 a 1600. John Monfasani, contra las ideas  de Eugenio Garin y Cesare Vasoli, consideró que el Renacimiento era la parte conclusiva de la Edad Media. 

Salvo en Italia, los especialistas sobre el Renacimiento son pocos y su voz no  es muy escuchada por los medievalistas y los modernistas, dos colectivos que ven  en el Renacimiento un bocado tan frágil como apetecible para sus aspiraciones  expansionistas. El mismo debate que se vive en la filosofía se puede seguir en el  estudio de la teología, la historia, la literatura, el derecho… Igualmente, la historiografía filosófica, desde Thomasius hasta Hegel, había minusvalorado completamente tanto la Edad Media como el Renacimiento, con una crítica encendida hacia la escolástica, vista como causa de todos los males, redimidos primero por Lutero  y luego por Descartes, Grocio…  

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Libro

Sin embargo, muchos estudios de las últimas décadas han venido a mostrar que  el pensamiento de los siglos XIV, XV y XVI no fue un páramo, sino un rico vergel, en el que convivían aves de muy distinto plumaje. Los cisnes humanistas desdeñaban coram populo a los cuervos escolásticos, si bien entre ambos hubo no  solo una pugna sostenida, sino un diálogo intenso y profundo, en el que hallamos  muchas de las claves de la Modernidad. Ese coloquio abierto o soterrado entre  humanistas y escolásticos, cada vez más esclarecido, ha sido puesto de manifiesto  especialmente en los últimos tiempos. El reciente libro de Amos Edelheit (ed.),  Renaissance Scholasticisms, Leiden-Boston, Brill, 2025, es una muestra más de  ello. 

Muchos de los coautores de este libro han dedicado numerosos trabajos a abrir  nuevos caminos en este diálogo entre los humanistas y la escolástica. Poco a poco  se va operando una renovación historiográfica, que pretende ir afianzándose y  llegar a la mayoría de Facultades universitarias, que siguen muy cómodas en el  esquema trazado por el idealismo alemán y, hasta cierto punto, continuado por  numerosos tratadistas del siglo XIX, como Victor Cousin, en Francia. 

Así como en seminarios anteriores nos preguntamos acerca de qué era la «Escuela de Salamanca» o la «Segunda Escolástica», el diálogo del humanismo y la  escolástica fue el tema del Expert Seminar «Scholasticism and Humanism», celebrado en la Università Pontificia Salesiana de Roma los días 12-14 septiembre de  2024, con el patrocinio de sus Facultades de Filosofía y de Teología, y coorganizado con el Dipartimento di Antichità, Filosofia, Storia (DAFIST) de la Università  degli Studi di Genova, el Centro Dipartimentale di studi su Descartes «Ettore  Lojacono» de la Università del Salento, y el Instituto de Estudios Hispánicos en la  Modernidad (IEHM), de la Universitat de les Illes Balears. 

Los capítulos siguen un sentido cronológico, que empieza con los límites de la  filosofía medieval y con Dante, y concluye con los ecos del racionalismo de Descartes y Leibniz. Las sucesivas contribuciones nos acompañan en un largo viaje  por toda Europa, desde la Roma de Nicolás V hasta la Coimbra de Fonseca, pasando por las Universidades de Padua, París, Salamanca… 

El primer capítulo es obra de Luca Bianchi. Siguiendo a Pierre Hadot y a  Juliusz Domański, algunos historiadores han afirmado que la concepción «práctica» de la filosofía como manera de vida llegó a su crisis con el advenimiento del  cristianismo, y que luego fue destruida por completo por la escolástica. La mayoría de estos autores ha sostenido que solamente renació gracias al humanismo. Sin  embargo, Bianchi discute esa imagen de la escolástica proporcionada por Hadot y  Domański, y argumenta que la disyuntiva entre filosofía como manera de vida y la  filosofía como disciplina meramente teorética resulta muy difícil de aplicar. Para  ello, toma el ejemplo de algunos autores, como Boecio de Dacia. Bianchi sostiene  que las definiciones prácticas de la filosofía circularon a lo largo de la Edad  Media, incluso entre estudiantes y profesores, de modo que no se puede reducir el  humanismo renacentista al mero redescubrimiento de la filosofia como arte di vivere. 

Escolástica

A continuación, Bruno Pinchard defiende que la muy debatida cuestión de las  relaciones entre humanismo y escolástica en Dante no puede ser contemplada  únicamente desde el lugar de la ética en la jerarquía de las ciencias, sino que debe  recurrirse a la cuestión de la analogía, con una especial incidencia al carácter «improporcional» del amor con su objeto. Con ello, según Princhard, Dante crea una  ruptura en la cadena de la analogía y en la ontología de la similitud, reemplazando  la cuestión del ser por la de la voluntad del ser. Sin embargo, haciendo de la mente  humana el «lugar» de dicha voluntad, ubica su obra poética en el marco de una  tópica en la que se coloca el Infierno y la peregrinación entre la tierra y el cielo. 

Seguidamente Rafael Ramis Barceló analiza, desde una perspectiva histórica,  la relación entre humanismo y escolástica durante el Renacimiento, y proporciona un marco general de interpretación para la época. El autor entiende el humanismo  renacentista y la escolástica como paradigmas rivales que se influenciaron mutuamente. En el capítulo se lleva a cabo una propuesta de periodización, a fin de entender las diversas fases de la relación entre estos dos sistemas rivales de pensa miento, desde mediados del siglo XV hasta comienzos del siglo XVII. 

En medio de estos dos paradigmas rivales, hubo muchas posiciones  intermedias. Antonio Manfredi ilustra en su capítulo un caso ejemplar, el del papa  Nicolás V, quien poseyó una sólida base tomista, que, sin embargo, no le impidió  tener una sostenida actividad en la búsqueda de escritos antiguos, cuyos  manuscritos intentó recuperar y estudiar. De hecho, su biblioteca, que puede ser  considerada el núcleo de la Biblioteca Vaticana, es una muestra de esta doble línea  (tomista y humanista). Nicolás V le dio un fuerte impulso y el estudio de las obras  que recopiló da cuenta de la convivencia –al menos en la Santa Sede– del  humanismo y de la escolástica. 

A continuación, Romanus Cessario presenta la figura de Juan Capreolo, fraile  dominico e intelectual que murió en la primera mitad del siglo XV. A primera  vista, no cabría pensar que este maestro del método escolástico estuviera relacio nado con el movimiento humanista que surgió en la Europa de finales del siglo  XV. Sin embargo, como muestra Cessario, la firme defensa de los principios to mistas clásicos que emprendió Capreolo contribuyó en gran medida a sustentar un temperamento filosófico que favorecería lo mejor del proyecto humanista. La obra concluye con una visión valorativa, a partir de un análisis del tratamiento que Capreolo dio tanto a las virtudes teológicas como a las morales para ilustrar por qué el realismo tomista sirvió mejor a las perspectivas humanistas que el nominalismo metafísicamente vacuo de los siglos XIV y XV. 

La contribución de Francesco Marrone se concentra, de entrada, sobre la  necesidad de una revisión historiográfica y conceptual de las relaciones entre  escolástica y humanismo en los siglos XV y XVI. En la primera parte, Marrone  cuestiona la interpretación tradicional, según la cual la época humanística marcó  una neta discontinuidad con el pasado, con lo que se abandonaron las formas y el  contenido de la escolástica medieval. Marrone cree que esta interpretación, que  reduce el humanismo a una dimensión clasicista, es debida a una confusión entre  determinaciones históricas y determinaciones cualitativas (etiquetas historiográ ficas). En la segunda parte de su trabajo, Marrone muestra la persistencia de la  filosofía escolástica en la época humanística, a través de la metamorfosis  humanista del escotismo, que puede verse en la escolástica formalista. 

Escolástica

Un tema estrechamente conectado con el anterior es la noción de escotismo  renacentista, defendida por Matthew Gaetano, quien estudia no solo el desarrollo del escotismo durante el Renacimiento, sino el uso de algunos rasgos típicamente  humanistas por parte de ciertos escotistas. A lo largo del capítulo, Gaetano se  refiere al uso de la elocuencia, la traducción de Platón y el interés por la cábala.  Diversos profesores de teología y metafísica in via Scoti en la Universidad de Padua desarrollaron algunas de estas ideas. Incluso algunos franciscanos jugaron un  papel significante en el platonismo del Renacimiento tardío y la cábala cristiana.  Gaetano hace especial referencia al franciscano platónico Livio Galanti y al cabalista cristiano Arcangelo da Borgonuovo, quien en sus obras tuvieron muy en  cuenta a Escoto. 

Con el capítulo de Marie-Dominique Couzinet se abre un excurso que permite  contemplar la querella de dos profesores humanistas en la Universidad de París  por el monopolio de la interpretación de Aristóteles. La querella no solo se produ cía entre escolásticos y humanistas, sino entre los propios humanistas, como se  puede ver a partir de una obra facticia conservada a la Bibliothèque Interuniversi taire de la Sorbonne (BIS), recogida por Nicolas de Nancel, que muestra la oposi ción entre Pierre de La Ramée (1515-1572) y Nicolas de Grouchy (1510-1572),  representantes las dos corrientes humanistas enfrentadas: por un lado los «dialécticos», herederos de Agricola, que identificaban la lógica y la dialéctica, representa dos en este combate por Ramus, y los «lógicos», quienes continuaban separándo las, como sucedía en la tradición escolástica, que tenían por defensor a Grouchy.  Couzinet afirma que la edición de 1554 de las Institutiones dialecticae de Ramus  es una respuesta indirecta a la Disputatio Quid de nomine Dialectices et Logices  cum Aristotele sentiendum sit de Grouchy (1552, 1554).  

En el siguiente capítulo, Simona Langella muestra que la segunda escolástica  debía responder no solo a las críticas de los humanistas y de los luteranos, ambos  unidos en una crítica cerrada a la sacra doctrina entendida como ejercicio puramente racional, sino a todos los que habían hecho de la teología una ciencia exclusivamente práctica, privándola de su valor teórico. Por ello, indicaba que el centro  del debate era el concepto de teología como ciencia. El escrito de Langella eviden cia cómo la resonancia de las críticas de los humanistas ‒a partir del Encomion  Sancti Thomae Aquinatis de Lorenzo Valla de 1457‒ fue decisiva para repensar el  concepto mismo de teología en relación con su estatuto científico, como sucedió,  por ejemplo, en el caso específico del agustino Juan de Guevara, Maestro de Teo logía en la Universidad de Salamanca. 

Sin abandonar Salamanca, Paul Richard Blum ofrece un capítulo con una pa norámica de las fuentes humanísticas de las que bebió Melchor Cano en su magna  obra De locis theologicis (1563). Después de haber discutido el tópico de la inco municación entre los escolásticos y los humanistas, Blum defiende que Cano no  solo valoró la historia como saber, sino que aplicó el método tópico de Rodolfo Agrícola a la argumentación teológica, por lo que puede ser considerado el funda dor de la teología sistemática. 

A continuación Mário Santiago de Carvalho nos lleva a Portugal y contextualiza la figura de Pedro da Fonseca, un jesuita que tuvo un pie en el humanismo y  otro en la escolástica. Carvalho señala que es posible hallar una evolución en la  obra de Fonseca y se cuestiona incluso la pertinencia de hablar de un «primer» y  un «segundo» Fonseca. Después de sus inicios, con fuertes ataduras con el huma nismo, Fonseca regresó a la escolástica en su obra metafísica, lo que concidió con  un programa educativo en el que la metafísica tenía que asumir un rol fundamental  en la enseñanza académica.  

Escolástica

Los dos últimos trabajos rebasan el marco convencional del Renacimiento, para introducirnos en el siglo XVII. Mediante el caso de estudio de un tratado de  poética de un jesuita italiano, Alessandro Donati (publicado en Roma, en 1631),  Aline Smeesters trata de demostrar que, durante los siglos XVI y XVII, la filosofía  escolástica proporcionó a los teóricos de la poesía algunos conceptos fundamen tales que ellos aplicaron a su propio objeto de estudio. Donati, en particular, siguió  los métodos de definición y división enseñados por la lógica escolástica, a fin de  proponer, junto con otros comentaristas y poetas, una taxonomía de los géneros  poéticos, inspirada en la Poética de Aristóteles, que, sin embargo, no dejaba de  estar atenta a las modas y escritos poéticos de su tiempo. 

Por último, Mauricio Beuchot se centra en la recepción que tuvieron los jesui tas Francisco Suárez y Antonio Rubio –autor de la Lógica Mexicana– en las obras  de Descartes y Leibniz. Beuchot indica la influencia de ambos autores en los  pensadores racionalistas, que hicieron suyos muchos conceptos y edificaron buena  parte de su filosofía mediante préstamos del pensamiento jesuítico. Beuchot acaba  mostrando los límites de la filosofía racionalista (incluso en la actualidad) por su  univocidad y reclama una mayor atención a la analogía, como habían hecho los  autores escolásticos. 

A la luz de los trabajos presentados, no puede seguir sosteniéndose el tópico  historiográfico de la separación entre escolástica y humanismo renacentista. Cualquier renovación historiográfica, empezada por Garin y Kristeller, y continuada  por sus discípulos Vasoli, Schmitt, Copenhaver, Camporeale y un largo etcétera  debe dejar de lado los prejuicios ideológicos y, sobre todo, las etiquetas. 

Cierto es que humanistas y escolásticos se criticaron como rivales, pues muchos lo fueron. Otros, como ha mostrado Blum con Cano, o Carvalho con el caso  de Fonseca, estuvieron entre dos aguas. Desde luego, no hay duda de la importancia de la crítica humanista, como se ha puesto de manifiesto a lo largo del todo el  libro (en particular, el Encomion de Santo Tomás por parte de Valla), para la floración de la segunda escolástica, aunque también que esta tuvo una incidencia  sobre el humanismo.  

Para dignificar el pensamiento renacentista, visto por los medievalistas como  una prolongación de su territorio, y por los modernistas como la antesala del suyo,  debe comprenderse que la floración del humanismo renacentista y de una escolástica renovada se retroalimentaron. Así puede verse con el caso de Capreolo, expuesto por Cessario. Asimismo, la biblioteca de Nicolás V, origen de la Biblioteca  Apostólica Vaticana, da fe –como recuerda Antonio Manfredi– de este doble origen. Estudiar aisladamente la escolástica o el humanismo de los siglos XV y XVI  sigue siendo un error metodológico, que ha coadyuvado a que el Renacimiento  quedara diluido entre una larguísima Edad Media y una tempranísima Edad Moderna. En definitiva, creemos que este libro es un paso más en la renovación histo riográfica de estos siglos que han sido estudiados con demasiados prejuicios. 

Aunque la labor de edición de estas actas la firmemos los autores abajo consignados, todo el proceso de preparación y ejecución es fruto de un trabajo conjunto  de un cuarteto, que trabaja siempre en amigable comunión: Igor Agostini, Simona  Langella, Mauro Mantovani y Rafael Ramis Barceló

Expresamos, en fin, nuestra gratitud a los ponentes, que respondieron con gran  entusiasmo a nuestra invitación, prepararon sus intervenciones con mucho rigor,  las compartieron con todos de forma concisa y se avinieron a reescribirlas, después de un fructífero debate final. Aunque las intervenciones estén grabadas y  sean de libre acceso en el canal Youtube de la Università Pontificia Salesiana,  creemos que siempre es mejor –al menos en los temas que nos ocupan– consultar  el texto escrito. Con nuestro agradecimiento de antemano, invitamos a todos a una  lectura reposada, que de pie a proseguir el debate.  

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