La REPAM participa de esta acción conjunta ante los grandes desafíos de la Amazonía Asamblea Mundial por la Amazonía, “busca de un presente y un futuro común, que es la vida”

Asamblea Mundial por la Amazonía
Asamblea Mundial por la Amazonía

“Este modelo de desarrollo que prefiere desangrar la Amazonía y a sus pueblos, no queremos que nuestra riqueza sirva para el bienestar de los llamados países desarrollados, dejando contaminación y enfermedades”

El cardenal Barreto ha querido ser “portador de esta presencia solidaria de la Iglesia católica a los pueblos originarios de la Amazonía, que están en este ecosistema vivo, que toda la humanidad tiene que cuidar”

Roma se amazonizó en el mes de octubre y ha quedado una impronta de que la Amazonía es importante para el mundo y espera una respuesta de los pueblos originarios”

La Asamblea también ha servido para mostrar la realidad de la Amazonía y de sus pueblos, las amenazas que sufren

Abertura de la Asamblea Mundial por la Amazonía
En un mundo donde los ataques contra los excluidos aumentan cada día, las alianzas se convierten en instrumentos decisivos para enfrentar esas problemáticas. Eso fue lo que motivo dos meses atrás la convocatoria de la Asamblea Mundial por la Amazonía, una idea surgida en un primer momento de la Coordinadora de las Organizaciones Indigenas de la Cuenca Amazónica – COICA, el Foro Social Panamazónico – FOSPA, y la Red Eclesial Panamazónica – REPAM, que después se han ido sumando miles de personas y organizaciones.

En una situación en que la vida se encuentra cada vez más amenazada, ante el olvido de los gobiernos, cada vez es más necesaria una articulación para el cuidado de la vida de los pueblos, algo que va más allá del evento en sí de la Asamblea Mundial por la Amazonía, que con la participación de miles de personas se ha celebrado este 18 y 19 de julio. En realidad se trata de un proceso que está comenzando, que cuenta con la presencia de los espíritus de la floresta y la memoria de los ancestrales, de tantos sabios que se han ido en los últimos meses, víctimas del COVID-19.

Como se mostró desde el el inicio de la asamblea, la fuerza del Espíritu de la Creación se ha hecho presente como una fuerza transformadora. Desde ahí surge la llamada a “amazonizarnos en defensa de la casa común”, como enfatizaba Moema Miranda, sabiendo que en esa dinámica “los pueblos indígenas son los que nos guían, pero necesitan de nuestra ayuda”. Se trata, según la asesora de la REPAM-Brasil de construir una nueva realidad ante un sistema ecocida y etnocida. Según ella, este es momento para hace ver que la muerte no tendrá la última palabra, que el proyecto de los poderosos, que roba el futuro, no tendrá la última palabra.

Díaz Mirabal

La Asamblea Mundial por la Amazonía es una llamada a “encontrarnos desde diferentes caminos en la busca de un presente y un futuro común, que es la vida”, como afirmaba Gregorio Díaz Mirabal. Sabiendo que “no somos iguales, somos interculturales”, el coordinador de la COICA ve este momento como una oportunidad de “mostrar la riqueza de la diversidad de la selva amazónica y de sus pueblos”, a quienes les une “el dolor, la emergencia, la esperanza, la rebeldía”. Ante un modelo de desarrollo enfermo, ve la asamblea como oportunidad para “buscar el equilibrio para que nuestro presente y destino sea mejor”, sabiendo que “no es fácil, pero que es posible”.

Es momento de cuestionarse sobre “este modelo de desarrollo que prefiere desangrar la Amazonía y a sus pueblos, no queremos que nuestra riqueza sirva para el bienestar de los llamados países desarrollados, dejando contaminación y enfermedades”, insiste Díaz Mirabal, que ve necesario que haya voluntad de sentarnos y hablar. El líder indígena llama a “despertar la conciencia, promover acciones, les necesitamos a todos, sin discriminación, la Amazonía nos necesita juntos para iniciar una lucha y decir ya basta”. El objetivo es “que empiece a movilizarse la conciencia del Planeta, que empiecen las acciones”, pues como él denuncia, “este modelo nos está matando a todos, moral, espiritual y físicamente”.

En sus palabras, el cardenal Barreto, vicepresidente de la REPAM, quien mostró su felicidad por estar participando de este momento, dijo “traer la cercanía del hermano Francisco como los pueblos indígenas le dicen, te queremos porque tú también nos quieres a nosotros y nos has invitado a participar del Sínodo”. El purpurado peruano ha querido ser “portador de esta presencia solidaria de la Iglesia católica a los pueblos originarios de la Amazonía, que están en este ecosistema vivo, que toda la humanidad tiene que cuidar”. Pedro Barreto denunciaba la codicia, el extractivismo, la falta de respeto a la vida humana, como elementos que han ido destruyendo la Amazonía y los pueblos originarios”.

Cardenal Barreto

Frente a este sistema tecnocrático que excluye y deja de lado a las personas, el vicepresidente de la REPAM señala que “los pueblos amazónicos, en su diversidad, dan una lección de unidad para el bien de todos, en una acción conjunta ante los grandes desafíos que se presentan hoy para la Amazonía, que nos ayuda a sentir que desde la diversidad nos enriquecemos y que la diversidad cultural no es una amenaza a la unidad”. Barreto también denunciaba “el etnocidio y ecocidio, que se sigue viviendo en este tiempo de pandemia, que no confina a quien quiere acabar con la belleza de la Amazonía”.

Ante esta realidad es necesaria una “acción conjunta de cuidado de la vida y de la naturaleza, en la que los pueblos amazónicos puedan aportar un estilo de vida sobrio, que respeta a la naturaleza y a las personas”. El cardenal recordaba que “Roma se amazonizó en el mes de octubre y ha quedado una impronta de que la Amazonía es importante para el mundo y espera una respuesta de los pueblos originarios”. Junto con eso, hacía ver que “nuestro hermano Francisco lanzó este grito de la Amazonía, que ya no es invisible, tenemos que actuar juntos para visibilizar que la Amazonía es sujeto de una acción conjunta global”, lo que ha pedido que pueda ser concretado en una asamblea global de todos los pueblos originarios del mundo. Una vez más ha quedado claro que “este es nuestro compromiso como Iglesia, aliada de los pueblos amazónicos, con ustedes vivimos y también morimos, si hace falta, pero Dios está de nuestra parte”, concluía el purpurado.

Este tiempo de pandemia es visto por Luz Mery Panche, representante del FOSPA, como una llamada a que “paremos un poco en esta loca carrera que traemos, a pensar como humanidad qué somos, si estamos dispuestos a existir en este planeta o queremos destruirlo”. En un sistema capitalista que ha venido esclavizando a los pueblos amazónicos, la indígena colombiana ve necesario “hacer una revolución, este modelo de desarrollo no es el único que existe, hay que volver al origen”, afirmando que “la economía no es acumulación material y sí recuperar el ser humano”. Esta situación se hace presente en el modelo extractivista actual, incentivado por los gobiernos de la región, especialmente el brasileño, como señalaba Wemerson Santos, quien llamaba a una acción común que lleve a ser constructores del bien vivir.

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La Asamblea también ha servido para mostrar la realidad de la Amazonía y de sus pueblos, las amenazas que sufren con los incendios, los grandes proyectos agrícolas, minerales, los combustibles fósiles, la falta de estructura de salud y educación, algo que Sonia Guajajara dice que es consecuencia de la política genocida del gobierno Bolsonaro a quien ve como incentivador de la pandemia, acabando con la vida de los pueblos indígenas, lo que exige estrategias de enfrentamiento. Son realidades que se repiten en todos los países de la Panamazonía, donde los indígenas continúan siendo víctimas del racismo y la violencia, de un abandono siempre presente, pero que ha aparecido de forma todavía más clara en este tiempo de pandemía.

La asamblea, en la que se hicieron presentes manifestaciones artísticas y culturales de la región, ha contado con el aporte del mundo científico, haciendo una llamada, en palabras de Antonio Nobre, para despertar la “capacidad de observar la naturaleza con el corazón, donde reside el amor, no solo con la mente”. La primera mujer indígena elegida diputada federal en Brasil, Joenia Wapichana, definía la Asamblea Mundial por la Amazonía como momento de reflexión y participación, algo urgente ante el extractivismo y el genocidio que sufre la Amazonía en Brasil, con ataques graves a los pueblos originarios, víctimas de un presidente que vetó un proyecto de ley de atendimiento a los pueblos originarios y comunidades tradicionales, redactado por la diputada, negando el acceso a agua potable, una urgencia en una región donde los ríos han sido contaminados por la minería de oro, especialmente entre el pueblo yanomami, donde se calcula que hay 20 mil mineros ilegales, que han llevado el COVID-19 al territorio indígena.

La asamblea también será momento de discusión, de búsqueda de caminos de futuro e torno a tres ejes, el COVID y su impacto en las poblaciones indígenas y las poblaciones amazónicas, el boicot a los productos, empresas, extractivismos, empresas, y acuerdos comerciales, y, finalmente, un grupo de movilización para determinar el plan de acción de los próximos meses. Una discusión amplia, para la que al final de la primera jornada ya se habían inscrito más de tres mil participantes, lo que muestra el interés despertado por esta Asamblea Mundial por la Amazonía, que puede suponer un fuerte impulso en la toma de conciencia para la defensa de una región que genera el oxígeno vital para un mundo que se ahoga, especialmente en este tiempo de coronavirus.

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