Esclareciendo las falsas acusaciones contra el Cardenal Prevost Cardenal Prevost – León XIV: Combate a los abusos y avance en la tutela de los vulnerables

Todo tipo de abuso, de conciencia, espiritual o sexual, todos son fruto del clericalismo y del elitismo, de aquellos que se consideran una casta con privilegios que nadie les ha dado
Según Bertomeu, “hay abuso sexual porque hay abuso de poder y éste es siempre un ejercicio tóxico del poder que, en la Iglesia, debería ser puro servicio”
Que, ante los abusos en la Iglesia, León XIV tendrá continuidad a lo hecho por Francisco, es algo en lo que Bertomeu no duda
“En el fondo, lo que siempre me ha dolido de esta situación es la instrumentalización que se ha hecho de las víctimas. En ningún caso, Coronado o los dirigentes del Sodalicio que adoptaron la estrategia de manchar el expediente de Prevost pensaron nunca en ellas o en defenderlas”, concluye Bertomeu.
Que, ante los abusos en la Iglesia, León XIV tendrá continuidad a lo hecho por Francisco, es algo en lo que Bertomeu no duda
“En el fondo, lo que siempre me ha dolido de esta situación es la instrumentalización que se ha hecho de las víctimas. En ningún caso, Coronado o los dirigentes del Sodalicio que adoptaron la estrategia de manchar el expediente de Prevost pensaron nunca en ellas o en defenderlas”, concluye Bertomeu.
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
En el tema de los abusos “hay una absoluta continuidad, aunque con matices, en los últimos cuatro papas”, afirma Jordi Bertomeu Farnós, Oficial del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y Enviado Personal en misiones especiales. Un combate a los abusos que ha asumido, sin ningún género de dudas, el cardenal Robert Prevost, hoy León XIV. Son inaceptables las tentativas de difamarle y poner en duda su integridad, que tienen su origen en círculos próximos al Sodalicio de Vida Cristiana, con la colaboración de medios afines, que incluso llegaron a entrar en las congragaciones generales previas al Cónclave y acosar al entonces cardenal Prevost.

Medidas pastorales y no canónicas
Según Bertomeu, en la década de 1980, la Iglesia se da cuenta en Norteamérica de que el derecho penal canónico, aunque recogido en el CIC 1983, no se aplica. Desde el Concilio Vaticano II se había hecho opción por resolver los problemas graves de indisciplina con medidas “pastorales”, diferenciándolas de las “canónicas”. En la mayoría de las diócesis faltaba estructura judicial y personal preparado, algo que es percibido por el entonces prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, el cardenal Ratzinger, a partir de las visitas ad limina de obispos del mundo angloparlante y centroeuropeo. Sobretodo en Estados Unicos, los obispos resolvían los problemas provocados por los sacerdotes pederastas pactando compensaciones económicas con las víctimas, pero pronto se dieron cuenta que les era casi imposible dimitir a estos sacerdotes y diáconos del estado clerical.
Ante esta situación, Ratzinger pide al Papa Juan Pablo II en 2001 un cambio legislativo, que recordase a toda la Iglesia que existían unos delitos muy graves reservados a la Santa Sede, en concreto a la Congregación para la Doctrina de la Fe. El cardenal Ratzinger se adelantaba así en seis meses al estallido del Spotlight, el 6 de enero de 2002. En esa primera década del siglo actual, los principales casos a tratar serán en Estados Unidos y Centro Europa, sociedades con mayor calidad democrática y más litigiosidad. Poco a poco, el malestar de las víctimas irá creciendo en otras latitudes, dado que se dan cuenta que también ellas necesitan justicia.
Pontificia Comisión de Tutela de Menores y Vulnerables
Después del pontificado de Benedicto XVI llegó un Papa latinoamericano. Francisco, nada más llegar, da un paso más y crea la Pontificia Comisión de Tutela de Menores y Vulnerables. Se muestra así que la Iglesia se toma en serio los abusos.
Un divisor de aguas lo encontramos en 2018, con la crisis que estalla en Chile. Allí el Papa descubre que además el abuso, existía en muchos lugares el problema del encubrimiento por parte de algunos obispos. Francisco, tras encontrar personalmente a las tres víctimas de Karadima, reaccionó personalmente. Se da en él, como reconoció posteriormente a algún periodista, una conversión. Envía a Chile a Mons. Scicluna y Mons. Bertomeu a investigar. Luego serán sus ojos y oídos en otras muchas misiones especiales.
Francisco puso en la Carta al Pueblo de Dios de 20 de agosto de 2018 todos los abusos de la Iglesia en el mismo plano de comprensión: fuesen los sexuales, los de poder y los de conciencia. Luego también convocó en Roma, en febrero de 2019, a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo, buscando quizás que toda la Iglesia dejase de ser “sorda” a los abusos y reaccionase de una vez, poniéndose del lado de las víctimas. Se abordaron tres temas: la transparencia, la responsabilidad y la rendición de cuentas.

Evitar que las denuncias queden en saco roto
A partir de esta cumbre, Francisco tiene claro la necesidad de una ley que evite, de una vez por todas, que las denuncias queden en saco roto. El Papa percibe que hay una ley, pero no llega a aplicarse porque las denuncias directamente no llegan. Así surge en junio de 2019 el Motu Proprio “Vos Estis Lux Mundi”, que obliga a todas las diócesis del mundo a tener una oficina de recepción de denuncias, que se tienen que recibir, investigar y tratar. Junto con ello, se establece la responsabilidad penal en el caso de que se sea negligente con la recepción de las denuncias.
Igualmente, el Papa se da cuenta de que no puede dejarse este problema solo en manos de la jerarquía. De hecho, percibe que todo tipo de abuso, de conciencia, espiritual o sexual, todos son fruto del clericalismo y del elitismo, de aquellos que se consideran una casta con privilegios que nadie les ha dado. Se inicia así una nueva etapa en la que los abusos empiezan a enfrentarse de un modo sinodal. El motivo de esa nueva dinámica está en el hecho que Francisco, en palabras de Bertomeu, “se da cuenta que la Iglesia ha sido sorda para la realidad del abuso, que el abuso no es nada más que el poder ejercido tóxicamente”.
Abuso sexual y abuso de poder
Según Bertomeu, “hay abuso sexual porque hay abuso de poder y éste es siempre un ejercicio tóxico del poder que, en la Iglesia, debería ser puro servicio”. Ante eso, subraya la necesidad de que “es todo el pueblo de Dios el que tiene que entrar en una dinámica de repensar cómo se ejercita el poder en la Iglesia”, algo que se debe hacer no de forma ideológica sino teológica, es decir, pensándose como un pueblo de bautizados que se pone en camino, desinstalándose de sus comodidades, para mirar a la luz del Espíritu Santo su vida como lugar de revelación de un Dios cercano. De este modo logra entender que es “todo el pueblo de Dios el que participa en la toma de decisiones, porque todos son bautizados, porque todos participan del mismo Espíritu, aunque haya una parte del pueblo de Dios que ha recibido un carisma especial para dirigirlo”, resalta Bertomeu.
Que, ante los abusos en la Iglesia, León XIV tendrá continuidad a lo hecho por Francisco, es algo en lo que Bertomeu no duda. Pone como ejemplo lo sucedido con el Sodalicio, donde “el problema no es tanto abuso sexual de menores como un abuso de poder y de conciencia a adultos muy vulnerables”. Es por eso por lo que, en los últimos años, queriendo combatir todo tipo de abuso, la Iglesia “está entrando en una nueva dinámica de tutelar más y mejor a todo el pueblo de Dios, pero en especial a los más vulnerables”. Una Iglesia madre y maestra, en lugar de ser vista como una organización para delinquir, si se toma en serio la gestión jurídica de los abusos y su prevención puede ser una luz para un mundo donde hay mucho abuso. Mostrar que Dios, al encarnarse, nos dice que “la clave del poder es el amor, es el servicio, es la entrega radical a los demás: tu poder es el amor y, paradójicamente, es cuando eres más vulnerable”.

Falsas acusaciones por parte del Sodalicio
Las falsas acusaciones contra León XIV de haber cubierto unos abusos en la diócesis de Chiclayo las promovió el Sodalicio a partir de mayo de 2024. Esta institución con gran poder en Perú, con una estructura empresarial muy potente, con redes y con casi total inmunidad, no se quedó quieta cuando se vio amenazada por la “Misión Especial Scicluna-Bertomeu” que el Papa envió a Perú en julio de 2023. A partir de la denuncia de los periodistas Salinas y Ugaz, involucrando incluso al entonces arzobispo de Piura, Mons. Eguren, este les demandó en 2018 y casi estuvieron a punto de entrar en la cárcel. Algo que no ocurrió por el apoyo de cuatro obispos del Perú, entre ellos Mons. Prevost.
El 10 de noviembre de 2022, una de estas periodistas, Paola Ugaz, es recibida en audiencia por Francisco, y le explica el tipo de presión (“matoneo” lo llaman en Perú) que estaban recibiendo por parte del Sodalicio. Esto lleva al Papa a enviar la mencionada “misión personal” especial a Perú, formada por Scicluna y Bertomeu, para recoger pruebas objetivas sobre lo que dicen los periodistas, para escuchar a las víctimas con empatía. Fruto de esa información que recogieron fue la petición de renuncia que el ya Prefecto de Obispos, cardenal Prevost, hizo a Mons. Eguren, basada en pruebas objetivas. Un proceso en el que arzobispo de Piura fue escuchado y se pudo defender.
Acusaciones de un ex agustino al cardenal Prevost
Resulta curioso que tres semanas después, un ex agustino, Ricardo Coronado, sacerdote incardinado en Perú, en la diócesis de Cajamarca, pero que llevaba más de 20 años en Colorado Springs, muy unido al Sodalicio en Denver (Estados Unidos) y con un proceso canónico abierto contra él ante el Dicasterio del Clero por delitos contra el sexto mandamiento, se ofrece a unas víctimas en Chiclayo que decían que cuando Mons. Prevost era obispo allí no había investigado su caso y había sido negligente, acusando al actual pontífice de haber encubierto casos de abusos. La estrategia de Coronado no era tanto promover un suplemento de investigación sino airear en los medios que Prevost habría encubierto, lo cual tenía todos los visos de ser una simple vendetta organizada por el Sodalicio por haberles quitado a Prevost. No solo: con esta difamación, en el fondo estaban presionando a la Misión Especial para que se detuviera en su investigación.
Mons. Prevost siguió en todo momento, como afirmó el actual Obispo de Chiclayo, los protocolos del Vaticano: investigó, envió la denuncia a Roma, animó a las víctimas a denunciar civilmente y les ofreció asistencia psicológica. Las víctimas llevaron el caso a la Fiscalía y Mons. Prevost, de acuerdo con Roma, decidió esperar a que concluyera la investigación en sede civil.
En ese sentido, Bertomeu afirma que “siempre la investigación civil tiene más posibilidades de llegar a la verdad porque cuenta con los medios”. La denuncia era contra un sacerdote que tenía buena fama en la diócesis y que no tenían ningún antecedente penal. El problema surgió cuando la causa fue archivada por la justicia civil, lo cual ocurrió una semana antes de que Prevost tomara posesión de su nuevo encargo como Prefecto en Roma, en abril de 2023, aunque ya conocía el nombramiento desde tres meses antes.

Supresión del Sodalicio
Las víctimas sacaron todo eso de nuevo en los medios a finales de 2023. Luego, en mayo de 2024, Ricardo Coronado se ofreció a representarlas y atacó directamente al cardenal Prevost. Lo demás es historia conocida. De hecho, las investigaciones llevadas a cabo por la “Misión Especial” llevaron a la supresión del Sodalicio y, como no, a todo tipo de presiones contra Prevost y el propio Bertomeu.
“En el fondo, lo que siempre me ha dolido de esta situación es la instrumentalización que se ha hecho de las víctimas. En ningún caso, Coronado o los dirigentes del Sodalicio que adoptaron la estrategia de manchar el expediente de Prevost pensaron nunca en ellas o en defenderlas”, concluye Bertomeu. El 8 de mayo de 2025, cuando Prevost, atacado y vilipendiado hasta el último momento, apareció en la Loggia de las Bendiciones como nuevo Papa León XIV, Dios mostró una vez más su modo irónico de llevar la historia.