Indígena del pueblo tukano desea mujeres laicas consagradas que celebren la eucaristía
Uno de los aspectos que ayudan a hacer realidad una Iglesia con rostro amazónico es asumir las causas que nacen del suelo amazónico. En este sentido, el Regional Norte 1 de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil - CNBB, que comprende nueve prelaturas, diócesis y archidiócesis de los estados de Roraima y Amazonas, ha asumido desde hace años un compromiso con realidades presentes en la región: cuestión indígena, migración forzada y trata y las cuestiones relacionadas con el medio ambiente, la Casa Común.
La Iglesia ha realizado seminarios en los últimos años sobre estas temáticas, con el propósito de que "nuestro Regional a través de sus prelaturas, diócesis y arquidioces asuma nuevos compromisos a la luz de las amenazas y de lo que nos interpela, a la luz de lo que ya hemos hecho y estamos también celebrando", como reconoce Monseñor Mario Antonio da Silva, obispo de Roraima y presidente del Regional Norte 1. Todo está encaminado a “asumir y hacer efectivas acciones en nuestras comunidades”, según el obispo, que insiste en que “en todo eso, lo que está en juego son los pueblos de la Amazonia, la vida humana, que queremos que sea defendida en todas sus fases y lugares, liberando la vida humana de toda amenaza que destruye la posibilidad de felicidad y de bienestar”.
En comunión con el Papa Francisco, recogido en Laudato Sí, y con el Sínodo de la Panamazonía, Monseñor Mario Antonio da Silva reconoce que "asumimos el Evangelio de la creación, el cuidado de la Casa Común, y de manera muy especial la ecología integral, que prioriza el ser humano, las comunidades y pueblos originarios, para que tengan vida y vida en abundancia”. Por eso, continúa el obispo, "la preparación para el Sínodo de la Amazonia, convocado por el Papa Francisco, nos coloca con mucha alegría en la perspectiva, en este momento, de una escucha, escucha de las bases, de las comunidades, especialmente de los pueblos indígenas y también de otras comunidades y pueblos originarios de nuestra Amazonia, no sólo de la Amazonia brasileña sino de toda la Pan-Amazonia".
Este proceso sinodal "nos está uniendo bastante y nos está dando la sensibilidad de poder escuchar a los sujetos de la Amazonía, que son los pueblos y comunidades tradicionales. Nuestra expectativa es que esa escucha nos motive para la vivencia del Sínodo en octubre de 2019 con mucho vigor y esperanza de realmente, para la Amazonia, nuevos caminos de evangelización y una ecología integral seria, profunda para la Amazonia y para el mundo ".
En la asamblea del Regional Norte 1 han tenido un papel destacado los pueblos indígenas. Trinho Paiva, del pueblo baniwa, resalta la gran importancia de la tierra, aspecto en que también insiste Mesías Miranda da Silva, del pueblo muragwa. Según Trinho Paiva, esa importancia de la tierra, hace que "valoramos mucho la cuestión de la tierra, de los bosques, las montañas, que son lugares sagrados para nosotros, porque creemos que la vida espiritual se hace presente, por eso valoramos mucho las aguas, los ríos". En esa misma dirección, el representante del pueblo muragwa, destaca la importancia de la lucha por la tierra, afirmando que “la madre que conozco es la Madre Tierra, que me da el alimento y una garantía de todo lo que necesitamos".
Los indígenas critican el transcurso de la historia de la humanidad, sobre todo lo que hace referencia a la privatización de la tierra, actitud propia del capitalismo, que trajo el individualismo. Trinho Paiva, volviendo a los orígenes, enfatiza que "según nuestro Dios Creador la tierra es un patrimonio universal, todo el mundo tiene que tener acceso a la tierra". Por eso, insiste en que "para nosotros indígenas el bosque es liberado, puede cazar, puede sacar frutas, nosotros no tenemos fronteras. El hombre blanco llega y empieza a dividir”.
Incluso reconociendo el apoyo que hoy reciben los pueblos indígenas de la Iglesia, el indígena del pueblo baniwa, denuncia que "en San Gabriel da Cachoeira, la llegada de las misiones fue un choque bastante grande, pues decían que nuestra cultura era diabólica. Perdimos parte del conocimiento que teníamos, muchos rituales no fueron practicados más. Después entró la religión evangélica, fue un caos, un desastre incluso, los instrumentos musicales siendo arrojados fuera. La religión trajo una desunión bastante grande en medio de nosotros, el pueblo comenzó a dividirse, a crear intrigas".
Junto con eso, Trinho Paiva insiste en que el contacto con el hombre blanco "hizo que la desunión se fortaleciese". Tanto él, como Messias Miranda da Silva, critican abiertamente al gobierno brasileño, que quiere acabar con los pueblos indígenas. Por eso, es necesario unir las fuerzas, contando con la Iglesia católica como aliada, para comenzar a crear estrategias para ello, contra las amenazas, incluso de muerte, de las mineras y de los turistas, cazadores y pescadores que invaden las tierras indígenas”. La crítica también es contra los indígenas que se dejan cooptar por el gobierno y se quedan del lado de donde está el dinero. Esta crítica también es contra la televisión, que va introduciendo en las comunidades la cultura occidental.
En esa misma perspectiva, Aldecimar Veiga Moura, del pueblo tukano, reconoce que "un grito por la vida está surgiendo de todo el pueblo indígena". Ella destaca la mirada diferenciada que la Iglesia está teniendo con los pueblos indígenas, una actitud muy presente en el proceso del Sínodo de la Pan-Amazonia. Por eso, Aldecimar afirma que "me siento respetada, me siento valorada", una dinámica que, según ella, "queremos las mujeres, los pueblos indígenas. No esperamos nada más que ser respetados, ser valorados, que podamos también luchar por nuestros sueños, por lo que anhelamos para nuestros pueblos, para nuestros hijos, y para el mundo, ya que la Amazonía es la que sostiene Planeta entero".
Hablando del Sínodo y de lo que espera de él, la indígena del pueblo tukano, influenciada por la realidad local, donde la Eucaristía se convierte en un momento poco común, defiende que "deseamos como laicas que pudiéramos tener también mujeres laicas consagradas que pudieran celebrar la eucaristía. Sería un avance para nosotros laicos indígenas ".
Desde el Consejo Indigenista Misionero - CIMI, Luis Ventura, su coordinador en el Regional Norte 1, muestra varios desafíos en el camino de la Iglesia con los pueblos indígenas. El principal desafío, o uno de los principales de cara al Sínodo, según Luis Ventura, es “el diálogo con los pueblos indígenas, un diálogo abierto, horizontal, de reciprocidad, de intercambio de los dones recibidos, que permita una Iglesia más inculturada, más encarnada, con mayor protagonismo de aquellos pueblos indígenas que se auto afirman como católicos y forman parte de nuestro caminar. Pero también dar un paso más, en el diálogo interreligioso, intercultural, de poder seguir creciendo en espiritualidad a partir de ese diálogo con la sabiduría de los pueblos indígenas ".
Junto con eso, el coordinador del CIMI, destaca la necesidad de "abrazar la causa de los pueblos indígenas, sus luchas y formas de luchar, la defensa de la tierra, de los derechos, abrazar toda esa fuerza con que los pueblos indígenas han mostrado esa resistencia, y asumir esa perseverancia en un momento que sabemos que aquí en la Amazonía es un momento de seria amenaza a la vida y a los territorios de los pueblos indígenas". Junto con ello, un tercer desafío es "junto con los pueblos indígenas buscar esas nuevas formas de convivencia en la perspectiva del bien vivir, que por un lado es una crítica ética a ese modelo capitalista y desarrollista, pero de otro modo es una alternativa, una buena nueva, una señal de esperanza para todo el mundo".
La Iglesia ha realizado seminarios en los últimos años sobre estas temáticas, con el propósito de que "nuestro Regional a través de sus prelaturas, diócesis y arquidioces asuma nuevos compromisos a la luz de las amenazas y de lo que nos interpela, a la luz de lo que ya hemos hecho y estamos también celebrando", como reconoce Monseñor Mario Antonio da Silva, obispo de Roraima y presidente del Regional Norte 1. Todo está encaminado a “asumir y hacer efectivas acciones en nuestras comunidades”, según el obispo, que insiste en que “en todo eso, lo que está en juego son los pueblos de la Amazonia, la vida humana, que queremos que sea defendida en todas sus fases y lugares, liberando la vida humana de toda amenaza que destruye la posibilidad de felicidad y de bienestar”.
En comunión con el Papa Francisco, recogido en Laudato Sí, y con el Sínodo de la Panamazonía, Monseñor Mario Antonio da Silva reconoce que "asumimos el Evangelio de la creación, el cuidado de la Casa Común, y de manera muy especial la ecología integral, que prioriza el ser humano, las comunidades y pueblos originarios, para que tengan vida y vida en abundancia”. Por eso, continúa el obispo, "la preparación para el Sínodo de la Amazonia, convocado por el Papa Francisco, nos coloca con mucha alegría en la perspectiva, en este momento, de una escucha, escucha de las bases, de las comunidades, especialmente de los pueblos indígenas y también de otras comunidades y pueblos originarios de nuestra Amazonia, no sólo de la Amazonia brasileña sino de toda la Pan-Amazonia".
Este proceso sinodal "nos está uniendo bastante y nos está dando la sensibilidad de poder escuchar a los sujetos de la Amazonía, que son los pueblos y comunidades tradicionales. Nuestra expectativa es que esa escucha nos motive para la vivencia del Sínodo en octubre de 2019 con mucho vigor y esperanza de realmente, para la Amazonia, nuevos caminos de evangelización y una ecología integral seria, profunda para la Amazonia y para el mundo ".
En la asamblea del Regional Norte 1 han tenido un papel destacado los pueblos indígenas. Trinho Paiva, del pueblo baniwa, resalta la gran importancia de la tierra, aspecto en que también insiste Mesías Miranda da Silva, del pueblo muragwa. Según Trinho Paiva, esa importancia de la tierra, hace que "valoramos mucho la cuestión de la tierra, de los bosques, las montañas, que son lugares sagrados para nosotros, porque creemos que la vida espiritual se hace presente, por eso valoramos mucho las aguas, los ríos". En esa misma dirección, el representante del pueblo muragwa, destaca la importancia de la lucha por la tierra, afirmando que “la madre que conozco es la Madre Tierra, que me da el alimento y una garantía de todo lo que necesitamos".
Los indígenas critican el transcurso de la historia de la humanidad, sobre todo lo que hace referencia a la privatización de la tierra, actitud propia del capitalismo, que trajo el individualismo. Trinho Paiva, volviendo a los orígenes, enfatiza que "según nuestro Dios Creador la tierra es un patrimonio universal, todo el mundo tiene que tener acceso a la tierra". Por eso, insiste en que "para nosotros indígenas el bosque es liberado, puede cazar, puede sacar frutas, nosotros no tenemos fronteras. El hombre blanco llega y empieza a dividir”.
Incluso reconociendo el apoyo que hoy reciben los pueblos indígenas de la Iglesia, el indígena del pueblo baniwa, denuncia que "en San Gabriel da Cachoeira, la llegada de las misiones fue un choque bastante grande, pues decían que nuestra cultura era diabólica. Perdimos parte del conocimiento que teníamos, muchos rituales no fueron practicados más. Después entró la religión evangélica, fue un caos, un desastre incluso, los instrumentos musicales siendo arrojados fuera. La religión trajo una desunión bastante grande en medio de nosotros, el pueblo comenzó a dividirse, a crear intrigas".
Junto con eso, Trinho Paiva insiste en que el contacto con el hombre blanco "hizo que la desunión se fortaleciese". Tanto él, como Messias Miranda da Silva, critican abiertamente al gobierno brasileño, que quiere acabar con los pueblos indígenas. Por eso, es necesario unir las fuerzas, contando con la Iglesia católica como aliada, para comenzar a crear estrategias para ello, contra las amenazas, incluso de muerte, de las mineras y de los turistas, cazadores y pescadores que invaden las tierras indígenas”. La crítica también es contra los indígenas que se dejan cooptar por el gobierno y se quedan del lado de donde está el dinero. Esta crítica también es contra la televisión, que va introduciendo en las comunidades la cultura occidental.
En esa misma perspectiva, Aldecimar Veiga Moura, del pueblo tukano, reconoce que "un grito por la vida está surgiendo de todo el pueblo indígena". Ella destaca la mirada diferenciada que la Iglesia está teniendo con los pueblos indígenas, una actitud muy presente en el proceso del Sínodo de la Pan-Amazonia. Por eso, Aldecimar afirma que "me siento respetada, me siento valorada", una dinámica que, según ella, "queremos las mujeres, los pueblos indígenas. No esperamos nada más que ser respetados, ser valorados, que podamos también luchar por nuestros sueños, por lo que anhelamos para nuestros pueblos, para nuestros hijos, y para el mundo, ya que la Amazonía es la que sostiene Planeta entero".
Hablando del Sínodo y de lo que espera de él, la indígena del pueblo tukano, influenciada por la realidad local, donde la Eucaristía se convierte en un momento poco común, defiende que "deseamos como laicas que pudiéramos tener también mujeres laicas consagradas que pudieran celebrar la eucaristía. Sería un avance para nosotros laicos indígenas ".
Desde el Consejo Indigenista Misionero - CIMI, Luis Ventura, su coordinador en el Regional Norte 1, muestra varios desafíos en el camino de la Iglesia con los pueblos indígenas. El principal desafío, o uno de los principales de cara al Sínodo, según Luis Ventura, es “el diálogo con los pueblos indígenas, un diálogo abierto, horizontal, de reciprocidad, de intercambio de los dones recibidos, que permita una Iglesia más inculturada, más encarnada, con mayor protagonismo de aquellos pueblos indígenas que se auto afirman como católicos y forman parte de nuestro caminar. Pero también dar un paso más, en el diálogo interreligioso, intercultural, de poder seguir creciendo en espiritualidad a partir de ese diálogo con la sabiduría de los pueblos indígenas ".
Junto con eso, el coordinador del CIMI, destaca la necesidad de "abrazar la causa de los pueblos indígenas, sus luchas y formas de luchar, la defensa de la tierra, de los derechos, abrazar toda esa fuerza con que los pueblos indígenas han mostrado esa resistencia, y asumir esa perseverancia en un momento que sabemos que aquí en la Amazonía es un momento de seria amenaza a la vida y a los territorios de los pueblos indígenas". Junto con ello, un tercer desafío es "junto con los pueblos indígenas buscar esas nuevas formas de convivencia en la perspectiva del bien vivir, que por un lado es una crítica ética a ese modelo capitalista y desarrollista, pero de otro modo es una alternativa, una buena nueva, una señal de esperanza para todo el mundo".