El gobierno de Evo Morales pretende explotar la Amazonía, perjudicando a los pueblos originarios El Tribunal Internacional condena al gobierno boliviano por sus políticas anti-indígenas en la Amazonía

Una histórica sentencia
Una histórica sentencia

“El gobierno, por favor, nos escuche, que no nos haga eso y que no haga la carretera por el Tipnis, que es el corazón, el pulmón del territorio, ahí están los recursos naturales”

El Tribunal Internacional por los Derechos de la Naturaleza, exige al gobierno boliviano “una ley que garantice la conservación y protección del TIPNIS, prohíba la construcción de una carretera que atraviese su zona núcleo a la vez que respete los derechos de los pueblos indígenas que ahí habitan”

"A ellos no les importa salvar los animales para el sustento, no lo hacen. Ellos lo que quieren es exterminar y listo"

Los indígenas del Tipnis dejan claro que “nuestro estilo de trabajo no es de explotación de los recursos naturales, ni la tierra"

La Iglesia católica “siempre está al lado nuestro, trabajando en conjunto, ellos son quienes nos dirigen, nos animan como tenemos que ser nosotros con la naturaleza”

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Los ataques contra los pueblos indígenas se han convertido en realidad habitual en toda la Pan Amazonía. Independientemente de los países y de las ideologías que sustentan sus gobiernos, es actitud común que la región sea vista como despensa en la que buscar recursos que favorecen a las élites políticas y económicas y perjudican a los pueblos originarios, habitantes de una región preservada secularmente por sus antepasados y que hoy ven que es depredada a pasos agigantados.

Francisco Temo Tamo, vive en la Comunidad El Carmen del Coquinal, en el Tipnis, departamento del Beni, Bolivia, un territorio indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure. Su región ha ido siendo invadida poco a poco por los cocaleros, que han ido penetrando en el territorio lo que en opinión de Francisco Temo “no es tan razonable que ellos vivan ahí, porque tienen otra tradición, tienen otro modo de trabajar. Ellos tienen su chácara y siembran coca. Esta es la preocupación, pues nosotros dijimos que el territorio era para los indígenas y ellos no son indígenas, son campesinos, productores de coca”.

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La llegada de los cocaleros ha influido en la vida de los propios indígenas, que según el líder indígena, “ya no saben a qué lado van a estar, parece que ellos están cediendo a la zona colonizada”. En su caso, la gran preocupación es que el gobierno de Bolivia quiere “que se trace la carretera de San Ignacio de Mojos a Villa Tunari, al lado de Cochabamba”. Esta carretera ha sido vendida por el gobierno de Evo Morales como fuente de desarrollo, pues va a ser la carretera que pretende unir Brasil con Chile, algo que para los indígenas del Tipnis puede acarrear graves consecuencias.

Como reconoce Francisco Temo, “a las grandes empresas les conviene la carretera”. Actualmente vive lejos de donde debe pasar la carretera, a unos cinco o seis de días de camino en medio de la selva, pero él señala que “a nosotros no nos parece bien”. El problema principal se centra en el hecho de que “el gobierno de Bolivia dice que, una vez que esté hecha la carretera, quiere que nosotros vayamos a vivir allá”, algo que no es aceptado por los indígenas, que a través de su líder dicen abiertamente que “no es así la cosa, nosotros no podemos abandonar nuestras plantaciones donde vivimos, no podemos llevar nuestros animales, nuestra comunidad”.

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Ante esa situación, lo que ellos piden es que “el gobierno, por favor, nos escuche, que no nos haga eso y que no haga la carretera por el Tipnis, que es el corazón, el pulmón del territorio, ahí están los recursos naturales”. El propósito del gobierno es que la carretera sea una vía para sacar los recursos naturales de la región, que en las orillas del Río Sécure, sobre todo la madera, ya se han agotado. La carretera va a ofrecer la posibilidad de extraer recursos que resultan inaccesibles desde el río, lo que no es aceptado por los indígenas, pues “son recursos naturales que a nosotros nos sirven para nuestra salud. Cuando uno se encuentra enfermito eso se saca, hay allá esas plantas que se usan en la medicina tradicional, todo esto es lo que existe allá”.

Lo mismo se puede decir de las lagunas, cuya explotación sin control va a provocar, según los indígenas que “en el territorio ya no va a haber caza y pesca, se va terminando el pescado y los animales silvestres”. En ese sentido, los indígenas dicen que “a ellos no les importa salvar los animales para el sustento, no lo hacen. Ellos lo que quieren es exterminar y listo, porque ellos se dicen ser sin tierra, pero una vez que consiguen la tierra titulada, empiezan a vender y siguen yendo más allá, ese es su modo de trabajar”.

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Frente a esa actitud de los cocaleros, que han invadido las tierras indígenas con el apoyo del gobierno de Evo Morales, “nosotros, mantenemos nuestro trabajo, no vendemos la tierra”, afirman los indígenas, pues “según nuestra organización indígena, nosotros no tenemos que estar negociando la tierra. Tenemos el campo de pastoreo para criar nuestros animalitos, ganadito, chancho, oveja, caballito, para nuestro sustento diario. Esto es lo que a nosotros nos preocupa muchísimo, porque realmente la gente está con el oído sordo”.

Los indígenas sienten pena ante esta situación que están viviendo, “porque ellos es otra su manera de trabajar, nuestra actividad es diferente, nosotros mantenemos nuestra propia cultura, tradición”. Los indígenas del Tipnis dejan claro que “nuestro estilo de trabajo no es de explotación de los recursos naturales, ni la tierra. Nosotros trabajamos en la chácara, un pedazo, no es una cantidad grande. Después, cuando casi ya no da la tierra, lo dejamos que se haga monte otra vez, cada seis, siete años, la tierra está apta para el cultivo, este es nuestro modo”. Un aspecto importante en la vida de los indígenas es que “estamos tratando de cuidar la tierra, la naturaleza, nosotros no somos de poder, de dinero siempre utilizamos una madera para hacer casas, pero no es todos los días, es cada ocho, nueve, diez años”.

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Frente a esta actitud, “otra gente no es así, esta es nuestra gran preocupación y por eso necesitamos un gran apoyo, que nos unamos entre los pueblos indígenas, que seamos escuchados, respetado muestro territorio, porque sentimos que si un día se elimina todo, fracasa la tierra, qué van a hacer nuestros descendientes ellos van a pagar, a sufrir, ya no van a tener recursos para que subsistan”, afirman los indígenas, que dejan claro que “nosotros nos moriremos, pero esta es nuestra preocupación como indígenas allá en el territorio donde vivimos”.

Esta situación ha sido denunciada, como reconoce Francisco Temo, “el año pasado buscamos ayuda, nos quejamos, hemos denunciado, hemos dicho al Tribunal Internacional por los Derechos de la Naturaleza que vaya a ver la realidad y han ido, y han visto que no estamos mintiendo como hace el gobierno”. En su informe destacaba en el Tipnis "alto grado de endemismo pero también
le convierte en una zona de muy alta fragilidad y de necesaria protección estricta", criticando abiertamente la construcción de la carretera "sobre la biodiversidad del TIPNIS y la vida misma de los pueblos indígenas que allí habitan". 

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En esta lucha, los pueblos indígenas sienten el apoyo de la Iglesia católica, que “siempre está al lado nuestro, trabajando en conjunto, ellos son quienes nos dirigen, nos animan como tenemos que ser nosotros con la naturaleza”. Junto con la Iglesia, el líder indígena dice que “algunas instituciones de derechos humanos, tratamos de hacer una asamblea, una reunión, que llamamos el encuentro de corregidores”. Estas organizaciones, según los propios indígenas “nos echan una mano, van a ayudarnos, porque nosotros no lo tenemos tal como ellos dicen”. Ellos mismos reconocen que “nosotros no somos de poder, de tener herramientas para que puedas trabajar para tener harto, nosotros tenemos, pero es para nuestro sustento diario, esta es nuestra lucha”.

En cambio, los indígenas denuncian que “de las instituciones no tenemos ayuda, la gobernación del departamento del Beni, ellos velan por sus intereses, no lo hacen como nosotros deseamos, que nosotros seamos atendidos por ellos”.

Ante esta situación, los propios indígenas afirman que “estamos aprendiendo a defendernos, antes nos decían que nosotros éramos salvajes, que no valíamos nada, pero cuando hacían su candidato para las elecciones venían hasta nosotros. Ahora nos estamos dando cuenta que nos respeten nuestros derechos, humanos que somos”. Por eso, Francisco Temo pide que “la Iglesia católica, el Santo Padre, nos ayude, que de verdad seamos ayudados por él a defender las riquezas naturales de los territorios de todos los países. No sólo el Tipnis está sufriendo, en Bolivia hay varios territorios que están sufriendo”.

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Este 15 de mayo, acaba de salir la sentencia del Tribunal Internacional, en la que se señala que el Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia tiene que “asegurar la paralización inmediata y definitiva de cualquier tipo de avance en la construcción de infraestructura vial en el denominado tramo II desde Isinuta a Monte Grande al interior del TIPNIS”. Junto con eso, el gobierno debe elaborar y promulgar “una ley que garantice la conservación y protección del TIPNIS, prohíba la construcción de una carretera que atraviese su zona núcleo a la vez que respete los derechos de los pueblos indígenas que ahí habitan”. A esto se unen decisiones sobre protección de los bosques, paralización del “avance de la colonización hacia la zona núcleo del TIPNIS”, “anular los planes de expansión petroleros en el TIPNIS”, “identificar y sancionar a los responsables de las violaciones a los Derechos Humanos en el año 2011 en Chaparina”, “reconocer la responsabilidad Estatal en la falta de justicia hasta el momento, y ofrecer disculpas públicas por parte del presidente del Estado Plurinacional de Bolivia”.

Al mismo tiempo, la sentencia, que puede ser considerada una clara victoria de las organizaciones indígenas, exige “la puesta en vigencia de la Defensoría de la Madre Tierra”, que el gobierno “cese con las presiones para disciplinar y controlar a los movimientos sociales, sobre todo a las organizaciones indígenas”, que “garantice a los pobladores indígenas el cumplimiento de su papel fundamental como defensores de la Madre Tierra”, que se asegure a la sociedad civil “el papel de fiscalizadora y defensora de los derechos de la Naturaleza en el TIPNIS”, así como el cumplimiento de los tratados y acuerdos internacionales por parte del estado boliviano.

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