¿Miedo o represión?

El próximo jueves, 24 de abril, se celebrará en la Iglesia del Gesú, presidida por el Papa Francisco, la misa de acción de gracias por la canonización del padre José de Anchieta. La Conferencia Episcopal Brasileña (CNBB, en portugués) invitó a participar de este momento a Rosivaldo Ferreira da Silva, el cacique Babau Tupinambá, uno de los pueblos indígenas del estado de Bahia, localizados en la región conocida como Costa del Descubrimiento y con los que probablemente tuvo contacto el nuevo santo canario.

Todo estaba discurriendo según lo previsto. La Policía Federal brasileña expidió este miércoles, 16 de abril, el pasaporte en Brasilia, pero 24 horas después las cosas tomaron un nuevo rumbo y fue promulgada una orden de prisión contra Babau, en virtud de tres procesos judiciales archivados desde 2010. ¿Por qué un agente de la Policía Federal emite el pasaporte, mostrando que no existía ninguna pendencia y 24 horas después aparece el mandato de prisión? ¿Cuál es el problema? La respuesta es clara: el encuentro con el Papa Francisco y las informaciones que el cacique de los tupinambá iría a hacerle llegar sobre lo que está sucediendo con los pueblos indígenas en Brasil.

El propio cacique Babau muestra cuáles son los verdaderos motivos: “Quieren impedirme, de todas las formas posibles, ir para el encuentro con el Papa. Es una red contra la demarcación de las tierras Tupinambá, contra los indígenas. No quieren que denunciemos en el mundo lo que pasa aquí. Eso no es democracia, es dictadura. ¿Cómo puede decretarse un estado de excepción así, sin más ni menos?

El Papa Francisco recibió el pasado 5 de abril a Don Erwin Kräutler, presidente del Consejo Indigenista Misionero (CIMI, en portugués) y en este encuentro ya fueron presentados algunos datos que muestran la cruda realidad de los pueblos indígenas brasileños, siendo relatada la situación de los Tupinambá. La invitación que la CNBB hizo a Babau es una muestra más del apoyo de la Conferencia Episcopal Brasileña a la causa indígena. Pero el gobierno presidido por Dilma Rousseff está intentando impedir ese encuentro por todos los medios. En Brasil hay un proverbio que dice: “Quien no debe, no teme”. Por eso, delante de la actitud del gobierno brasileño surge una pregunta, ¿es miedo o represión?

P. D.: Carta de apoyo a los Tupinambá, respaldada por más de 300 organizaciones nacionales e internacionales:

La sociedad civil viene, a través de ésta, a manifestar su INDIGNACIÓN delante de la arbitrariedad del gobierno brasileño, para mandar a la Fuerza Nacional y al Ejército Brasileño al territorio de los indios tupinambá, especialmente en la Sierra del Padeiro.

Nosotros, los abajo firmantes, queremos que la Presidenta de la República, autoridad máxima del país, responda a las denuncias realizadas por la comunidad tupinambá, en el sentido de que la policía está al servicio de los pistoleros del sur del estado de Bahía. Según los indígenas, sirviéndose de los recursos del pueblo brasileño para pagar balas, tecnologías, combustible para vehículos y helicóptero, hombres e infraestructura para mantenerlos en la región.

De acuerdo con las denuncias recibidas, hombres, tanto de la Fuerza Nacional, como del Ejército, se aprovechan de la situación para molestar, agredir y constreñir a jóvenes y adolescentes, y amenazar a adolescentes e indígenas. La militarización del territorio Tupinambá sólo agrava la situación vivida por los Tupinambá y los ocupantes no indígenas. La solución del caso depende, necesariamente, de la inmediata publicación de la Portaría Declaratoria sobre la Tierra Indígena Tupinambá de Olivença, así como del pago de las debidas indemnizaciones a los ocupantes no indígenas y el re-asentamiento de aquellos que tienen perfil para la reforma agraria.

Muchas vidas ya fueron cobradas para alimentar la ganancia de los poderosos con el aval del gobierno, desde la dictadura militar. Ahora, no es posible ver, sin indignarse, como el gobierno, por medio de la policía, anuncie que “va a fusilar” a un líder por estar defendiendo su tierra, su gente.

Conocemos a la comunidad de la Sierra del Padeiro y el cacique Babau. Sabemos de su esfuerzo para mantener las tierras sagradas conservadas y su pueblo unido, organizado y con autonomía. Sabemos que los grupos que se mantienen a costa del “pillaje ambiental” para vender nuestros recursos naturales, junto con la sangre y el sudor de los brasileños, no se conforman con el hecho de que la Sierra del Padeiro se mantenga intacta, mantenida por los verdaderos dueños y guardianes, que saben el valor de la tierra y del agua. Pero no podemos creer que la Presidenta de la República, elegida con el voto de las minorías, esté ajena a esta situación que tanto nos avergüenza.

El Ministerio Público Federal (MPF) ya se pronunció, afirmando que “la conclusión del proceso demarcador es esencial para la pacificación de la región, pues traerá seguridad jurídica para ambas partes y eliminará el ambiente de falta de certeza sobre el real propietario de las tierras en disputa”.

La demarcación definitiva traerá beneficios tanto a los indios, por el reconocimiento de su territorio tradicional, como a los terratenientes, que recibirán la indemnización prevista por la ley”.

Delante de eso, EXIGIMOS que sean retirados del territorio Tupinambá el Ejército y la Fuerza Nacional, así como que sea regularizado el territorio Tupinambá e indemnizados los pequeños agricultores.
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