Ildefonso Escribano y Emilio Ballesteros suman 114 años de misión OCSHA, 70 años de misión del clero diocesano español en América Latina

Durante 70 años ya han pasado por las diócesis de la gran mayoría de los países de América Latina más de tres mil sacerdotes diocesanos españoles a través de la OCSHA

“El misionero de verdad, que responde a una vocación de envío es aquel que quema las naves, como Hernán Cortes, se viene de por vida”

Ve necesaria en la Iglesia “esa dimensión de apertura y de mirar más allá del lugar donde uno vive o de los propios intereses, creo que es consustancial al ser Iglesia”

“La principal eficacia de la evangelización es el testimonio de vida, más que las palabras"

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La Iglesia española siempre ha tenido un papel destacado en América Latina, un trabajo evangelizador que durante varios siglos fue llevado a cabo por la vida religiosa. En junio de 1949, fue constituida la Obra de Cooperación Sacerdotal para Hispanoamérica – OCSHA, con el objetivo de paliar la escasez de sacerdotes de las diócesis de Latinoamérica, con sacerdotes diocesanos voluntarios provenientes de España, que en esos años tenía clero en abundancia.

El impulso fundamental vino de Maximino Romero de Lema, que fue quien presentó el proyecto al Papa Pío XII, que posteriormente, en 1957 publicaría la encíclica Fidei Donum, con lo que consolidó este proyecto de la OCSHA. Pocos años después, durante el Concilio Vaticano II, Juan XXIII pediría en una carta al Cardenal Primado, Enrique Plá y Daniel, que la Iglesia de España enviase mil quinientos sacerdotes a lo largo de tres años.

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Durante 70 años ya han pasado por las diócesis de la gran mayoría de los países de América Latina más de tres mil sacerdotes diocesanos españoles a través de la OCSHA. Son sacerdotes que no dejan de pertenecer a su diócesis de origen, firmando un contrato renovable de tres años entre sus obispos de España y de su lugar de misión, con el amparo del organismo dependiente de la Comisión Episcopal de Misiones de la Conferencia Episcopal Española.

Actualmente son poco más de 200 los sacerdotes vinculados a la OCSHA que todavía están en América Latina. Dos de los más veteranos son Ildefonso Escribano y Emilio Ballesteros, quienes ya son misioneros en Brasil y Argentina durante más de cincuenta años.

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Según Emilio Ballesteros, “la OCSHA motivó mucho la mirada misionera del clero diocesano que antes no se daba, eran solamente los religiosos o algún sacerdote suelto”. El sacerdote de la diócesis de Albacete afirma que la OCSHA se adelantó a lo que Pío XII recoge en la Fidei Donum, que “las diócesis también eran misioneras”, con lo que “hizo un gran servicio para la Iglesias de América, que por todas las revoluciones y otras causas estaban muy desprovistas de sacerdotes, y que muchas veces ni obispos habían tenido”. Junto con eso, Ildefonso Escribano, sacerdote diocesano de Toledo, destaca también la creación del Seminario Nacional de Vocaciones para América Latina.

Ildefonso es misionero en la archidiócesis de Rio de Janeiro desde hace 59 años. Según él, “el misionero de verdad, que responde a una vocación de envío es aquel que quema las naves, como Hernán Cortes, se viene de por vida”. El misionero toledano reconoce que “una vez que se llega aquí y consigues entrar dentro del pueblo y formar parte de él, en su nivel más profundo, yo creo que es la única razón que me mantiene aquí”. En ese sentido, él dice no saber “lo que pasará en el futuro, pero hasta ahora, ésta es mi intención, permanecer aquí hasta que pueda”.

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El nacimiento de la OCSHA, según Emilio Ballesteros, misionero en la diócesis de San Isidro, Argentina, “fue una necesidad urgente, surgió esa inquietud en Salamanca”. Al ser preguntado por qué sigue siendo misionero después de 55 años, responde que “ya es algo consustancial, la vida sacerdotal uno la vivió así, dándose a la Iglesia de Argentina, en mi caso, y aunque me siento muy diocesano de mi diócesis de Albacete, creo que hago un servicio testimonial para la Iglesia diocesana de Albacete y también testimonial para la Iglesia de América donde hemos sido un poquito colaboradores y hemos dado también un testimonio de colaboración desinteresada”. Emilio Ballesteros dice no haber “pretendido ninguna atención especial, sino que hemos ido donde el obispo de la diócesis nos considerara útiles”.

En el Mes misionero extraordinario ve “la inquietud del Papa de que la Iglesia toda sea misionera en donde cada uno está, pero misionera también desde el desprendimiento del lugar donde uno se ha criado y se ponga al servicio de una Iglesia universal”. Por eso ve necesaria en la Iglesia “esa dimensión de apertura y de mirar más allá del lugar donde uno vive o de los propios intereses, creo que es consustancial al ser Iglesia”.

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En el caso de Ildefonso Escribano, al ser preguntado sobre lo que le ha enseñado ser misionero, responde que “al haber estado tantos años y la edad también está avanzada, veo las cosas desde este patamar, desde esta altura, pues desde una manera un poco más esencial, porque creo que mi vocación ahora, ya que ya no tengo las fuerzas que tenía cuando era joven, es convivir con el pueblo, un poco en la espiritualidad de los hermanitos de Foucauld, de dar testimonio a través de mi vida, estando al lado del pueblo, compartiendo con él sus sufrimientos, esperanzas y alegrías, estando cercano a él y conviviendo sin muchas pretensiones”.

El misionero en Brasil cree que “la principal eficacia de la evangelización es el testimonio de vida, más que las palabras”. Él recuerda la frase de San Francisco de Asis a la hora de anunciar el Evangelio, “si es necesario usen las palabras”, lo que le lleva a afirmar que “se coloca el testimonio antes que la palabra, creo que es más eficaz y más duradero”.

ocsha

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