Red Un Grito por la Vida, diez años al lado de quien muchos tratan como mercancía
Todo cristiano es llamado a ser instrumento de Dios en la vida de los otros, especialmente de quien más sufre, a vivir la misericordia del Padre y hacer presente a Aquel que cuida de los pobres, muchas veces vistos y tratados como mercancía que puede ser comprada y vendida, descartada, lo que les convierte en objeto de explotación.
La Trata de Personas es una vergüenza, una de las heridas más dolorosas de nuestro tiempo, una moderna forma de esclavitud que constituye una derrota y un auténtico crimen contra la humanidad, que viola los derechos humanos de las víctimas y que no puede continuar, en palabras del Papa Francisco, en la que se ven envueltas más de 45 millones de personas en todo el mundo, víctimas de la explotación sexual, el trabajo esclavo, el tráfico de órganos, el servicio doméstico, la mendicancia y el tráfico para actividades ilícitas.
Las estadísticas más recientes dicen que, cada año, setecientas mil brasileñas cruzan las fronteras del país para ser explotadas sexualmente en otros países. A esto se une el alto número de menores que son víctimas de abusos sexuales, pornografía infantil y otros crímenes, realidades que han aumentado un 9% el último año.
Delante de esta realidad, la Vida Religiosa de Brasil se sintió interpelada y así, el 30 demarzo de 2007, surgió la Red Un Grito por la Vida, como una acción misionera en conjunto, que desde entonces acompaña preferentemente a las víctimas de la explotación sexual.
La propuesta nació de la UISG, Unión Internacional de Superioras Generales, que solicitó a la CRB (Conferencia de los Religiosos de Brasil), la realización de un curso sobre Trata de Personas. Trás el encuentro, 28 religiosas, pertenecientes a 20 congregaciones, después de conocer la crueldad y gravedad de esta lacra social, sintieron el clamor de estas personas y decidieron emprender este camino, para ser así presencia solidaria entre los empobrecidos y excluidos. Con el paso del tiempo, diferentes congregaciones masculinas y femeninas se han ido uniendo, hasta superar en la actualidad los 300 religiosos y religiosas, que están presentes en todas las regiones del país.
Pasados 10 años, en los que la Red ha ido aumentando en visibilidad y fuerza místico-profética, en opinión de la Religiosa Eurides Alves de Oliveira, Coordinadora Nacional de la Red Un Grito por la Vida, es momento de agradecer por tantas personas que han colaborado en este tiempo, pero también de evaluar y encontrar el camino a ser recorrido de aquí en adelante, cada vez con mayor determinación y valentía.
En opinión de la religiosa, la mejor forma de celebrar los diez años es intensificando el compromiso con la causa y las diferentes actividades que son llevadas a cabo. El objetivo final es que, cada vez más, esta problemática sea conocida y asumida como un lacra social que debe ser atajada dentro la sociedad brasileña, en un país donde, a pesar del avance que se ha dado en lo referente a políticas públicas para enfrentar la Trata de Personas, todavía es necesario continuar luchando en este sentido.
Uno de los momentos que más contribuyó fue la Campaña de la Fraternidad de 2014, pues durante la Cuaresma de ese año, toda la Iglesia Católica del país reflexionó sobre la Trata de Personas. Es destacable el hecho de que, con el tiempo, han ido aumentando las denuncias y el trabajo de formación de conciencia en los colegios con jóvenes y adolescentes y con mujeres en diferentes niveles, víctimas potenciales de la trata, lo que ha ido atajando el número de víctimas, así como el rescate de quien ya estaba dentro de las redes de explotación sexual.
Del mismo modo, a nivel gubernamental, a lo largo de estos diez último años, han sido creados diferentes organismos que están contribuyendo en este campo. Sin embargo, la actual coyuntura política por la que el país pasa, ha provocado un recorte en gastos sociales que también han afectado a este campo.
De hecho, en muchos estados y municipios brasileños, la inversión para prevenir y combatir la trata de personas es inexistente. A estos retrocesos, también ha contrinuido el poder judicial, poniendo en libertad a algunos abusadores sexuales. Uno de los casos que más ha repercutido en los últimos meses fue el de Adail Pinheiro, ex-alcalde de Coarí, una ciudad del Estado de Amazonas, que comandaba una red de abusos a niñas y adolescentes y que después de ser condenado y estar cumpliendo condena, fue puesto en libertad.
Esta falta de atención desde los diferentes organismos públicos es, en opinion de Rose Bertoldo, Articuladora de la Red Un Grito por la Vida en la Región Norte de Brasil, una señal clara de la impunidad que se vive en la sociedad brasileña y que lleva a mucha gente a pensar que nada puede cambiar. De hecho, la religiosa no duda en afirmar que en la región amazónica, del mismo modo que se depreda el medio ambiente, la vida humana es explotada sin ningún tipo de remordimiento.
Por eso, siguiendo la línea llevada a cabo por la Red en todo el territorio brasileño, insiste en la necesidad de un trabajo de formación que muestre que existen alternativas, salidas, que la gente no se puede resignar a su suerte y que puede salir de ese tipo de situaciones.
Desde la Amazonia, la jerarquía católica destaca y apoya el gran trabajo llevado a cabo por la Red Un Grito por la Vida, ante una inmensa problemática, muy presente en la región y que constituye un verdadero crimen organizado y muchas veces oculto. En este sentido, Monseñor Sergio Castriani, Arzobispo de Manaos, narra situaciones de explotación que se dan en muchos barcos y balsas que surcan los ríos amazónicos y en muchas minas a cielo abierto esparcidas por la región. El arzobispo señala que el primer paso es hacer visible el problema mediante un trabajo de capilarización e información, para lo cual no duda en poner a completa disposición de la Red las estructuras de la Iglesia de Manaos.
En la misma dirección, Monseñor Mario Antonio da Silva, obispo de Roraima y Presidente del Regional Norte 1 de la CNBB, Conferencia Nacional de los obispos de Brasil, por sus siglas en portugués, agradece mucho a la Vida Religiosa Consagrada, que realiza un trabajo organizado, que poco a poco se va intensificando, en las capitales de los estados y en las fronteras, del que participan varias congregaciones masculinas y femeninas, y que tiene como punto de partida los casos, las denuncias y sobre todo el acompañamiento de aquellas personas y familias que son víctimas, que se dejan conocer y ser ayudadas en ese proceso de acompañamiento y orientación.
Es una jerarquía que camina en la misma dirección del Obispo de Roma, quien reconoce que se ha avanzado en el conocimiento de la gravedad y extensión de este fenómeno, pero todavía falta mucho por hacer para que la sociedad se conciencie y los diversos estamentos gubernamentales tomen cartas en el asunto. En repetidas ocasiones ha valorado el esfuerzo llevado a cabo y agradecido a quienes colaboran en la erradicación de esta lacra, por su testimonio fiel del Evangelio y de la misericordia.
Desde esa perspectiva, la Vida Religiosa en Brasil, a través de la Red Un Grito por la Vida y de otros organismos, pretende ser instrumento que ayude a acabar con toda forma de violación de los derechos humanos, denunciando los mecanismos de dominación y esclavitud existentes. Con una actitud profética, quieren estimular la superación de la lógica mercantilista que conducen a la explotación de las personas, especialmente de los más vulnerables.
Para concretar como llevar a cabo las diferentes actividades en este décimo aniversario, se ha reunido en Brasilia el Equipo de Articulación Nacional de la Red Un Grito por la Vida los últimos días 20 y 21 de marzo. Todo en vista de continuar la misión profética de la Red, y organizar las diferentes actividades que van a ser llevadas a cabo, especialmente el Encuentro Nacional de 17 a 21 de octubre en la capital brasileña.
La Trata de Personas es una vergüenza, una de las heridas más dolorosas de nuestro tiempo, una moderna forma de esclavitud que constituye una derrota y un auténtico crimen contra la humanidad, que viola los derechos humanos de las víctimas y que no puede continuar, en palabras del Papa Francisco, en la que se ven envueltas más de 45 millones de personas en todo el mundo, víctimas de la explotación sexual, el trabajo esclavo, el tráfico de órganos, el servicio doméstico, la mendicancia y el tráfico para actividades ilícitas.
Las estadísticas más recientes dicen que, cada año, setecientas mil brasileñas cruzan las fronteras del país para ser explotadas sexualmente en otros países. A esto se une el alto número de menores que son víctimas de abusos sexuales, pornografía infantil y otros crímenes, realidades que han aumentado un 9% el último año.
Delante de esta realidad, la Vida Religiosa de Brasil se sintió interpelada y así, el 30 demarzo de 2007, surgió la Red Un Grito por la Vida, como una acción misionera en conjunto, que desde entonces acompaña preferentemente a las víctimas de la explotación sexual.
La propuesta nació de la UISG, Unión Internacional de Superioras Generales, que solicitó a la CRB (Conferencia de los Religiosos de Brasil), la realización de un curso sobre Trata de Personas. Trás el encuentro, 28 religiosas, pertenecientes a 20 congregaciones, después de conocer la crueldad y gravedad de esta lacra social, sintieron el clamor de estas personas y decidieron emprender este camino, para ser así presencia solidaria entre los empobrecidos y excluidos. Con el paso del tiempo, diferentes congregaciones masculinas y femeninas se han ido uniendo, hasta superar en la actualidad los 300 religiosos y religiosas, que están presentes en todas las regiones del país.
Pasados 10 años, en los que la Red ha ido aumentando en visibilidad y fuerza místico-profética, en opinión de la Religiosa Eurides Alves de Oliveira, Coordinadora Nacional de la Red Un Grito por la Vida, es momento de agradecer por tantas personas que han colaborado en este tiempo, pero también de evaluar y encontrar el camino a ser recorrido de aquí en adelante, cada vez con mayor determinación y valentía.
En opinión de la religiosa, la mejor forma de celebrar los diez años es intensificando el compromiso con la causa y las diferentes actividades que son llevadas a cabo. El objetivo final es que, cada vez más, esta problemática sea conocida y asumida como un lacra social que debe ser atajada dentro la sociedad brasileña, en un país donde, a pesar del avance que se ha dado en lo referente a políticas públicas para enfrentar la Trata de Personas, todavía es necesario continuar luchando en este sentido.
Uno de los momentos que más contribuyó fue la Campaña de la Fraternidad de 2014, pues durante la Cuaresma de ese año, toda la Iglesia Católica del país reflexionó sobre la Trata de Personas. Es destacable el hecho de que, con el tiempo, han ido aumentando las denuncias y el trabajo de formación de conciencia en los colegios con jóvenes y adolescentes y con mujeres en diferentes niveles, víctimas potenciales de la trata, lo que ha ido atajando el número de víctimas, así como el rescate de quien ya estaba dentro de las redes de explotación sexual.
Del mismo modo, a nivel gubernamental, a lo largo de estos diez último años, han sido creados diferentes organismos que están contribuyendo en este campo. Sin embargo, la actual coyuntura política por la que el país pasa, ha provocado un recorte en gastos sociales que también han afectado a este campo.
De hecho, en muchos estados y municipios brasileños, la inversión para prevenir y combatir la trata de personas es inexistente. A estos retrocesos, también ha contrinuido el poder judicial, poniendo en libertad a algunos abusadores sexuales. Uno de los casos que más ha repercutido en los últimos meses fue el de Adail Pinheiro, ex-alcalde de Coarí, una ciudad del Estado de Amazonas, que comandaba una red de abusos a niñas y adolescentes y que después de ser condenado y estar cumpliendo condena, fue puesto en libertad.
Esta falta de atención desde los diferentes organismos públicos es, en opinion de Rose Bertoldo, Articuladora de la Red Un Grito por la Vida en la Región Norte de Brasil, una señal clara de la impunidad que se vive en la sociedad brasileña y que lleva a mucha gente a pensar que nada puede cambiar. De hecho, la religiosa no duda en afirmar que en la región amazónica, del mismo modo que se depreda el medio ambiente, la vida humana es explotada sin ningún tipo de remordimiento.
Por eso, siguiendo la línea llevada a cabo por la Red en todo el territorio brasileño, insiste en la necesidad de un trabajo de formación que muestre que existen alternativas, salidas, que la gente no se puede resignar a su suerte y que puede salir de ese tipo de situaciones.
Desde la Amazonia, la jerarquía católica destaca y apoya el gran trabajo llevado a cabo por la Red Un Grito por la Vida, ante una inmensa problemática, muy presente en la región y que constituye un verdadero crimen organizado y muchas veces oculto. En este sentido, Monseñor Sergio Castriani, Arzobispo de Manaos, narra situaciones de explotación que se dan en muchos barcos y balsas que surcan los ríos amazónicos y en muchas minas a cielo abierto esparcidas por la región. El arzobispo señala que el primer paso es hacer visible el problema mediante un trabajo de capilarización e información, para lo cual no duda en poner a completa disposición de la Red las estructuras de la Iglesia de Manaos.
En la misma dirección, Monseñor Mario Antonio da Silva, obispo de Roraima y Presidente del Regional Norte 1 de la CNBB, Conferencia Nacional de los obispos de Brasil, por sus siglas en portugués, agradece mucho a la Vida Religiosa Consagrada, que realiza un trabajo organizado, que poco a poco se va intensificando, en las capitales de los estados y en las fronteras, del que participan varias congregaciones masculinas y femeninas, y que tiene como punto de partida los casos, las denuncias y sobre todo el acompañamiento de aquellas personas y familias que son víctimas, que se dejan conocer y ser ayudadas en ese proceso de acompañamiento y orientación.
Es una jerarquía que camina en la misma dirección del Obispo de Roma, quien reconoce que se ha avanzado en el conocimiento de la gravedad y extensión de este fenómeno, pero todavía falta mucho por hacer para que la sociedad se conciencie y los diversos estamentos gubernamentales tomen cartas en el asunto. En repetidas ocasiones ha valorado el esfuerzo llevado a cabo y agradecido a quienes colaboran en la erradicación de esta lacra, por su testimonio fiel del Evangelio y de la misericordia.
Desde esa perspectiva, la Vida Religiosa en Brasil, a través de la Red Un Grito por la Vida y de otros organismos, pretende ser instrumento que ayude a acabar con toda forma de violación de los derechos humanos, denunciando los mecanismos de dominación y esclavitud existentes. Con una actitud profética, quieren estimular la superación de la lógica mercantilista que conducen a la explotación de las personas, especialmente de los más vulnerables.
Para concretar como llevar a cabo las diferentes actividades en este décimo aniversario, se ha reunido en Brasilia el Equipo de Articulación Nacional de la Red Un Grito por la Vida los últimos días 20 y 21 de marzo. Todo en vista de continuar la misión profética de la Red, y organizar las diferentes actividades que van a ser llevadas a cabo, especialmente el Encuentro Nacional de 17 a 21 de octubre en la capital brasileña.