Ay del que escandaliza

Lucas nos trae una sentencia muy dura contra aquellos que inducen al mal a los otros. “Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar” (Lc. 17, 1).

Esta frase me ha impactado y me he puesto a preguntar: ¿Qué quiere decirme con esta advertencia tan severa Jesús? Escandalizar, es decir, inducir al mal a un pequeño, es algo que a simple vista parece muy grave y que por ello no vamos a ser piedra de tropiezo para los demás; pero si me pongo a pensar detalladamente, en muchas ocasiones puedo ser motivo de escándalo. Siempre hay quien ve mis actuaciones, mis reacciones en momentos en que las cosas no me salen como esperaba. La vida nos trae más de un contratiempo.

¿Cómo los encajo, venidos como prueba que acrisola el oro, o arremeto contra la adversidad? Si los acepto con serenidad y paz doy pie a que otros hagan lo mismo y si me enfurezco, los que me ven puede que cuando ellos tengan también momentos negros harán lo mismo. Y no es que piense que hay que dar buen ejemplo sino que tenemos que ser buen ejemplo para los que nos rodean y especialmente para los que son más débiles.

Pienso también en todos aquellos que “escandalizan” y llevan a la perdición a muchos jóvenes y adultos con el tráfico de drogas, ellos se enriquecen y pierden para siempre a mucha gente de nuestra sociedad. Pienso en los gobiernos que fabrican armas y las venden a países en guerra. De este modo nunca habrá paz porque a ellos les interesa que no se acaben las guerras.

Dios que es Padre y quiere que todos sus hijos se salven. Si no nos convertimos, si escandalizamos, ¿merecemos que nos aten una rueda de molino al cuello y nos echen al mar? Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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