Esperar con esperanza

A lo largo de nuestra vida, de todos los momentos que experimentamos vamos esperando distintas cosas. Si analizamos pausadamente, en casi todo lo que hacemos hay un sentido de espera, y por lo tanto de esperanza. Esperar es poner todo y confiar en que algo bueno pueda llegar a ser. Por supuesto, podría y tiene muchas acepciones pero, mirado desde el punto de vista del amor, es un recibir gratuito.

Esperamos la suerte a todo nivel, un trabajo, la salud, el cariño, la comprensión… esperamos con anhelo que las situaciones difíciles desaparezcan de la mejor manera posible. Esperamos y esperamos… en definitiva, el deseo de algo muy bueno, es decir, confiar en que la esperanza no se diluya nunca jamás.

Desterrar esta esperanza puede llegar a ser un “suicidio”, porque dejamos de buscar el sentido de los acontecimientos que nos rodean y que van marcando nuestra vida. Se han de conservar estos cimientos en la construcción de nosotros mismos, para vivir así, con la ilusión que hace posible la alegría sincera.

Esperemos sin desesperanza, todo puede llegar, confiemos y pongámoslo todo en manos de Dios, porque sólo Él es capaz de llenar el espacio vacío. Texto: Hna. Conchi García.
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