Francisco, repara mi Iglesia

Jesús no tiene otros brazos que los tuyos y los míos para llevar a cabo su obra de salvación. Necesita de nosotros para hacer resplandecer en el mundo su obra de misericordia, de comprensión, de amor desinteresado, que es el único auténtico amor.
Es preciso que sepamos trillar caminos nuevos de acercar a Dios a los jóvenes, a los que la Iglesia no les dice absolutamente nada, a tantas personas que su único dios es el egoísmo, la riqueza, el placer y tantas cosas que luego les dejan un gran vacío y un mal sabor de boca.
Para San Francisco no fue fácil, ni lo será para nosotros si queremos comprometernos en esta empresa de sembrar paz, armonía y felicidad en nuestro entorno. Oremos para que el Espíritu de Jesús nos ilumine e ilumine a muchos, para ser colaboradores en su obra salvadora, para que sepamos anunciar el Evangelio con valentía, sin esconder que el seguimiento de Jesucristo es un camino exigente pero el único que nos hace felices, porque su Evangelio es la ruta del amor que es entregarse sin medida, totalmente. Nada llena tanto nuestro corazón como amar con autenticidad. Texto: Hna. María Nuria Gaza.