"Podría ser la figura de consenso y, quizás, asumiría el nombre de Francisco II" Boff: "Sugiero el nombre del cardenal de Manaus Leonardo Steiner, franciscano y pariente del cardenal Arns"

Cardenal Steiner
Cardenal Steiner

"No seamos ingenuos: allí dentro, encerrados con llave, pese a la presencia misteriosa del Espíritu Santo, emergen también conflictos. La película Cónclave lo muestra muy bien"

"Hay un buen número de cardenales conservadores que se empeñan en mantener las estructuras de la Iglesia como están, con la marginación de las mujeres y la obediencia de los demás cristianos"

"Hay también una organización conspiratoria Red Hat Report financiada por católicos conservadores norteamericanos, por magnates ligados a Trump y al ultraconservador Brennan, que utiliza los servicios de la CIA y del FBI para recoger datos de la vida privada de cardenales progresistas con la intención de manipularlos y viciar el Cónclave"

Vivimos en un torbellino de conflictos y amenazas como raramente ha habido en la historia humana. Dos hechos escandalosos nos llenan de indignación y de vergüenza: el genocidio a cielo abierto que continúa en la feroz guerra que Netanyahu está llevando a cabo  contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza. Tal crimen contra la humanidad es perpetrado por una coalición de fuerzas cuyas raíces se encuentran en el cristianismo: la comunidad europea, un expresidente católico, Joe Biden, y otro que se presenta también como católico, de la más perversa especie, Donald Trump. Los futuros manuales de historia (si hubiera todavía historia) serán implacables contra esta innombrable crueldad.

El otro hecho no se sabe si es más ridículo que un chiste sin gracia o si es una afirmación verdadera: Donald Trump se proclama presidente electo de los USA y del mundo, repito, presidente del mundo. Da la impresión de que estamos en los tiempos de la decadencia de los emperadores romanos, la mayoría perturbados, que eran capaces de tales estupideces. 

Especial Papa Francisco y Cónclave

Trump, ¿Papa?
Trump, ¿Papa?

Trump está haciendo una guerra contra toda la humanidad, pues ha roto con todos, amigos y enemigos, y quiere imponerse como señor del mundo, sin ninguna posibilidad de conseguirlo, pues la humanidad es sabia y sabrá cómo defenderse de tanta arrogancia.

Refiero tales eventos siniestros porque estamos en el contexto de un Cónclave de Cardenales, reunidos para escoger al sucesor del Papa Francisco. No seamos ingenuos: allí dentro, encerrados con llave, pese a la presencia misteriosa del Espíritu Santo, emergen también conflictos. La película Cónclave lo muestra muy bien. En cierta manera son naturales, porque la Iglesia Católica como institución religiosa no se organiza en torno al libro de los Evangelios, sino en torno a la sacra potestas (poder sagrado). Desde el siglo III la categoría central que sustenta la institucionalidad eclesial es el poder, heredado de los emperadores romanos. Y así continúa hasta hoy, hasta el punto de que el pequeño Estado del Vaticano es la única monarquía absoluta que aún existe.

Veamos lo que el derecho canónico dice del Cabeza de la Iglesia, en el canon 331: «El Pastor de la Iglesia Universal (el Papa) tiene en la Iglesia el poder ordinario, supremo, pleno, inmediato y universal». Ese poder  fue todavía aumentado, más tarde, con la característica de ser el Papa infalible en cuestiones de doctrina y moral. ¿Puede un ser humano mortal y pecador como todos portar todos esos atributos que, a decir verdad, solo caben a Dios?

Poder del papado

Quien se orienta por el poder, poco importa su calificativo, sea político, económico o religioso, obedece a esta lógica tan bien formulada por el gran teórico del poder que fue Hobbes: 

«Señalo, como tendencia general de todos los hombres, un deseo continuo e incansable de poder y más poder, que cesa solo con la muerte. La razón de ello no reside en el placer más intenso que se espera, sino en el hecho de que el poder sólo puede asegurarse buscando todavía más poder». 

Observo: todo esto no tiene nada que ver con el Papa Francisco que en su primer pronunciamiento dijo claramente que iba a conducir a la Iglesia no con el derecho canónico (canon 331) sino con el amor y el evangelio.

En el Cónclave reverbera también el tema del poder. Hay ultra-conservadores como los cardenales Robert Sarah de Guinea, el cardenal Leo Burke de USA y el cardenal Gerhard Müller de Alemania que postula una Iglesia extremadamente conservadora, una verdadera cisterna de aguas muertas. Están en contra de todas las reformas hechas y oficiales. Hay un buen número de cardenales conservadores que se empeñan en mantener las estructuras de la Iglesia como están, con la marginación de las mujeres y la obediencia de los demás cristianos. Les gustaría volver a la misa en latín con el sacerdote de espaldas al pueblo.

Para asombro general, hay también una organización conspiratoria Red Hat Report financiada por católicos conservadores norteamericanos, por magnates ligados a Trump y al ultraconservador Brennan, que utiliza los servicios de la CIA y del FBI para recoger datos de la vida privada de cardenales progresistas con la intención de manipularlos y viciar el Cónclave. Su interés es evitar la elección de un Papa progresista, incómodo a la orientación del gobierno y preferir un conservador que esté afinado con las políticas autoritarias de la actual administración.

The Red Hat Report
The Red Hat Report

Hay toda una gama de orientaciones: algunos cardenales son más progresistas, en el sentido de caminar con el mundo moderno; otros progresistas más críticos con las modernidades recelan contaminar a los fieles con pensamientos poco alineados al cristianismo oficial. Hay otros francamente francisquistas, que optan por los pobres, defienden una moral más flexible con referencia a los divorciados, acogen a las personas de otra opción sexual, abiertos al diálogo con todos como hacía el Papa Francisco. Hay un poco de todo.

¿Como se conocerán los cardenales venidos de tantos países lejanos y con culturas diferentes? En la primera semana del Cónclave se discuten los problemas internos de la Iglesia y del mundo: identificar los desafíos más relevantes y suscitar la pregunta fundamental: ¿qué cardenal sería el más apto para asumir esa tarea ingente? Está el cardenal Tagle de Manila, totalmente en la línea del Papa Francisco de una Iglesia pobre y especialmente de los pobres. Está el cardenal Zuppi de Bologna que vive en una comunidad de cristianos, va a palacio en bicicleta, defiende claramente a todos los marginados de la sociedad y una Iglesia de todos sin discriminaciones. Está el cardenal Pietro Parolin, Jefe de Estado y muy amigo del Papa Francisco, un poco conservador en doctrina pero totalmente abierto a una Iglesia con los desafíos de la nueva fase planetaria.

¿Por dónde irá la opción de tantos cardenales con tantas líneas teológicas y pastorales? Nadie lo puede saber. Sin embargo, es conocida la hipótesis: cuando no se logra un cierto consenso ni siquiera entre los “papabili” se busca a alguien más discreto que sea capaz de dialogar con las distintas partes, apto para crear un consenso. 

Sugiero el nombre del Cardenal de Manaus Leonardo Ulrich Steiner, franciscano y pariente del cardenal Don Paulo Evaristo Arns. Tiene buena experiencia mundial, habla con fluidez portugués, italiano y alemán, goza de una segura formación teológico-espiritual. Y lo más decisivo: es el único cardenal del inmenso bioma amazónico. La Amazonia, debido al clamor ecológico y al calentamiento global será con seguridad uno de los temas centrales en los debates de los cardenales. El cardenal Leonardo destacó por la defensa de los pueblos originarios, los ribereños y pueblos de la selva, fue duro contra el expresidente Bolsonaro por dejar morir a mucha gente de Covid-19, en especial por dejar los hospitales sin oxígeno. 

Steiner

Es de temperamento sereno y tierno, con una mirada profunda hacia las personas, especialmente a las que más sufren. ¿Podría ser tal vez la figura de consenso? Si lo fuera, no me admiraría si asumiese este nombre: Papa Francisco II.

Que el Espíritu sople en esa dirección y repose sobre este cardenal.

Traducción de María José Gavito Milano

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