Marie Poussepin: un rostro de Dios

Mañana, 14 de Octubre, las Dominicas de la Presentación celebramos la fiesta de nuestra fundadora, Beata Marie Poussepin (Beatificación el 20 de Noviembre de 1994), mujer que nos ofrece un rostro de Dios. Su vida fue toda entera consagrada al ejercicio de la caridad. Ella ha sido un reflejo auténtico del amor infinito de Dios por los hombres.
Un poco de historia: “Marie Poussepin, nace el 14 de octubre de 1653 en Dourdan, población próspera, cercana a Paris, perteneciente a la diócesis de Chartres. Los padres de Marie, Claude Poussepin y Julienne Fourrier, forman un hogar con sólidas convicciones cristianas que transmiten a sus hijos. Marie es la mayor de siete hermanos, todos murieron muy jóvenes, exceptuando el más pequeño, Claude.
En 1696 Marie Poussepin “inspirada por la Providencia”, deja Dourdan, población próspera donde había nacido, para ir a habitar en la humilde aldea de Sainville, en el corazón de la Beauce, entonces devastada periódicamente por la guerra, el hambre y las epidemias, y donde la ignorancia era grande, por no decir más.
Allá se propone establecer con algunas jóvenes pobres del lugar, una “Comunidad de la Tercera Orden de Santo Domingo para utilidad de la parroquia, para instruir a la juventud y servir a los pobres enfermos”. La razón de ser de su Comunidad es el servicio de la caridad. (Más información en www.dominicaspresentacion.com)
Este título del blog “Un rostro de Dios” es especial para mí, me trae muy buenos recuerdos. Hace ya algunos años, cuando en mis planes era inimaginable mi vida como religiosa, cayó entre mis manos un pequeño libro, que hacía una síntesis de quién era Marie Poussepin. Ese libro, llamado “Un rostro de Dios”, en cuya portada aparecía este título con una imagen del rostro de Marie Poussepin, fue una luz en el camino que Dios estaba preparando ante mis ojos ciegos. Leí y releí muchas veces ese libro pero ahora al hacer presente aquél recuerdo sonrío, porque sé que algo ardió en mi corazón y el tiempo trajo consigo la luz ante el proyecto de Dios que acogí en mi vida como respuesta a su llamada a la vida consagrada, como hija, precisamente de la mujer que con su vida se palpa el rostro de Dios.
En Ella siempre me ha marcado el verla como la mujer que “fue capaz… Sí, capaz de dar plenitud a lo que Dios le pedía en su vida” y lo hizo luchando contra viento y marea, superando las dificultades, haciendo camino en la fe, desde la confianza en el Dios Trinidad que habitaba su corazón.
Miro su rostro y en mis alegrías y dificultades, me da la respuesta para seguir caminando en la fe, continuar la entrega al Señor en la vida religiosa, porque sólo hay un camino y éste Ella lo recorrió en plenitud… dejarse habitar por Dios. En nuestra fiesta, nos hace esta invitación cotidiana a sus hijas. Su vida es una vida que se da, que se entrega a Dios. Es una mujer que pasó haciendo el bien y dejó plantada la semilla de la familia religiosa de “La Presentación” que sigue dando fruto, y Ella es nuestra mejor intercesora ante Dios.
Una vida que da fruto porque ha sido una vida vivida desde y por el Amor a Dios en la respuesta a su llamada, es arcilla que se ha dejado moldear por la mano de Dios y que deja una huella perdurable. Se dejó habitar por Dios… ”Conservad la presencia de Dios en todas vuestras acciones”. ¡Feliz Fiesta de la Bienaventurada Marie Poussepin! Texto: Hna. Ana Isabel Pérez.