Me comentó una joven africana, cristiana, que estaba estudiando en España: Ustedes los europeos tienen un mal concepto del hechicero. Entonces, comenzó a contarme lo que había ocurrido en su poblado. Yo tenía un tío que robaba las cabras de la gente, teniendo en cuenta que en muchas ocasiones son estos animales los que sustentan la vida de los niños. Si las familias se quedan sin la cabra que les da leche, éstos pequeños quedan desnutridos con peligro de sus vidas.
El hechicero fue a encontrarlo y le dijo que no cometiera tal injusticia porque los dioses le castigarían. Pero el hombre no entró en razón con la amonestación y continuó en las mismas. Así que un día, el ladrón apareció muerto con el vientre hinchadísimo. La gente comentaba: “¡Ah, los dioses se han vengado de sus maldades y han metido las cabras en su vientre!”. Ella continuó: Nada de venganza de los dioses, el hechicero hizo justicia y lo envenenó. Tiene que saber que el hechicero cuando ya se está haciendo mayor busca entre los de su tribu un joven bueno e inteligente al cual pasa sus secretos para que continúe la misión de hacer justicia entre el pueblo.
Es una justicia drástica en la que no se tiene en cuenta que Dios es el único dueño de la vida, pero la pena de muerte está vigente en muchos países a los que nosotros llamamos civilizados. Texto: Hna. María Nuria Gaza.