“Amaros los unos a los otros como ye os he amado” (Jn. 15, 12).
Al meditar este versículo del evangelio de San Juan me quedo atónita.
¿Cómo podía Jesús pedir a sus discípulos que amaran como Él amaba? Por santos que fueron sus apóstoles no amaron como Él amaba.
Por más que lo intente no puedo amar como Él. ¿Soy capaz de perdonar sin medida, de olvidar por completo una ofensa, de firmar como Él firma un cheque en blanco ante el desconocido?
No, Señor yo no soy capaz de amar como tu amas. Esto es para mí una utopía, pero ésta me lleva a esforzarme a amar como tú amas. Se que no lo alcanzaré pero tenderé hacia este amor sin límites que es el tuyo.
Hay otra frase evangélica que me anima:
“Sin mi no podéis nada”. Así que lo que es imposible para el hombre es posible para Dios. Entonces Señor yo pondré mi buena voluntad y tú pondrás el resto. ¡Vaya! Una gota de agua perdida en la inmensidad del mar. ¡Gracias Señor por tu bondad infinita! No te entiendo pero me gustas, y me siento feliz de que seas así.
Texto y foto: Hna. María Nuria Gaza.