El Cantar de los Cantares, sorprendente parábola del amor de Dios

Asistí el sábado a una boda católica. No se leyó ningún texto del Cantar de los Cantares. Un puritano pudor ha llevado a la Iglesia católica a un uso muy restringido del Cantar en la liturgia nupcial. Y es una lástima, porque ¿qué mejores textos de boda que los diálogos tiernos, espirituales y libres de los novios del Cantar? La visión con cataratas de hombres de fe que no aciertan a descubrir, en primera lectura, el erotismo del Cantar se podría deber a que, mirando a contrasol, en lectura mística, temiendo acaso ser infieles a su compromiso celibatario que excluye pensamientos y deseos impuros, han preferido trascender la parábola del amor de pareja desdibujando la realidad humana, tan en primer plano en el Cantar, de dos seres que se aman también con el cuerpo.

El Padre Gar-Mar, desde una visión alegorizante, espiritual del Cantar, restringía su lectura a confidencia secretísima con Dios:

Claro está que el Cantar de los Cantares no debería ser leído en público, ni siquiera en un público de personas selectas: es un libro de meditaciones íntimas para el trato secretísimo entre Dios y el alma, análogo a la reserva de las efusiones y confidencias matrimoniales


La Introducción al Cantar de los cantares, de la Nueva Biblia Española, lamenta tanta alegoría, tan deshumanizante vuelo místico (con dificultad se comprende una mística sin raíces de erotismo):

No es ése el camino. Quien no crea en el amor humano de los novios, quien tenga que pedir perdón del cuerpo, no tiene derecho a remontarse; porque "quien no ama al hombre, que ve, ¿cómo amará a Dios, a quien no ve?" (1 Jn 4,20). En cambio, afirmado el amor humano, es posible descubrir en él la revelación de Dios que "es amor". No se ha dicho cosa más alta de Dios. Ni del amor.


El Cantar es un relato bellísimo en el que dos novios/esposos viven, evocan, proyectan emociones en torno a su relación. Se trata de una verdadera parábola como las de Jesús, que contaba hermosas historias de personajes de la calle con diferentes niveles de lectura.

Hablamos de novios y esposos con cierta ambigüedad, porque el tiempo del Cantar comprende, al menos, desde el año aproximado de esponsales (noviazgo muy formal, en el que la infidelidad era castigada como adulterio) hasta el período de boda y celebraciones nupciales que solían prolongarse hasta una semana. Anne-Marie Pelletier versiona novio o esposo indistintamente, "porque el texto no contiene elementos que desarrollen una dimensión conyugal de la relación, en el sentido institucional de la palabra".

Curioso: en la edición de dos libros de poesía (Bazar y Casilda), mi padre escribió como dedicatoria: "A Casilda, mi eterna novia" y "Tu siempre novio". El amor es lumbre baja, la ley chimenea y ámbito.
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