Miguel Hernández y la sexualidad (10). Que tenemos que hablar de muchas cosas...

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Fallecido inesperadamente Ramón Sijé en la Nochebuena de 1935, Miguel, conmovidísimo, deja fluir en pocos días la tierna y rabiosa Elegía que todos conocemos.

Sobre bellos tercetos encadenados, como olas de un mar de tristeza, se desliza y deshace el corazón del poeta. Inicia su lamento imaginando el cadáver reciente del amigo. Es el encuentro con la muerte como macizo, insobornable dato de realidad. Ofrece litúrgicamente su corazón a la tierra.Sánchez Vidal, en su inteligente estudio de la Elegía, destaca el momento literario, afectivo, ideológico de Miguel, despedazado entre Neruda (cuerpo/corazón) y Sijé (espíritu/pensamiento). En estos versos se entrecruzan las dos devociones. Es un poema amplio, intenso, corazonado, sensorial. Y, al tiempo: bien medido y rimado, contenido. Existe sabia tensión entre la iconografía "sangrienta y dionisíaca de la amapola" y la "apolínea del almendro", blanco, espiritual.
Quiero escarbar la tierra con los dientes...
Los dientes simbolizan la agresividad en la bestia y en el hombre. Miguel desciende a los infiernos de su dolor, y desentierra simbólicamente a su amigo. Le besa la frente, blanco nido de utopías.
Couffon, a propósito de la amistad Miguel/Ramón, refiere el testimonio de Vicente, el hermano mayor del poeta: "Se consideraban como hermanos. Miguel y Sijé se habían jurado, inclusive, que si uno de ellos llegaba a morir, el otro debería cavar la tumba del amigo desaparecido. Sijé murió muy joven, a los veintidós años... Al saberlo Miguel... vino a Orihuela con la intención de cumplir su promesa. Cuando llegó, Sijé ya había sido enterrado. Miguel furioso, pretendió exhumar a su amigo y cavarle una nueva sepultura. Nos costó muchísimo disuadirlo de cumplir su proyecto..."
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera...
Antes de enterrarle para siempre, velará Miguel el cuerpo/flor-de-almendro de su amigo, no por cinco horas: las precisas para aclararle su amistad con Neruda, el vertiginoso descubrimiento del amor y la sangre, de las cosas pequeñas y de los hombres grandes, caracolas al borde del océano... Y que "uno de los lados más escogidos de mi corazón se ha quedado como un rincón vacío..."
QUE TENEMOS QUE HABLAR DE MUCHAS COSAS...
Recuerda Miguel, sin duda, la nerviosa correspondencia que había cruzado no hacía mucho tiempo con Ramón Sijé que veía cómo iba perdiendo a su amigo, y que ya en mayo le advierte: "Miguel, acuérdate de tu nombre... Tú me dices que Orihuela ahoga, amarga, duele, hiere con sus sacristanes y tonterías de siempre... Orihuela es la Categoría... Yo, por el contrario, no podría vivir nunca en Madrid..." En agosto, Neruda le apercibe: "Celebro que no te hayas peleado con El Gallo Crisis, pero esto te sobrevendrá a la larga. Tú eres demasiado sano para soportar ese tufo sotánico-satánico".
Todavía un mes antes del súbito fallecimiento, lanza Ramón artillería de gran calibre: "Quien sufre mucho eres tú, Miguel. Algún día echaré a alguien la culpa de tus sufrimientos humano-poéticos actuales. Transformación terrible y cruel... Nerudismo (¡qué horror, Pablo y selva, ritual narcisista e infrahumano de entrepiernas, de vello, de partes prohibidas y de prohibidos caballos!)... ¿Dónde está Miguel, el de las batallas ?"
En otro exaltado poema de esta época (Oda entre sangre y vino a Pablo Neruda)critica el poeta oriolano el absurdo ascetismo que reprime diversión y sexo:
"...millones de rebeldes al vino y a la sangre
que miran boquiamargos, cejiserios,
se van del sexo al cielo, santos tristes,
negándose a las venas y a las viñas
su desembocadura natural:
la entrepierna, la boca, la canción,
cuando la vida pasa con las tetas al aire..."

DOS PÁJAROS ME ESTÁN ENAMORANDO
Aturdido de voces interiores contrarias, ya en su bienio de ascetismo literario y personal había escrito Hernández un premonitorio soneto, al que en 1935 no es difícil poner apellidos:Sijé y Neruda.
Dos pájaros me están enamorando,
por la audición, el alma con el pío:
uno en la juncia blanda, junto al río,
y otro en la rama, lejos de lo blando.
Hacia los dos mis devociones mando:
ni a uno me vuelvo ni a otro me desvío:
y entre los dos, se encuentra mi albedrío
por los dos fervoroso suspirando.
¡Ay, qué solicitud! silban a dúo,
éste a la zurda, aquél en la derecha
sobre una paz festiva de domingo.
Y yo a ninguno de ambos exceptúo
de mi atención que, duplicada, acecha
y el pájaro mejor, ¡ay!, no distingo.

Texto completo comentado de la Elegía,pulsando aquí.