PINTORES CALLEJEROS de la Plaza Mayor de Madrid. Un nuevo estatus.

Me resulta agradable y voluptuoso contemplar, como quien no mira, el mágico espectáculo de un/una modelo del pueblo posando al aire libre frente a un artista que dibuja su retrato. Algunas veces, sobre todo como reto personal, me he sentado también yo en la silla eléctrica resoplado y sudando, en espera del picasso que enmarcar. En viajes al extrajero donde, por un precio razonable, me era posible intentarlo de nuevo, alguna vez conseguí un buen recuerdo gráfico. En otras ocasiones me era más cómodo abandonar en la papelera la última desilusión que pasearla por autobuses y aeropuertos.
En la Plaza Mayor de Madrid también me dejé caer una tarde en el asiento del sofoco y pude acercar a casa una simpática caricatura. La noticia de estos días es que se está preparando la reordenación de espacios y permisos para la treintena de dibujantes que trabajan, obligado es reconocerlo, en directo y sin red (pulsar aquí). No siempre aciertan. Aunque algunos son magníficos pintores que ejercen su oficio con inteligencia y calidad. En imagen, un artista en su trabajo, resguardado del sol y de la lluvia en un soportal de la Plaza Mayor. Fotografió Miguel Madrid.

PASEANDO POR LA CALLE ARVAT DE MOSCÚ

Cuarioseando por su pintoresco escenario (eran tiempos de perestroika, coloquialmente se la llamaba la calle de la Libertad), uno se encontraba músicos, pintores, vendedores ambulantes... Me quedé admirando el fino trabajo de los retratistas de calle, y me atreví a lanzar discretamente algún disparo de mi cámara. Podéis contemplar aquí dos instantáneas de grandes dibujantes en plena creación. Interesante la riqueza escenográfica: dibujos a lápiz, al pastel, al óleo, toda técnica es expresiva en manos de un artista.


FOTOGRAFÍA LITERARIA

El poeta Jesús Mauleón, con blandos toques de su varita mágica, ha detenido el tiempo. Desde la hoguera de su corazón alumbró luminosos versos. Y quedó retratada para siempre en el papel la inocencia de Silvia:
RETRATO DE INFANCIA
Sonríe, Silvia,
y que en tu cara brille un aleteo
alegre de invisibles mariposas.
¡Quieta un instante! Deja que se posen
las alas de la luz en esos ojos
que se alzan en un vuelo transparente,
flechas de inteligencia.
Crezca más tu sonrisa
y te eleve a la luz toda la cara
hasta entreabrir tus labios y tu boca.
Luzca
y se despeñe la mañana pura
en la mata inocente de tu pelo.
Así. No crezcas más.
Posa ya para siempre mientras corro
a parar el instante
y, en trance de apresarlo,
disparo mi palabra.
Así. Ya estás. Y ahora
sonríe en mi poema para siempre.

COMO UN ESTRAMBOTE

Me vais a permitir que, como un estrambote, os acerque el original retrato que me regaló, manejando unas cortantes tijeras sobre la carne de una cartulina azul, el maestro Cosman. Yo cumplía entonces 26 mayos.
