SI NO RECUERDO LOS SUEÑOS, ¿cómo voy a descifrar su mensaje?



Recomendando la lectura del manual de Ángeles Martín "Los sueños en psicoterapia gestalt" (pulsar aquí), presentamos un expresivo ejemplo de sueño resucitado gestálticamente en una sesión terapéutica. Se incluía el cuerpo en la dinámica. Pero se oye, muy frecuentemente, desde el desaliento: "¿Cómo voy a comprender su sentido, si no recuerdo los sueños?". Reserva Ángeles un capítulo para las "personas que no recuerdan sus sueños"...

"Para recuperar los sueños y poderlos hacer realidad es imprescindible recrearlos, perderles el miedo y vivirlos como un modo creativo del ser humano de estar en el mundo. Pensar que en cualquier momento algo es posible si le dedicamos el tiempo necesario y la ilusión mínima para poner en marcha cualquier acción, ya que la energía y el deseo dan sentido al empeño y lo prorrogan en el tiempo".


Reclama la autora ilusión y tiempo para recordar y recrear los sueños. Sólo desde una encendida motivación pediríamos a los ángeles de la noche que velen nuestro espacio MOR (Movimientos Oculares Rápidos), y respondan fielmente a los interrogantes que necesita aclarar nuestro corazón.

Ilusión y tiempo: ¿porqué no quedarnos, de madrugada, inmóviles en la cama, tratando de recordar cual fue el último pensamiento, la última escena, la postrera sensación..., acogiéndolas con los ojos cerrados y el cuerpo relajado y dispuesto. Parece imprescindible dedicar a continuación unos segundos para abocetar sin demora ráfagas del último sueño y su posible mensaje, que habrá de facilitarnos un mayor conocimiento de nosotros mismos. Así relata Ángeles Martín la sesión de Marcela, que no recordaba sus sueños:





SUEÑO DE MARCELA

Sale Marcela. Hace mucho tiempo que no recuerda sus sueños y le invito a trabajar esta dificultad a ver si encontramos el origen de sus olvidos o su imposibilidad para recordarlos.

P.: No recuerdo los sueños.
T.: Entonces vamos a trabajar los «no sueños» o los sueños olvidados o no recordados y vamos a hacerlo construyéndolos de forma simbólica, poniéndoles colores. Son los sueños que vienen durante la noche y que al llegar la mañana tú has olvidado. Para ello, te vas a acostar en el suelo como si estuvieras durmiendo y alrededor tuyo vas a colocar cojines de diversos colores que representen tus sueños nocturnos.

(Marcela elige el naranja, el azul, el verde y el blanco).

T.: Ahora imagínate que estás dormida y los sueños comienzan a pasar por encima de ti. Quiero que traigas alguno aquí, lo pongas delante de ti y le hables.
P.: (Elige primero el cojín de color naranja):


Tengo miedo (comienza a llorar).
T.: Dile qué es lo que te produce ese miedo.
P.: Sueño contigo y te tengo mucho miedo, y por eso no quiero tenerte, porque me despierto llorando.

T.: Ahora vas a representar el sueño naranja. Sé él Y háblale a Marcela.
P.: (Como sueño naranja): No sé por qué te doy tanto miedo..., yo represento los sueños color naranja, somos bonitos, no somos negros. Los sueños naranjas traemos mensajes alegres, pero, si no miras, si no abres los ojos, no nos vas a ver, nos vas a perder y además te vamos a asustar, cuando ésa no es nuestra función.
(Contesta Marcela): Pues no me fío, me parece que los sueños son siempre negros y para mí es así.
(Hace de sueño naranja respirando profundamente): Tú crees que todos somos enemigos y yo no vengo a hacerte daño.
(Marcela): Pero eso es un disfraz.

T.: Mira lo que te dice Marcela. ¡Mira que es desconfiada!
P.: (Como sueño naranja): ¡Sí que eres desconfiada! Somos tal cual, no llevamos ropas ni disfraces, somos puros. (Marcela llora emocionada).

T.: Elige otro color para representar otro sueño.

P.: El azul. Pues mira, aunque eres el color que a mí me gusta más, también me das miedo. Lo tengo aquí el miedo (señala la zona del estómago y llora).
T.: Díselo a él.
P.: Es que tengo tanto miedo, que es más grande que yo. Tengo aquí en el estómago un recipiente lleno de miedo. Está compacto como las macetas de tierra.
T.: Háblale al sueño azul y dile todo lo que te venga a la cabeza y los sentimientos que te produce.
P.: Me das miedo y no sé por qué.
(Habla ahora como sueño azul): Bueno, aquí estoy... Quería decirte que me gustaría que me vieras, que abrieses los ojos y vieras que soy de un color que te gusta mucho. Yo traigo mensajes tranquilos. No me tengas miedo. Abre bien tus ojos.
(Marcela):Ya me gustaría (llora con fuerza).

T.: Si los miras podrás ver su mensaje, si no los miras siempre vivirás asustada pensando en todo lo peor.
P.: Me da miedo abrir los ojos.
T.: Los miedos son los fantasmas, los peligros y nuestros propios sentimientos y deseos proyectados hacia afuera. Pero si no abrimos los ojos y no nos acercamos a ellos, si no nos acercamos a nuestros fantasmas y les quitamos las sábanas, todo se convierte en fuente de peligros y de inseguridad.


T.: Háblale ahora al sueño verde que tienes delante.
P.: Eras un color que no me gustaba nada, pero desde hace un tiempo me empiezas a gustar, lo asocio con la esperanza.

(Como sueño verde): Me alegro de gustarte, ya era hora, ¿no? Te está costando un huevo tener esperanza y confiar, qué delicada eres, eres dura de cabeza, cabezona y ciega... Testaruda.
(Marcela): A mí me gustaría que los sueños bonitos se hicieran realidad, y como no va a ser así no me gustan.

T.: Algunos traen mensajes buenos, tranquilidad, amor, afecto, siempre traen algo. Y es bueno escucharlos, porque siempre nos traen alguna información importante.
P.: Yo no lo sabía.
T.: Tú quieres que lo bueno sea para siempre y no ver lo malo, y así, si no lo ves, no existe, desaparece. Esa es la estrategia del avestruz, meter la cabeza bajo tierra, no mirar, con la idea de que si yo no veo, los otros no me ven a mí.
P.: Claro, porque lo malo también creía que era para siempre.
T.: La vida es proceso y cambio. ¿Quieres decirles algo al sueño verde?
P.: Yo me había empecinado con la permanencia de lo malo y con que todos serían malos.

T.: Por último, ¿quieres decirles algo a los sueños negros?
P.: Los tengo más vistos que el TBO. Vamos, que aunque no abra mis ojos los veo. Y es que cuando duermo todos son negros.
T.: ¿Cómo te sientes ahora?
P.: Siento que me he estado engañando. Que en la vida hay de todo, pero para ver la variedad hay que mirar y mantener los ojos abiertos.


T.: Ahora dile algo al sueño blanco.
P.: Creo que va a ser el primero que vea cuando abra los ojos. Si abro los ojos, desaparece el negro, comienza a entrar la luz. Si abro los ojos entran muchas cosas.
(Habla como el sueño blanco): Me alegro de que hayas abierto los ojos. Al abrirlos desaparece el negro y hay alguien... (llora) y hay alguien que te puede tender la mano.(Marcela, respirando profundamente): El estómago está bastante mejor.


T.: Abre los ojos poco a poco y descubre todos los matices de la vida, las penas, las alegrías, la paz, la compañía... Mira tu entorno.
P. (Sonriendo): Qué desconfiada, por Dios, y cuanto miedo.

T.: Ponte de pie y mira por la ventana.
(Marcela se levanta y mira por la ventana, llora, suspira y poco a poco se va tranquilizando. Después mira dentro de la sala, a su alrededor, y le pido que tenga algún contacto con algunas personas del grupo. Marcela se acerca a una mujer y le toca la mano. Y dice: «Me da mucho miedo. Yo soy de tocar, pero con el miedo no tengo contacto».Se acerca a otra mujer. «No me atrevo mucho a mirar. Me cuesta mantener la mirada». Se acerca a otra y llora mientras la toma de la mano. Nos dice que ha empezado con personas que le dan menos miedo.

Como tenemos tiempo, quiero explorar y ampliar la experiencia de la soñante con los hombres, y le propongo que se acerque a uno de sus compañeros).


P.: ¡Lo peor! (Se acerca y le coge la mano a un compañero del grupo). Se me sube el diafragma ¡uff! ¡Cómo me cuesta!

T.: ¿Puedes darle un beso en la mejilla?(Marcela se acerca, se abrazan, se besan y llora suavemente. Se nota tensión en su cuerpo y le digo que lo afloje; a partir de esa consigna se agarra a él como una lapa. El compañero la abraza desde atrás por la espalda y ella se deja y suspira más relajada y confiada).



¡HAZ REALIDAD TUS SUEÑOS!



Me apetece cerrar este pequeña excursión por dos de los Talleres de Sueños de Ángeles, con su retrato alegremente enmarcado, porque, a pesar de que la vida le ha jugado alguna vez inesperadas traiciones, continuó la marcha con esperanza y tesón. Fundó en 1976 y dirige el Instituto de Psicoterapia Gestalt (IPG), desde el que ofrece, con excelente calidad, formación gestáltica a lo largo de tres cursos (teléfono 913000321).

Me voy a permitir cerrar página con una anécdota personal, sencilla como todo lo suyo, que refiere al final del capítulo dedicado a los que no recuerdan los sueños (probablemente porque temen –tememos– enfrentarnos a nuestros fantasmas interiores y deciden –decidimos–, como el avestruz, esconder la cabeza o mirar para otro lado...):

"Hace muchos años, allá por 1977, Francisco Hunneus, un día que salíamos de casa de mis padres, me dijo: «Haz realidad tus sueños». Jamás olvidaré aquella frase, pues creo que marcó mucho mi vida y probablemente la ha enriquecido enormemente."

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