La poeta cubana D. M. Loynaz, hoy (6). POEMAS DE AMOR Y DE MISTERIO

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Ilustramos la entradilla del post de hoy con la reproducción de la portada de “Poemas sin nombre”, de Dulce María Loynaz, en la edición del 2.000, incluida en el catálogo de Ediciones Hnos. Loynaz.El diseño es original y dibuja un reducido grupo de luminosos edificios presididos por cruces, algo así como iglesias o capillas, situados en el estrecho valle de un desfiladero mágico. En primer término, barro, oscuro barro, peligroso barro. Y rodando por el barro, un huevo, esperanza de nueva vida... Paisaje misterioso que ambienta, con respeto y fervor, el intenso caudal de luz, de fantasía, de emoción, de los 124 poemas del catálogo.

¿Qué mejor introducción al poemario que reproducir en nuestro blog algún párrafo de la Presentación de César López para la edición del milenio?:
“Desde la sutil titulación del conjunto hasta el rotundo y afirmativo final del último de los poemas, se mantiene una tensión concentrada que en modo alguno rehuye tocar, de forma diversa y varia intensidad, los distintos aspectos de su temática -vida confrontada de la propia autora, transparencia recatada y a veces críptica de su entorno- que en vez de repetirse insiste en su abordaje y comprensión hasta llevarla a una desnudez púdica y a la vez deslumbrante y reveladora.”

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"CON UNA VOZ EBRIA DE PASIÓN AMOROSA..."

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Descubríamos en el último post cuatro poemas religiosos incluidos en "Poemas sin nombre". No cabe duda: a pesar de la seducción que ejercen sobre Dulce María las religiones de Oriente y su visión panteística del mundo, prosigue el cristianismo de su infancia alimentando su espiritualidad en la figura de un Dios personal a quien dirigir su gratitud y sus quejas (pulsar).

Pero los versos de hoy no se dirigen a Dios, se dirigen alucinatoriamente al Amado, un ser de carne y hueso pero investido de algo así como atributos trascendentes. Diríamos que la transitoria locura del enamorado se hace misterio, se hace religión en la aventura amorosa de la poeta cósmica de la isla de Cuba.

Pero, ¿por qué no escuchar antes algunos párrafos de la documentada lectura que hace Asunción Mateo de "Poemas sin nombre", en su Introducción a la "Antología lírica" de Austral?:

"Es este un libro lleno de sobriedad, sin concesión a vaguedad alguna, de gran pureza y libertad formal, el de mayor intensidad y fuerza. La propia autora lo ha calificado de ascético y ha dicho que aquí es en donde se encuentra su poesía más plena y perdurable. Ante nosotros aparece una Dulce María más auténtica, desgarrada, alejada de cualquier poesía convencional, con una voz ebria de pasión amorosa..."

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"Y SOLO VEÍA LAS DESNUDAS PAREDES DEL SILENCIO..."

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Si algún sentido poseía Loynaz notablemente abierto era el oído. Tocaba bien el piano, componía versos rítmicamente perfectos y tan sensible era al ruido que se la conoce como “poeta del silencio”. Refiere Perla Cartaya anécdotas de Dulce María como la siguiente:

«Amó intensamente. Le llegó el primer amor, cuando tenía 17 años de edad, a través del hilo telefónico, por una voz desconocida que, refiere la escritora de Jardín, “habría de convertirse con el tiempo en el fantasma de mi oído”.Y lo quise tanto, explicará más tarde, que “aún sigue siéndolo cuando ya la boca que la articulaba se ha deshecho bajo la tierra.”»

Se refiere, naturalmente, Perla al segundo y definitivo esposo, Pablo Álvarez de Cañas: en aquel momento no pudo desobedecerla prohibición familiar de casamiento con el periodista canario. En “Poemas sin nombre” nos ha dejado escritos Loynaz unos versos sobre la voz de Pablo, el “Poema XXXVIII”,que así concluye: “si dices una palabra más / con esa voz que me pones de punta en el pecho, / yo caería atravesada, muerta / por una espada invisible / dueña del camino más recto a mi corazón.”

Pero los impresionantes versos que me gustaría hoy destacar están incluidos en otro título, el “Poema XLVIII”. Acaso lo escribió en momentos de ausencia y soledad, en los que se hacen presentes en el ensueñola voz, el beso, la figura, el olor... del ser amado que tanto se desea, que tanto se necesita:

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POEMA XLVIII

Tú me hablabas, pero yo no sabía desde dónde. Y sentía tu voz, tu misma voz fluyente y cálida, un poco ronca, a veces, por la emoción que se te apretaba a la garganta.

Tú me hablabas, pero yo no sabía desde dónde, ni distinguía tus palabras; sólo percibía tu voz naciendo, como la noche, de todos los puntos del paisaje.

Y tu voz era una ola tibia que me envolvía, poco a poco primero, como blandura de marea alucinada por la luna y arrebatadora después, con sacudidas de tormenta que se infla por el horizonte.

Era tu voz otra vez -¡y cuándo no fue tu voz!- la que yo sentía no sólo ya en mis oídos, sino en la misma carne, como ola de agua, de fuego, como ola espesa que avanzaba creciendo.

Era tu voz, fantasma de mi oído, sabor recóndito y constante de todas las músicas, de todas las palabras, de todas las voces que han sonado en mi vida después de ella; era tu voz, tu misma voz única e inextinguible siempre, que me envolvía, que me cercaba, que me doblegaba el alma reacia, súbitamente estremecida.

Pero yo no sabía desde dónde me hablabas. Era tu voz, sí, tu misma voz de fuego y agua y huracán. Pero yo miraba temblando en torno mío, y sólo veía las desnudas paredes del silencio.

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SI DIJERA EL NOMBRE, NACERÍAN ROSAS NUEVAS EN EL MUNDO...

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El nombre de la persona amada fluye como miel por los amantes labios.Se juegacon el nombre como si fuese un pájaro, una mariposa... Se canta el nombre, como Tony en “west side story”, navegando mar adentro por las cálidas aguas de “María”(“el sonido más hermoso que jamás oí..., dicen que es suave y casi como una oración...”). Tan suave, tan misterioso, tan encendido es el nombrede quien Dulce María sabe, que no se atreve a pronunciarlo, no sea que se le rompa, que se lo manchen, que se lo roben. Porque su nombre es mucho más que un caprichoso enjambre de sonidos, es la cósmica esencia de la historia de amor de Amado con Amada...

POEMA LXVI

Yo no digo el nombre, pero está en cada estrella que abre, en cada rosa que muere.

Yo no digo el nombre, pero lo dice la alondra en su primer saludo al alba y el ruiseñor al despedirse de la noche.

No lo digo; pero, si lo dijera, temblor de ruiseñores habría en mi pecho, sabor de luceros en mi boca y rosas nuevas en el mundo.

No lo digo, pero no hay para mí, en este mundo nuestro, alegría, dulzura, deseo, esperanza, pena que no lleve ese nombre; no hay para mí cosa digna de ser llamada, que no se llame de esa manera.

Y nada llamo, y nada digo, y nada responde al nombre que no se pronuncia, que no pasa de mis labios como no pasa la inmensidad del mar del hilo de arena que le ciñe la playa.


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LA POETA CUBANA

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DULCE MARÍA LOYNAZ, HOY

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1.“Señor que lo quisiste, ¿para qué habré nacido?”

SEÑOR QUE LO QUISISTE...


2.La oración del alba

LA ORACIÓN DEL ALBA


3.Desciendes sobre mí como un Arcángel

QUIÉREME ENTERA
YO TE FUI DESNUDANDO...
SAN MIGUEL ARCÁNGEL


4.Tres poemas religiosos sin nombre

POEMA LXXXI: “El Señor me ha hospedado...”
POEMA LXXIX: “Viendo volar...”
POEMA XCV: “Sed tienes...”


5.Cuatro oraciones desde la noche larga

POEMA XCVII: “Señor mío, Tú me diste...”
POEMA IV: “Con mi cuerpo y con mi alma...”
POEMA LXXXVI: “Perdóname...”
POEMA LXXXIII: “Con collares de lágrimas...”


6.Poemas de amor y de misterio

POEMA XLVIII: “Tú me hablabas, pero yo no sabía...”
POEMA LXVI: “Yo no digo el nombre...”


7.Minipoemas líricos

POEMAS XXVII, XIV, XIII
POEMAS XX, XVIII, LXXXIX
POEMAS CVI, XXIII, XIX, XXV


8.Se te quedó la lengua azul...

CANCIONCITA DEL PERRO SONIE
EL PEQUEÑO CONTRAHECHO


9."¡Ella es como un rosal vivo!"

CHECHÉ



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