Dejad que los muertos entierren a sus muertos.

El Alcalde de Vitoria-Gasteiz, Javier Maroto, ha desatado la polémica con su iniciativa de dar el nombre de Adolfo Suarez a la Nueva Estación de Autobuses de la ciudad. El resto de grupos políticos han manifestado su malestar por no haber sido consultados y una iniciativa ciudadana ha encontrado la oportunidad de lanzar una propuesta enfrentada a la del alcalde.


Non solum sed etiam

La polémica suscitada en Vitoria-Gasteiz por la propuesta de poner el nombre de Adolfo Suarez a la nueva estación de autobuses y la contrapropuesta de un grupo de ciudadanos de denominar a la Estación de Autobuses “3 de Marzo”, me recuerda ese pasaje evangélico en el que Jesús invita a poner la mano en el arado y no mirar a tras, a que dejemos que “los muertos entierren a sus muertos” y a apostar por el futuro mirando hacia adelante.

Si como una opinión más se me permite, ni Adolfo Suarez, a quien se le puede otorgar una calle como a otros muchos que figuran en el callejero, ni 3 de marzo, que ya tiene su plaza, sus monolitos y su mural, allí donde ocurrieron los tristes hechos del 76. Por cierto que el 3 de marzo tiene ya un número de elementos urbanos de recuerdo muy superior al de otros hechos no menos luctuosos (especialmente para las respectivas familias), y que también ocurrieron en nuestras calles.

Creo que vivimos nuevos tiempos que invitan a ese dejar que los muertos entierren a sus muertos.
Si hay que darle un nombre a la estación de autobuses podría abrirse un concurso de ideas, de propuestas entre la población, podría denominarse temporalmente Nueva Estación, podría tomar el nombre de la plaza sobre la que se asienta, podría tener un nombre que invite a la movilidad, al uso de los transportes públicos, a una apuesta de futuro.

Sinceramente la Estación de Autobuses de Vitoria-Gasteiz no me gustaría que llevase un nombre del pasado sino del futuro, un nombre que no genere sentimientos encontrados sino la ilusión por el construir.
Respetando todos los derechos que son de justicia, y que cada cual siga su curso legal, ello no quita para que la vida continúe, y mientras desde el respeto dejamos que los muertos entierren a sus muertos, los demás pongamos la mano en el arado y tiremos para adelante abriendo nuevos surcos, no más heridas.
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