Elizalde: “Dios está aquí, y nosotros aquí con Él”

La Catedral de María Inmaculada registró un lleno en su aforo, que supera las mil personas. Varios colectivos de la Diócesis estaban representados por sus estandartes, pero, de manera especial, sobresalían dos grupos, los enfermos, arropados por la Hospitalidad de Lourdes con sus damas y camilleros, y los niños de la Primera Comunión.
El medio centenar de niños y niñas que, en las semanas previas a este domingo, habían celebrado su Primera Comunión tuvieron un protagonismo especial: primero por parte del obispo de la Diócesis que hizo su homilía en un diálogo con ellos; habló con ellos y para ellos, pero también con continuos guiños en sus palabras a los adultos. Y a todos decía: “Dios está aquí, y nosotros aquí con Él”
También en su catequesis/homilía aprovechó para dar otros mensajes: “ser cristiano es reconocer en el más pobre y necesitado a Jesús de Nazaret.” “Domingo a domingo, en cada eucaristía, Jesús nos va legando su manera de vivir, de desvivirse.”
En esa misma línea monseñor Elizalde recordó a los cristianos que se juegan la vida por su fe, a los cristianos perseguidos, a los que son asesinados por ser cristianos, por ir a misa en países como Irak o Nigeria.
Al final de la homilía tuvo un recuerdo para todas las personas, especialmente la comunidad parroquial ligada a la Catedral Nueva, que desde hace meses han venido preparando la jornada del Corpus Christi. Recordó también a las personas de la delegación diocesana de patrimonio que han hecho un esfuerzo para tener a punto y restaurada la carroza confeccionada para esta fiesta del Corpus. La procesión recupera este año la Custodia Procesional, del s. XVII, tras su limpieza, pulimento y restauración. La custodia, de plata, se compone de tres cuerpos ascendentes sobre basamento, dentro de la estética barroca. Fue realizada por el platero Juan Lorenzo de Valladolid y donada en 1623 por el Arzobispo don Francisco de Esquível a la entonces Colegiata de Santa María. Desde el pasado mes de noviembre se han venido realizando labores de limpieza, pulimento y restauración, tanto de la Custodia Procesional como de su carroza- propiedad de la Catedral Santa María- propiciadas por el Obispado.
Otro momento de protagonismo fue cuando el obispo pudo dar la comunión a todos los niños y niñas de la Primera Comunión. Y posteriormente en la procesión encabezaron la marcha dejando un reguero de pétalos de rosas hasta la Plaza de España o Plaza Nueva, donde, ante varios centenares de personas, el obispo impartió la bendición con la Custodia.

Tras la bendición comenzaron a caer las primeras gotas de esa tormenta anunciada pero que se había contenido. De regreso a la catedral las caras de los asistentes eran de satisfacción. Se había recuperado la calle para una celebración pensada para hacerse en la calle, en medio de la vida de la ciudad, en el corazón de la vida y de la fiesta de las ciudades.
Non solum sed etiam

Aun cuando la estampa de la carroza de plata, las capas pluviales del clero, los estandartes de cofradías y hermandades , y los niños de la Primera Comunión puedan suscitar en algunas personas reminiscencias del pasado , hay que señalar que la celebración del Corpus Christi en Vitoria ha sido un acto absolutamente encarnado en este siglo XXI. ¿Por qué? Pues porque ha sido un acto de libertad de expresión, ha sido una manifestación en la que la comunidad cristiana de Vitoria ha compartido su mayor Tesoro, la presencia de Jesús en la Eucaristía y su bendición.
La jornada ha sido histórica porque la ciudad ha recuperado una manifestación pública, en el espacio público que le corresponde, y se ha podido ofrecer, desde el respeto a todos, lo mejor que tenemos los cristianos. El gran logro ha sido que un nuevo triunfo, en este caso espiritual y cultural, se ha recuperado para sumarse a otros triunfos que vive esta ciudad en lo deportivo, lo cultural, lo artístico, lo gastronómico,… La fiesta del Corpus, aunque algunos traten de relegarla al pasado, es hoy una aportación al presente, es una sinergia que, tiempo al tiempo, irá tomado cuerpo y consiguiendo la aceptación de la ciudadanía con sana normalidad. Porque lo bueno no hace daño a nadie. Y para nosotros lo bueno es que Dios está aquí, y nosotros aquí con Él.