Ante la Jornada contra la Trata de Personas



En la Jornada Mundial contra la Trata de Seres Humanos
, Cáritas se ha hecho eco de la denuncia que desde la Iglesia se hace respecto de este tema. En el texto publicado en su web recuerdan el principio establecido en el artículo 4 de la Declaración de los Derechos Humanos en 1948, donde se señala que “nadie podrá ser objeto de esclavitud o servidumbre; la esclavitud y el comercio para la esclavitud están prohibidos en cualquiera de sus formas”. Y señalan que a pesar de que han transcurrido casi 70 años de la Declaración, “esta esclavitud no ha desaparecido, sino que la hemos invisibilizado.”

Hacen referencia al tráfico de órganos, a los “niños soldado”, a los discapacitados usados para la mendicidad y por supuesto a la prostitución.

Otro párrafo del texto de Cáritas Española dice: “La violencia contra las mujeres y las niñas es, probablemente, la violación de los derechos humanos más habitual, y que afecta a un mayor número de personas. Este escándalo cotidiano, que se manifiesta de diferentes maneras y tiene lugar en múltiples espacios, posee una raíz única: la discriminación por ser mujer. Como ha señalado la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, “aún se precisan esfuerzos ingentes para garantizar la realización del derecho de las niñas y las mujeres a una vida libre de violencia”. En el caso de la trata, a la desigualdad entre hombres y mujeres, hay que sumar las situaciones de pobreza, e incluso de conflicto, que atraviesan los países de origen de las víctimas.”
El tema de la migración está también estrechamente ligado al de la trata de personas.
La información de Cáritas concluye con una demanda a la sociedad civil y a los poderes públicos: “Urgimos a la sociedad civil y Administraciones públicas a sumar esfuerzos para erradicar esta lacra social, protegiendo a las víctimas y persiguiendo a aquellas personas y organizaciones criminales que se enriquecen a costa de las víctimas.”

Non solum sed etiam

Hace aproximadamente un año el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, participaba por primera vez en una de las reuniones del Grupo Santa Marta en Roma en calidad de miembro de la comisión de la Conferencia Episcopal española que aborda estos temas. A su regreso le realizaba una entrevista de la que rescato los siguientes párrafos:


“Aunque la única causa de todos estos males no esté en el primer mundo, que somos cómplices es un hecho evidente. En el tema de la prostitución se dijo que la gran demanda es el perfecto caldo de cultivo para que existan estas mafias que trafican con personas a las que obligan a prostituirse. A lo largo de toda la reunión se realizaron muchas autocríticas y demandas para la colaboración de todos los agentes implicados. Se reconoció cómo la Iglesia es una de las instituciones que vive con más cercanía la situación de las víctimas de la trata y por lo tanto dispone de una valiosa información, una información que, en aras de proteger a las personas, muchas veces se reserva. Desde estamentos policiales se argumentaba que esa información sería de gran ayuda en la lucha contra la trata. La verdad es que allí fui consciente de que un problema de este calibre no puede afrontarse exclusivamente desde la caridad cristiana, precisa de la colaboración de otras entidades, de una suma de fuerzas, y la comunicación entre ellas, en algunos casos puede ser decisiva.”
“De los datos a los que he tenido acceso destacaría cómo en los últimos años ha crecido el número de personas liberadas por la policía de las mafias de trata de personas, y en parte este aumento se corresponde también con un aumento de las denuncias, sobre todo por teléfono y por correo electrónico. Estos quizá son datos destacados. Sí me llamó la atención también el dato que me dio el representante de la policía que participó cuando me dijo que desde su departamento se había actuado en San Sebastián y en Bilbao pero no en Vitoria.”
Y de toda esta experiencia ¿qué se trae para casa el obispo de Vitoria?
La idea de crear un pequeño Grupo Santa Marta Diocesano. Un grupo en el que puedan participar aquellas órdenes religiosas, que ya, por carisma, trabajan estos mundos, otros sectores de la Iglesia como Cáritas o Berakah que trabajan el mundo de la acogida a los inmigrantes, alguien quizá de la coordinadora de ONGs que nos conecte con el mundo de las organizaciones humanitarias, y luego los servicios de seguridad presentes aquí, y las fuerzas institucionales de Ayuntamiento, Diputación y Gobierno Vasco. Si fuese posible me gustaría contar también con la Universidad como institución investigadora y divulgativa. Esa es la idea a la que habrá que ir dando forma poco a poco.
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