"Aunque no sea reconocida oficialmente con la importancia que se merece" María Magdalena, apóstol de los apóstoles

"Es una realidad que las únicas personas que jamás perdieron la fe en la Misión de Jesús fueron María la madre del Salvador y María Magdalena"
"Por este motivo, la Iglesia Católica debería reconocer -con mayor precisión y claridad- el papel desarrollado por María Magdalena, la única testigo de la Resurrección y la discípula/apóstol más amado"
"Sin embargo y hasta hace muy poco tiempo, la jerarquía de la Iglesia católica ha continuado permitiendo que se la considerase, erróneamente, una prostituta arrepentida"
"Sin embargo y hasta hace muy poco tiempo, la jerarquía de la Iglesia católica ha continuado permitiendo que se la considerase, erróneamente, una prostituta arrepentida"
| Federico Sánchez*
25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
26 Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
27 Después dijo al discípulo: He aquí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. (Jn. 19,25-27).
Es una realidad que las únicas personas que jamás perdieron la fe en la Misión de Jesús fueron María la madre del Salvador y María Magdalena. Por todo ello, podemos observar que la Iglesia de Jesús, no habría comenzado a caminar de no ser por la acción, una vez más, de las mujeres que rodeaban al Maestro, sus más íntimas seguidoras y fieles servidoras. Por este motivo, la Iglesia Católica debería reconocer -con mayor precisión y claridad- el papel desarrollado por María Magdalena, la única testigo de la Resurrección y la discípula/apóstol más amado.
En el Evangelio según Felipe (gnóstico, códice II de Nag Hammadi) se afirma que “El Amo amaba a Máriam más que a todos los demás discípulos, y él la besaba a menudo en su boca” De hecho, esta extraordinaria mujer es el personaje más destacado en los evangelios oficiales después de Jesús, ya que aparece en los momentos claves del mensaje divino de Jesucristo.

María Magdalena, María de Magdala, María de Betania, o Apostola apostolorum, o la discípula más amada. Por muchos nombres se conoce a este personaje bíblico, fundamental en el Evangelio de Jesús, hasta el punto de ser el personaje (después del mismo Maestro galileo) con un peso específico fundamental, aunque no sea reconocido oficialmente con la importancia que se merece.
Esta afirmación puede resultar extraña en un principio, e incluso un poco heterodoxa, porque todos piensan que san Pablo es el personaje más conocido e importante, ya que dio forma a la teología cristiana (teología paulina) sentando las auténticas bases de la Iglesia de Pedro.
No obstante, lo anterior, podemos afirmar que María Magdalena es un personaje de gran importancia:
-Ya que fue la más fiel seguidora.
-Estuvo en los momentos claves del ministerio.
-Recibió más información que ningún otro apóstol, discípulo o amigo de Jesús.
-Era la discípula/apóstol más amado.
-Y la prueba más fehaciente es que fue eliminada toda su impronta por el poder patriarcal.
-Quien la obvió, posiblemente, porque el mismo Pablo quiso crear la nueva teología, la nueva Iglesia.
Recordemos que el apóstol Pablo no es evangélico, sino posterior. No acabamos de compartir la idea (generalizada en corrientes heterodoxas) de que el autodenominado apóstol era extremadamente conservador y un tanto misógino. Pensamos que, en realidad, su doctrina es gnóstica, aunque se ha desvirtuado en extremo y sacado de contexto, siendo muy manipulada por cierta jerarquía eclesiástica.
María Magdalena es un personaje real. Hoy día, con excesiva arbitrariedad y argumentado unos planteamientos que se alejan de una lógica histórica coherente, se atribuye a la de Magdala que enseñaría el gnosticismo al mismo Maestro galileo; es decir, según esta teoría, María Magdalena estaría muy lejos de ser la mujer arrepentida por sus pecados, sino que sería una maestra gnóstica que enseñaría esta filosofía ancestral al propio Jesús. Como señalamos hace breves instantes, no compartimos esta última afirmación.

Lo cierto es que María Magdalena es un personaje histórico, porque todos los evangelios, pese a intentar ocultar su importancia, pese a intentar esconder la relevancia en la Iglesia naciente, en el movimiento de Jesús, no lo consiguen.
Hasta hace muy poco tiempo, la jerarquía de la Iglesia católica ha continuado permitiendo que se la considerase, erróneamente, una prostituta arrepentida; hay que destacar que es la misma Iglesia la que santificó y dedicó a su advocación cientos de templos y catedrales.
Lamentablemente, el Magisterio de la Iglesia nos ha enseñado que María Magdalena fue una prostituta a la que Jesucristo le expulsó siete demonios. A partir de ese momento fue seguidora fiel del Maestro de Galilea en los últimos meses de su vida pública, acompañándole hasta la cruz; estuvo con él en la bajada y semi enterramiento; visitó el sepulcro para ungir al cadáver y prepararlo para la sepultura; al hallar la tumba vacía corre hasta donde están los discípulos y anuncia el hecho, no siendo creída, no sin antes encontrarse cara a cara con el resucitado. Realmente aquí acaba, prácticamente, la historia oficial de María Magdalena. Por supuesto, en los textos apócrifos los datos son mucho más ricos; pero en el canon de la Iglesia, María Magdalena es, básicamente, lo narrado.
El evangelista Lucas (Lc. 8,2) nos informa que entre las mujeres que seguían a Jesús y le asistían con sus bienes estaba María Magdalena. Para la mayoría de los teólogos católicos se trataría de una mujer llamada María, que era oriunda de Migdal Nunayah, en griego Tariquea, una pequeña población junto al lago de Galilea, a unos cinco kilómetros al norte de Tiberias. De ella Jesús había expulsado siete demonios (Lc. 8,2; Mc. 16,9) que, según algunos expertos sería lo mismo que decir todos los demonios; para otros, se trataría de la curación o sanación de algún tipo de enfermedad o trastorno del cuerpo y del espíritu (en aquella época todo trastorno mental o neuronal se consideraba demoníaco); finalmente, para otros, como este investigador, sería un ritual de purificación y sanación absoluta, liberándola de los Siete Pecados Capitales y llevándola a la Luz de Cristo. Lo que sí parece claro es que no se trató de un exorcismo tal y como hoy lo conoce la Iglesia romana; es decir, ningún tipo de demonio, de ángel (o ángeles) de la oscuridad habría poseído el cuerpo de María de Magdala.
Así mismo, los evangelios sinópticos la mencionan como la primera de un grupo de mujeres que contemplaron de lejos la crucifixión de Jesús (Mc. 15,40-41) y que se quedaron sentadas frente al sepulcro (Mt. 27,61) mientras sepultaban a Jesús (Mc. 15,47) Señalan que en la madrugada del día después del sábado María Magdalena y otras mujeres volvieron al sepulcro a ungir el cuerpo con los aromas que habían comprado (Mc. 16,1-7); entonces un ángel les comunica que Jesús ha resucitado y les encarga ir a comunicarlo a los Discípulos (Mc. 16,1-7)

El evangelista Juan presenta los mismos datos, con pequeñas, pero importantes variantes. María Magdalena está junto a la María, la madre, al pie de la cruz y el evangelista Juan la nombra nominativamente a ambas y, curiosamente, no dice nada de él mismo, a quien la tradición ha considerado el discípulo amado a quien Jesús entrega a su madre (Jn. 19,25) Después del sábado, cuando todavía era de noche se acerca al sepulcro, ve la losa quitada y corre a avisar a Pedro, pensando que alguien había robado el cuerpo de Jesús (Jn. 20,1-2) De vuelta al sepulcro, porque Pedro (al que la tradición considera el primer Papa) no la cree (era costumbre entre los judíos no confiar en la palabra de la mujer); parece ser que se queda llorando y se encuentra con Jesús resucitado, quien le encarga anunciar a los discípulos su vuelta al Padre (Jn. 20,11-18) Es decir, el mismo Maestro galileo resucitado, en forma posiblemente no humana sino en cuerpo celestial (de ahí el “no me toques”) encarga a La Magdalena que anuncie la parte más importante de su estancia en la tierra, la base fundamental de la fe cristiana: Cristo ha resucitado de entre los muertos. No se lo encarga a sus lugartenientes conocidos: Pedro, Juan y Santiago (su hermano) sino que es a una mujer (despreciada por este hecho en la cultura judía) a quien le encarga anunciar su extraordinario proceso.
Por ello, tanto la Iglesia cristiana romana como la rama hermana oriental han considerado siempre a María Magdalena como un ser con una gracia especial, como el primer apóstol o el apóstol de los apóstoles (respectivamente) No deja de resultar paradójico que la misma Iglesia que la pone en la cabeza del grupo apostólico (los elegidos por el propio Jesús) la repudien más tarde y la oculten bajo la losa de ser prostituta.
María Magdalena fue la primer y único testigo del Salvador resucitado. Ella fue a contar lo acontecido y no la creyeron. Insufló y alimentó la fe y eliminó el miedo de sus compañeros apóstoles y del resto de los discípulos elegidos.
"Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas" (Juan, 20:18).
*Federico A. Sánchez es filósofo, teólogo, periodista y escritor especializado en espiritualidad. Fundador y presidente de la Sociedad Española para la Difusión de la Espiritualidad (SEDEL), director de Espiritusofía, Escuela del Alma.

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