Cuestionando el discurso del rearme en Europa: una apuesta por la paz y el diálogo Monseñor Xabier Gómez: "El rearme, lejos de ser una garantía de seguridad, fomenta una espiral de desconfianza y agresividad entre naciones"

"Urge una reflexión que reivindique el diálogo y la diplomacia como las verdaderas vías para la paz. No es buenismo ni ingenuidad"
"La paz es un derecho humano universal, no un paréntesis entre guerras"
"Pacem in terris de san Juan XXIII o Fratelli tutti del papa Francisco subrayan que la verdadera paz solo se construye sobre la justicia, el respeto a los derechos humanos y la fraternidad entre los pueblos"
"Las grandes corporaciones del sector armamentístico se benefician enormemente de este aumento del gasto"
"Pacem in terris de san Juan XXIII o Fratelli tutti del papa Francisco subrayan que la verdadera paz solo se construye sobre la justicia, el respeto a los derechos humanos y la fraternidad entre los pueblos"
"Las grandes corporaciones del sector armamentístico se benefician enormemente de este aumento del gasto"
| Xabier Gómez, obispo*
(Ecclesia).- «Los pueblos y ciudadanos aspiran a vivir en paz. La paz es un derecho humano universal, no un paréntesis entre guerras»
El clima de creciente tensión en Europa, alimentado por discursos que promueven el rearme y la militarización como respuesta a los conflictos internacionales, genera una preocupación profunda desde la perspectiva del Evangelio, la Doctrina Social de la Iglesia y el mensaje del papa Francisco. Frente a esta tendencia, no es de extrañar la reacción de gran parte de la población expresando su inquietud y desacuerdo.
Más allá de posibles lecturas ideológicas entre quienes apoyan o critican el incremento en gasto militar y cierto relato prebélico en Europa, urge una reflexión que reivindique el diálogo y la diplomacia como las verdaderas vías para la paz. No es buenismo ni ingenuidad. Y no podemos dejar que las decisiones solo las tomen los gobernantes de las naciones. En la inmensa mayoría de ocasiones los pueblos y ciudadanos de esos gobiernos aspiran a vivir en paz. La paz es un derecho humano universal, no un paréntesis entre guerras.

Los sucesores de Pedro de los últimos dos siglos han sido una voz constante en la denuncia de la guerra como un fracaso de la humanidad. En numerosas ocasiones, el papa Francisco ha advertido sobre la «locura» del armamentismo y la peligrosa lógica de la escalada bélica, que no solo aumenta el sufrimiento humano, sino que también refuerza una economía de la muerte en la que el comercio de armas se antepone al bienestar de los pueblos. Como ha insistido el Pontífice, «no podemos confiar en las armas para garantizar la paz», pues estas solo perpetúan el miedo y la hostilidad.
Desde la Doctrina Social de la Iglesia, el recurso a la guerra solo puede considerarse en circunstancias límites y como último recurso, según los criterios de la «guerra justa» establecidos por san Agustín y santo Tomás de Aquino. Sin embargo, el magisterio reciente ha puesto un énfasis creciente en la necesidad de superar esta lógica, promoviendo la resolución pacífica de conflictos y el desarme progresivo. Documentos como Pacem in terris de san Juan XXIII o Fratelli tutti del papa Francisco subrayan que la verdadera paz solo se construye sobre la justicia, el respeto a los derechos humanos y la fraternidad entre los pueblos.
El rearme, lejos de ser una garantía de seguridad, fomenta una espiral de desconfianza y agresividad entre naciones. La historia reciente demuestra que las estrategias basadas en la disuasión armada suelen derivar en conflictos abiertos, con consecuencias devastadoras para la población civil. Además, detrás del discurso belicista, existen intereses económicos evidentes. Según informes del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), el gasto militar mundial alcanzó un récord de 2,24 billones de dólares en 2023, con Estados Unidos, China, Rusia, India y Arabia Saudita a la cabeza. En Europa, Alemania, Francia y el Reino Unido han incrementado significativamente sus presupuestos militares.
Las grandes corporaciones del sector armamentístico se benefician enormemente de este aumento del gasto. Este complejo militar-industrial ejerce una fuerte presión sobre los gobiernos para que sigan aumentando los presupuestos de defensa, consolidando una lógica de guerra perpetua que solo beneficia a sus accionistas.

El incremento en el gasto militar tiene un impacto directo en el recorte de inversiones en sectores sociales fundamentales. En varios países europeos, el aumento de los presupuestos de defensa ha venido acompañado de recortes en sanidad, educación y asistencia social. En 2023, Alemania, por ejemplo, aumentó su gasto militar en un 8,3 %, mientras reducía la financiación de programas sociales y de cooperación al desarrollo. De manera similar, el Reino Unido y Francia han reorientado recursos hacia la industria armamentística, reduciendo significativamente los fondos destinados a la ayuda a países en desarrollo.
Estos recortes en cooperación internacional han agravado las crisis humanitarias en diversas regiones del mundo. La reducción de la ayuda al desarrollo en África y Oriente Medio ha contribuido al deterioro de las condiciones de vida en países ya afectados por la pobreza y la inestabilidad política, lo que a su vez ha intensificado los flujos migratorios hacia Europa. La falta de inversiones en infraestructuras básicas y en proyectos de desarrollo sostenible empuja a miles de personas a huir de sus países en busca de mejores oportunidades, generando crisis migratorias que luego son instrumentalizadas políticamente para justificar políticas de seguridad más restrictivas. Perversa espiral.
Otro factor preocupante es la creciente manipulación de la opinión pública a través de las redes sociales y la inteligencia artificial. Gobiernos con tendencias autocráticas están utilizando estas herramientas para moldear las conciencias, difundiendo narrativas que justifican la guerra y el miedo como elementos necesarios para la estabilidad. Rusia, China y otros países han implementado sofisticadas estrategias de propaganda digital para influir en la percepción pública y justificar sus políticas expansionistas. La desinformación y la polarización social son tácticas cada vez más utilizadas para predisponer a la población a aceptar medidas belicistas y el crecimiento del autoritarismo. En este contexto, es urgente promover la alfabetización mediática y fomentar un pensamiento crítico que permita resistir la manipulación informativa.
En un mundo cada vez más polarizado, la Iglesia insiste en que la verdadera seguridad no se alcanza con más armas, sino con más justicia, más solidaridad y mayor compromiso con el bien común. La paz es un camino que exige valentía, pero es la única vía que garantiza un futuro digno para las nuevas generaciones. En este sentido, hacemos un llamado a los líderes europeos a abandonar la retórica belicista y a comprometerse con una política exterior basada en la reconciliación y la construcción de puentes, no de muros ni frentes de batalla.

Como ha dicho el papa Francisco, «la guerra es siempre una derrota para la humanidad». Que esta convicción ilumine nuestras decisiones y nos impulse a trabajar por un mundo donde la paz no sea una utopía, sino una realidad alcanzable.
* Xabier Gómez es obispo de San Felíu de Llobregat y responsable de Pastoral Obreras y Migraciones de la CET
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