(Carmen Bellver).- Aunque no tenga muy buena prensa hablar de pecados. Y mucho menos reconocerse débil frente a ellos. Estamos en tiempo previo a la Pascua haciendo un camino de conversión personal. Y en este tiempo especial, no sólo nos dedicamos a orar un poco más, a ayunar de cosas superfluas junto con la abstinencia de la carne los viernes de Cuaresma. Por eso ayer hable de la envidia y de la ira. Decía que las reconocía presentes en mi vida, algo de lo que no me siento orgullosa, pero viene bien hacer una cura de humildad. Si bien la confesión debe ser individual y privada, nada impide que reflexiones en voz alta sobre tus pecados ocultos.
Para leer el artículo completo, pinche aquí