"Paz con reconciliación a la medida de los humanos" El compromiso de la Iglesia vasca por la paz, en el 2012

(José Ignacio Calleja).- La paz, como ausencia de violencia, lo que yo veía como terrorismo, es un paso sustancial. Es emocionante palparlo y lo valoro en mucho. Ahora bien, en su realidad profunda es todavía una experiencia incipiente. Tiene que ver con las víctimas, las armas, los presos, la memoria, el relato de los hechos, las ideologías "totales", el proyecto político, el corazón de las personas, la trayectoria de la Iglesia y la reconciliación social...

Entiendo que a nosotros, hablo como "iglesia", nos toca estar en todo, pero más directamente en la justicia para con las víctimas, en el relato veraz del pasado, en la reconciliación social y la conversión personal, en la crítica de las ideologías y, desde luego, en la humanización de la ley penitenciaria. (Insisto en las ideologías. Todos tenemos que aprender a cuestionar nuestra ideología social y nacional; pero, con claridad, el movimiento social en torno a ETA se ha desarrollado como una ideología cerrada y absoluta, y esto ha sido terrible en el pasado y lo será en el futuro, si no se corrige. Sin remedio).

* Ahora bien, llegar a la reconciliación social y más aún, al perdón, tiene visos de ser el ideal. Por tanto, tenemos que entender esto con medida humana, y ahí, se puede avanzar mucho. Hasta el momento, surgen iniciativas muy interesantes por la memoria, la justicia y la reconciliación. Hay que valorarlas, pero no magnificarlas. Nunca olvidemos que en el secreto de cada corriente social está la idea de preservar y hacer triunfar un relato que salve a "los nuestros" y nuestra ideología de base.

Y nos va a costar la reconciliación, y, en primer lugar, su pórtico de entrada: dar el primer paso en cuestionar el relato de "los nuestros" y las ideologías que amamos. En particular, la izquierda nacionalista vasca no creo que lo vaya a hacer en un largo tiempo. Insisto en quedará para más allá de una o dos generaciones compartir un relato casi único sobre las víctimas y sobre qué ha sido ETA en esta historia.

No soy optimista en cuanto a este resultado a corto plazo. Hablo a largo plazo y de relato mayoritario; yo, un relato único, no lo veo. Este tipo de "valoraciones históricas", el relato, entra en la memoria colectiva de los grupos con diversidad casi insuperable y muy duradera. (Pienso en el caso español, ¡es sólo un ejemplo!, todo el mundo reniega de la guerra civil, pero no la interpreta del mismo modo en cuanto a sus responsabilidades históricas y en cuanto a las víctimas. Han pasado 72 años).

* A pesar de todo, muy poco a poco, los relatos del pasado y la memoria para con las víctimas se irán aproximando, y se sucederán gestos de reconocimiento mutuo entre las corrientes sociales mayoritarias; los suficientes para hacer posible la vida política entre distintos. No es todo, pero no es poco. Está creciendo algo muy bueno, pero que lo va a hacer a la medida de los seres humanos, no de los dioses o de los santos, siquiera.

En cuanto "Iglesia", habrá que trabajar mucho en valores éticos fundamentales (profundamente cristianos, por supuesto); habrá que ofrecer, cómo no, claves de la sabiduría moral cristiana, ¡sin duda!; y en ambos casos, para aproximar el corazón a la cabeza, reconocer las injusticias contra el otro, cuestionar las ideologías políticas, aceptar reproches de los que más han sufrido, y crear un cuerpo de principios reconciliadores en la siguientes generaciones de vascos.

Apunto a lo que nos corresponde más directamente como Iglesia, pues, por supuesto, son necesarias reglas, diálogos y pactos, que escapan a nuestra tarea más inmediata de comunidad eclesial. No es el primer sitio en que esta paz con vocación de reconciliación se logra. Insisto, a la medida de los humanos. Así de realista me veo.

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