Una historiografía equivocada de la evangelización de Filipinas, el clericalismo y la catequesis 500 años de Cristianismo en Filipinas: una celebración errónea que ha despreciado a los catequistas

500 años de Cristianismo en Filipinas: una celebración errónea
500 años de Cristianismo en Filipinas: una celebración errónea

"En un país como Filipinas no puede subestimarse la aportación de los catequistas a la tarea de la Evangelización"

"Hasta 1565 con la expedición de Miguel López de Legazpi y la presencia continua de España y de los los frailes agustinos liderados por el geógrafo y navegador veterano Andrés de Urdaneta, no hubo catequesis"

"Estas celebraciones no ha querido subrayar el papel evangelizador de los catequistas que en nuestro caso filipino comenzó de verdad con los frailes agustinos a partir de 1565, sin el uso de las armas y con la formación"

"El papa Francisco ha querido subrayar el gran papel de los laicos en la institucionalización de este ministerio de catequista"

"El reto para la iglesia filipina ya no es corregir esta historiografía errónea desde el triunfalista clerical, consiste en redescubrir el cometido que supone la evangelización y que toma carne en la catequesis, ahora un ministerio de la Iglesia"

En un país como Filipinas no puede subestimarse la aportación de los catequistas a la tarea de la Evangelización. Sobre todo dentro del marco de la celebración equivocada de 500 años del Cristianismo en Filipinas que arrancó de los primeros bautizos del 14 de abril de 1521.

Sin querer entrarme en detalles, tras la muerte del adelantado Fernando Magallanes huyeron los evangelizadores, el celebrante de las primeras liturgias muerto, por la traición de los nativos. Lo que no quieren o pueden entender los organizadores de las celebraciones es que desde 1521 hasta 1565 con la expedición de Miguel López de Legazpiy la presencia continua de España y de los verdaderos pioneros de la evangelización de Filipinas, los frailes agustinos liderados por el geógrafo y navegador veterano Andrés de Urdaneta, no hubo catequesis.

La celebración equivocada de 500 años de Cristianismo que debería arrancar de la catequesis continua a partir de 1565 con los padres agustinos al frente de la tarea pone de manifiesto cómo la iglesia filipina, encabezada por una mentalidad clerical, ha despreciado a los catequistas. Este clericalismo tiene su cara en la vida civil: el fascismo cuya encarnación actual es el gobierno del dirigente filipino actual, quien ahora se enfrenta a varios pastores pero que sigue contando con el apoyo de no solo pastores sino también de laicos que son los que mejor apoyan esta cultura del clericalismo, de poner por encima los vigilantes o guardianes del lote (cleros) que pertenece a la asamblea (laos).

La publicación del Motu Proprio Antiquum Ministerium (AM), el 10.05.2021 es otro giro en la revolución que está llevando a cabo el papa Francisco. Por fin, ha rescatado este papa, pícaro para muchos, la noción de ministerio y la ha colocado fuera del control clerical para colocarlo dentro de la asamblea, para el bien de la misma. Y esto lo consigue comenzando con una pneumatología que recuerda que todo carisma es para servir a la asamblea. El n. 2 de reza, citando a (1 Co 12,4-11): ''Existen diversos carismas, pero el Espíritu es el mismo. Existen diversos servicios, pero el Señor es el mismo. Existen diversas funciones, pero es el mismo Dios quien obra todo en todos. A cada uno, Dios le concede la manifestación del Espíritu en beneficio de todos.

A uno, por medio del Espíritu, Dios le concede hablar con sabiduría, y a otro, según el mismo Espíritu, hablar con inteligencia. A uno, Dios le concede, por el mismo Espíritu, la fe, y a otro, por el único Espíritu, el carisma de sanar enfermedades. Y a otros hacer milagros, o la profecía, o el discernimiento de espíritus, o hablar un lenguaje misterioso, o interpretar esos lenguajes. Todo esto lo realiza el mismo y único Espíritu, quien distribuye a cada uno sus dones como él quiere''.

Pues bien, un carisma auténtico es para la asamblea quienes componen el Pueblo de Dios. La cuestión de la diakonía o de ser ministro no es cuestión de un estado ontológico: ''Por lo tanto, dentro de la gran tradición carismática del Nuevo Testamento, es posible reconocer la presencia activa de bautizados que ejercieron el ministerio de transmitir de forma más orgánica, permanente y vinculada a las diferentes circunstancias de la vida, la enseñanza de los apóstoles y los evangelistas (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, 8). La Iglesia ha querido reconocer este servicio como una expresión concreta del carisma personal que ha favorecido grandemente el ejercicio de su misión evangelizadora'' (AM, 2).

Antes de la pandemia, el mayor ruido que se oía en las parroquias dinámicas era el de los niños o jóvenes junto con los catequetas. A estos últimos se les veía, desde ojos clericales de la gran mayoría, como animadores. Con función segundaria respecto al cultual, ejercido por los sacerdotes y los ministros extraordinarios que aspiran a participar en el rango de los clérigos o guardianes del lote, incluso en Filipinas revestidos con vestimentas especiales y que tienen parecido a las casullas y estolas empleadas por los clérigos en las funciones litúrgicas.

El papa Francisco ha querido subrayar el gran papel de los laicos en la institucionalización de este ministerio de catequista que tiene sus raíces en la iglesia neotestamentaria. Pero se trata más de eso. el papa con este motu proprio nos ha dado una clave importante para terminar de una vez por todas el clericalismo imperante en Filipinas.

Este clericalismo, en el caso filipino, ha motivado esta lectura clericalista de nuestra historia al insistir en la celebración de 500 años de cristianismo partiendo de un acto clerical, las primeras misas y los primeros bautizos de 1521.

Estas celebraciones no ha querido subrayar el papel evangelizador de los catequistas que en nuestro caso filipino comenzó de verdad con los frailes agustinos a partir de 1565, que contó con la ayuda estabilizadora de la ''espada de España'' por la que se gobernó estas islas y que en efecto la primera colaboración laica a la tarea evangelizadora por tanto una tarea catequética en sí que se hizo más explícitamente catequética y evangelizadora, sin el uso de las armas, con la formación que se desarrolló a partir de este primer momento cuando los frailes agustinos empezaron a formar no solo nuevas comunidades cristianas sino también formadores, evangelizadores, catequistas que son miembros de la misma asamblea y sin formar parte del cleros, de los guardianes del lote o de la herencia común.

Pero esto es otro cantar. Otra historia que tiene que redescubrirse. Y los primeros santos filipinos fueron colaboradores laicos en la evangelización: San Lorenzo de Manila (1600?-1637) quien fue escribano en la parroquia de los dominicos entre los chinos antes de acompañar a los Predicadores a tierras de Japón como catequista ''de facto'' y San Pedro Calungsod (1654-1672), misionero catequista en Guam.

La verdadera historia de la iglesia filipina es una historia de la catequesis cuyos protagonistas son los laicos escondidos detrás del protagonismo de los clérigos tanto regulares como seculares y cuya hora ha llegado con este Motu Proprio del papa Francisco.

El reto para la iglesia filipinaya no es corregir esta historiografía errónea desde el triunfalista clerical (que es más bien una historia desde el proselitismo y no desde la verdadera evangelización con la finalidad de crear pactos y lazos entre poderes seculares en nombre de la conquista usando el Evangelio como tapadera) porque ya está en marcha la larga serie de festividades, sobre todo a partir del Domingo de Pascua de 2021 en plena pandemia con todas sus restricciones por lo que los fieles no pudieron asistir a los actos y como laicos fueron reducidos a espectáculos llevados a cabo por clérigos en línea, con sus puertas santas, indulgencias, rezos, liturgias, actos de consagración con san José, al Corazón Inmaculado de María, etc.

El reto consiste en redescubrir el cometido que supone la evangelización y que toma carne en la catequesis, ahora un ministerio de la Iglesia. Los filipinos debemos recordar que no tenemos derecho a invocar a Dios, festejar, celebrar si no tenemos el compromiso. El que no se compromete que no festeje.

Ojalá que se comience a reenfocar el carisma de los pastores o de los clérigos que el mismo papa ha expresado en AM cuya lectura pormenorizada es un deber para una iglesia equivocada en su historiografía y no del todo segura en su compromiso a pesar de su larga historia que no ha supuesto madurez colectiva debido al clericalismo imperante: ''Que el discernimiento de los dones que el Espíritu Santo nunca deja de conceder a su Iglesia sea para ellos el apoyo necesario a fin de hacer efectivo el ministerio de Catequista para el crecimiento de la propia comunidad'' (AM,11)

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