Un prelado desde claves de Aparecida El tomate y el Obispo de Puyo (Ecuador)
(José Moreno).- Fue de broma en el desayuno del Domingo pasado. Tomé un tomate rajado y el sabor me pareció muy auténtico y natural. Lo comenté y bromeando afirmé que en Puyo - Corazón de la Amazonía ecuatoriana- cada realidad tenía un sabor natural y auténtico: el obispo sabe a pastor, las sacerdotes a apóstoles, las religiosas a entregadas, los laicos a compromiso bautismal y misión...la fruta rica y variada en todos sus sabores.
Ciertamente ha sido una experiencia de baño en una realidad de autenticidad llena de naturalidad, humildad y sencillez. Antes de hacer el viaje a Ecuador, sabiendo que íbamos a ir la estación ambiental de la UTE -Universidad de Quito- en Pirando Mirador, junto a Mera, cercana a Puyo, Trinidad Ruíz -que me ha acompañado-, farmacéutica experta en botánica y directora de tesis de licenciados ecuatorianos, motivo por que el que íbamos a este lugar, había sondeado qué Iglesia había por allí, se encontró con el vicariato de Puyo y con su obispo Rafael, un burgalés de buena planta. Leyó noticias sobre él y sus actividades, así como de sus posturas y cercanía con los problemas de su región y su pueblo, me manifestó cierta alegría por su perfil. Incluso hablamos de que si podíamos nos acercaríamos a saludarlo y conversar con él. Tanto Trini como yo participamos en el Movimiento de Profesionales Cristianos y en nuestras motivaciones universitarias, incluido este viaje, entraba la conexión con aquella realidad en todas las dimensiones.
Hoy cuando volvíamos a Quito, tras estar en Puyo y su zona casi ocho días por motivo de una intervención quirúrgica rápida que me hicieron en el hospital general de allá, mi compañera me comentaba ante el último gesto del obispo, que obispos como el papa había más de uno, y que Don Rafael era uno de ellos aunque todos lo suelen vivir en el mayor de los anonimatos. Es que al ver que ya nos veníamos ha bajado para llevarnos en su propio coche a la estación de autobuses y ha sido él quien ha pillado mis enseres y los ha subido al coche, los ha bajado, los ha llevado hasta el autobús hasta vernos colocados en nuestros asientos, abrazándonos con cariño, después de tomarnos tranquilos una infusión con una conversación profunda, distendida, alegre, generosa, esperanzadora.
Fue urgente la intervención y no teníamos programado esos días allí, es más tuvimos que reciclar y comprar el billete nuevo. Los médicos aconsejaron que lo hiciéramos una semana más tarde. Carmen, Doctoranda de Trini, habló con su párroco para ver si era posible que nos alojáramos en la casa de la Iglesia para evitar viajes. Fueron allá y las religiosas le dijeron que ellas no sabían al no conocernos, la casa es para los sacerdotes misioneros del vicariato. Les dieron datos nuestros, incluidos los blogs, y ellas conectaron con el obispo quien dio su permiso aunque él estaba entonces en la ciudad de Quito.
La verdad que ya antes de su llegada se adivinaba un ambiente eclesial en la propia casa y en el trato de comunión y misión, de encuentro y amistad entre todos, sacerdotes, religiosas, laicos... y todo se confirmó cuando llegó el pastor, tras su largo viaje, y se puso a conectar con todos. Se interesó por nosotros, nos buscó, nos escuchó y desde ese momento nos incorporó con gracia a aquella realidad. Después no desaprovechó las oportunidades de sus trabajos diarios como pastor del vicariato para adentrarnos en su plan pastoral diocesano, en estado de misión popular, con la estructura de la pastoral nacida de Brasil e inspirada y enraizada en el documento y planteamientos de Aparecida.
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