Jairo del Agua La voz de la orilla

(Jairo del Agua).-Algún tiempo después se apareció Jesús a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se manifestó de esta manera..." (Jn 21,1).

Luego hay distintas maneras de manifestarse. Unas veces se hace el encontradizo en cualquier camino. Otras se manifiesta en el huerto de nuestras búsquedas y le confundimos con el hortelano. Otras aparece repentinamente atravesando las puertas y cerrojos de nuestros miedos o tinieblas para decirnos Paz...

Esta vez se hace presente en la brega del trabajo y en la frustración del tiempo perdido. Pero Jesús siempre se manifiesta. Una vez y otra y otra y siempre. Él llama a nuestra puerta donde siempre aguarda. Se manifiesta, se muestra, quiere que sepamos que ha resucitado de la muerte injusta que le infligieron unos jefes religiosos, "cumplidores", rígidos y ciegos.

Pero sus valores, su ejemplo, están más vivos que nunca y firmados con su sangre. Nosotros estamos llamados también a resucitar como hombres, incluido lo corpóreo y material. Y como personas, desplegando nuestros dones, atreviéndonos a integrar esos valores que nos humanizan y nos empujan a la plenitud: Amor, Paz, Perdón, Misericordia, Oración, Entrega...

A veces decimos: Me acongoja el silencio de Dios. Estoy frío, atado a la rutina, no veo avances, tengo la sensación de que estoy abandonado... Pero, ya ves, Jesús se manifiesta muchas veces y de distintas maneras.

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