El Greco: la Belleza salvará al mundo





Bajo el encaje de piedra de la catedral toledana, inmortales cuadros de El Greco convocan a visitantes de todo el mundo al IV centenario de la muerte del pintor. En el hospital-museo de Santa Cruz se pueden admirar cien obras procedentes de todo el mundo del gran cretense afincado en la ciudad castellana: un lujo para los ojos y el alma. De aquel primerizo pintor bizantino de iconos, su formación posterior en el manierismo italiano y su entronque con la mística de la contrarreforma, dan por resultado, en una explosión de color, brotan seres como antorchas que apuntan al infinito. Personal, libre, rompedor, tuvo conflictos y desprecios de toda índole. Pero, gracias a un grupo de mecenas toledanos, conservamos la obra del pintor que mejor ha iluminado la trascendencia encarnada adelantándose en técnica e inspiración a su tiempo.
Los ojos del Jesús del Expolio, la teoría de rostros humanos ante la muerte del conde de Orgaz, el arrebato de colores del cielo, la sombras de su ciudad de adopción, la dulzura azul de sus Vírgenes, el misterio de sus caballeros enlutados, la psicología de sus apóstoles y santos, la compleja composición vertical de sus retablos, nos conducen de la imagen al concepto, de lo terreno a lo divino, de la belleza natural a la fe, de lo visible a lo invisible. En su tiempo le llamaron excéntrico y hasta loco. Hoy nos recuerda que en el arte altea un sabor a más y que, como dice un personaje de El idiota de Dostoiewski “la Belleza salvará al mundo”.
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