El abanico








Con la llegada del calor del verano siempre me viene a la memoria el abanico, un instrumento tan utilizado en mi tierra gaditana, cuyo varilleo sirve de fondo hasta de las misas de la umbrosas iglesias, y sobre todo en la implacable hora de la siesta andaluza, cuando el mundo se detiene. Pero muy especialmente el abanico me trae el dulce recuerdo de mi madre…






EL ABANICO



Si pudiera estar ella meciéndose en tu aire
con la mesa camilla vestida de merienda
y volviera el ceceo a recorrer la herida
que ha dejado desnuda de paredes la casa.



¡Ay, pequeño abanico, compás del Universo,
cómo habitas su ausencia y repites sus dichos
y recoges las lágrimas que en silencio vertiera!



Pero ya nadie acuna tus inmóviles flores
y una voz que dormita en tus viejas varillas
parece despertarme del sopor del verano,
igual que un sacramento, palabras consagradas:



“Qué calor hijo mío! ¿Qué quieres hoy de cena?”.




Pedro Miguel Lamet
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