Nos solemos quejar de vivir distendidos en el tiempo, porque el tiempo supone limitaciones, dolor, privaciones, fracaso, frustración y muerte. Pero ¿hemos pensado que existir nos permite haber sido alguien y por tanto poder intuir de algún modo el otro lado? Es lo que intento explicarme en este soneto:
ETERNIDAD SIN TIEMPO
Si al nacer me muriera de repente
y al morirme de pronto renaciera,
¿qué sería de la vida en primavera
sin el gozo de vivir finitamente?
¿Qué del agua que nace en la sorgente
y de ese mar que canta en la escollera
y del beso de amor y la palmera
y del niño que juega libremente?
La eternidad sin tiempo no sería
como un sol presentido entre la niebla,
ni sin misterio, la flor de la poesía.
Gracias a que me siento peregrino
que ríe, llora y anda en la tiniebla,
vislumbro al caminar que soy divino.
Pedro Miguel Lamet