YOLANDA TAMAYO
Se detienen mis ojos ante una escena, que no por ser repetida resulta rutinaria.
He vuelto a releer con ávidos ojos ese pasaje en el que Jesús, ceñido de humildad, lava los pies a sus discípulos en tanto les enseña una hermosa lección.
Cada palabra, cada gesto del maestro, torna las situaciones más prosaicas ofreciéndoles un esplendor que nadie jamás ha logrado otorgar a la trivialidad.
Puede leer aquí el artículo completo de esta colaboradora de la revista Ventana Abierta (Asamblea Cristiana) de fe protestante titulado Déjame lavar tus pies