LUIS MARIÁN
Los cristianos no vivimos en una isla, y prueba de esta patente obviedad es que la influencia del paganismo y de todos los ismos habidos y por haber siempre se ha configurado como una continua amenaza de perversión del Evangelio de Jesucristo. Ya en las cartas del Nuevo Testamento se observa la incansable lucha de los apóstoles por combatir las abominables prácticas del gnosticismo temprano, que por entonces trataba de asentarse dentro de la Iglesia.
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