CÉSAR VIDAL
En la sociedad en que nos movemos se mezclan sentimientos peculiares y contradictorios. Por ejemplo, en apariencia, se rebosa optimismo y orgullo antropológico y, a la vez, se capitula a diario ante determinadas conductas como si, verdaderamente, fuera imposible cambiarlas. De esa forma, en el fondo de ciertas tolerancias supuestas no existe sino una vergonzosa abdicación.
Millones de personas no creen realmente en la promiscuidad sexual, pero han llegado a la conclusión de que es imposible vivir de una manera digna y casta a la vez.
Millones de personas no creen que la hipocresía sea el mejor de los mundos, pero han aceptado que se necesita en ciertas dosis para moverse en el día a día.
Millones de personas no creen en los planteamientos políticamente correctos sobre la familia o la educación de los hijos, pero se han doblegado ante la idea de que no existe manera de salir de ellos.
Puede leer aquí el artículo completo de este conocido escritor e historiador de fe protestante titulado La nueva vida