El lunes día 8 de septiembre se celebró la festividad de Santa María de la Victoria, patrona de Málaga.
El acto se ofició en la Basílica de la Catedral. El Ayuntamiento, representado por su alcalde don Francisco de la Torre, que ni mucho menos nos representó a todos, junto con miembros de partidos políticos de izquierda, izquierda y derecha, derecha, adelante, detrás y un-dos-tres, estuvieron presentes rindiendo honores y tradicionales canastillas de azucenas a la imagen, o sea, esta es la yenka que, in secula seculorum, se baila así, sirviendo a Roma perteneciendo a un país laico, no hace falta comprender la música, adelante y detrás venga ya, con las piernas marcaremos el compás, bailaremos sin descanso siempre más.
De haber estado presente en dicho acto, además del obispo de la diócesis, el papa Benedicto XVI, todos le habrían besado la mano como si (con perdón) de una dama de familia noble se tratara, pero no pudo ser ya que se encontraba por la zona de Cerdeña, pidiéndole a la virgen de allí, que es otra distinta a la de la Victoria de Málaga, por las madres solteras del lugar y por las que, sea el motivo que sea (dicho motivo no incluye a los culpables, ¡faltaría más!), "tienen que afrontar solas la educación de los hijos".