Vuelve Teilhard de Chardin
Vuelve con la publicación del libro Convergencias: Cuarenta encuentros con Teilhard de Chardin (Sal Terrae). La presentación ha tenido lugar en el claustro parroquial de los jesuitas de El Puerto de Santa María, que tiene su aquél. Cuánto me impactó enterarme que el jesuita Teilhard de Chardin no publicó nada en vida porque no le dejaron. Y bien que sufrió por ello. Sus escritos novedosos sobre la evolución y las metas humanas últimas fueron demasiado audaces para la mitad del siglo XX.
El libro contiene cuarenta encuentros personales con la mística de Teilhard, ya sea desde la fe o la ciencia, deslumbrados por las intuiciones de este jesuita y paleontólogo, que en muchos aspectos supo adelantarse a muchas propuestas del Vaticano II.
Ya no es que Teilhard sigue aquí el evangelio de Juan cuando afirma que, si no amas al prójimo que ves, no puedes amar a Dios, a quien no ves; lo que hace es volver el argumento del revés cuando dice que los que aman al prójimo sin conocer a Dios, con seguridad se están acercando a Cristo aun sin saberlo. Señor… ¿cuándo te di de beber o te visité en la cárcel? Los tiempos de este jesuita estuvieron marcados por la sentencia tridentina de que “fuera de la Iglesia, no hay salvación” (Trento). Y de seguido se pasó a la posición más extremista -defendida por otro jesuita, Leonard Feeney- que para salvarse hay que ser miembro activo de la Iglesia Católica. Acabó excomulgado por Pío XII. Fue otro jesuita que cerró el círculo al escribir y argumentar en un ensayo: "Fuera de los pobres, no hay salvación" (2007).
Las ideas de Pierre Teilhard de Chardin se adelantaron a su tiempo. No existía todavía el Concilio Vaticano II y Juan XXIII no había sido elegido papa (lo fue en 1958). Lo que hizo este jesuita fue apoyarse en el amor misericordioso de Dios y eso desactivaba la exclusión. La fe no depende de nuestra habilidad de razonar la verdad, sino de la humildad ante la Verdad y de aceptarla libremente; es decir, ser buena persona conforme al Evangelio, aunque no lo conozcamos (Karl Rahner llamaría a estas personas "cristianos anónimos"). Claro que existe la posibilidad de salvación para las personas fuera de la Iglesia cristiana, aunque la Iglesia sea instrumento de salvación universal (LG 9). Pensemos en quienes vivieron en culturas orientales, en pueblos precolombinos y africanos; y en las gentes honestas de todo tiempo y lugar que no supieron, ni saben, de la vida ni del mensaje del Maestro.
¿Qué decir de los que viven cerca nuestro, agnósticos o ateos simplemente porque la fe les ha sido transmitida desde la imagen desfigurada de una Iglesia poderosa y poco ejemplar, cuando no escandalizadora, en la que no creen? Por otra parte, tampoco los que pertenecemos a la iglesia católica estamos justificados automáticamente por el hecho de pertenecer a ella.Lo que prima a corto plazo es la negación o aceptación de la Verdad del Amor. No es suficiente invocar a Cristo o afiliarse a su Iglesia para poder salvarse (Mt; 7, 21; 1 Cor 13, 2; Gál 5, 6; Sant 2, 14).
En definitiva, La figura de Pierre Teilhard de Chardin recupera actualidad, como en la década de los sesenta del pasado siglo cuando emergió con fuerza, una vez fallecido y sus obras fueron publicadas en una época de avances científicos junto a algunas conclusiones del Concilio Vaticano II, que hicieron tambalear no pocos paradigmas que se daban por sólidamente asentados. El libro recopila cuarenta aportaciones que tratan de aportar la visión personal de cada uno de sus autores, desde diferentes pensamientos para invitar a la relectura de la obra de Teilhard desde el asombro que les causó la primera vez que se acercaron a la obra de Teilhard de Chardin: Ensayos de Joan Chisttister, Tomás Halik, Leandro Sequeiros, Pedro Miguel Lamet, Leonardo Boff, Antonio Spadaro, Ilia Delio, Maria Luisa Berzosa… O el dominico Matthew Fox: “Teilhard supo encender en mí el deseo de conectar ciencia y religión, teología y espiritualidad”.
Todo lo que sea abrirse espiritualmente, reconforta.