Plántale cara al hambre: siembra

Cada año, al comenzar el mes de febrero,Manos Unidasvuelve a llamar nuestra atención sobre el hambre en el mundo que están sufriendo más de 800 millones de personas. Esta campaña nos ayuda a sensibilizarnos y nos invita a compartir, para recaudar fondos para los proyectos de desarrollo en los campos de alimentación, la salud, la educación, la promoción de la mujer, la vivienda, el cuidado de la maternidad, etc. Lo hace además con credibilidad, porque Manos Unidas sigue haciendo una gran labor en las zonas más pobres de la tierra.
En este Año Jubilar de la Misericordia, en el que el papa Francisco nos pide que tengamos muy presentes las Obras de Misericordia corporales y espirituales, se nos recuerda que hay que darle de comer al hambriento, de beber al sediento… es decir, se nos propone el contenido básico de la actividad de Manos Unidas. Tanto las obras de misericordia como la campaña contra el hambre nos proponen concreción en nuestra conciencia en favor de los pobres de la tierra.
A eso os invitaba yo mismo cuando os he dicho en la carta pastoral que os he dirigido con motivo del Año de la Misericordia: “Las obras de misericordia, como sabemos muy bien, son una invitación a no permanecer indiferentes y a no marcar distancias ante los problemas del otro. A veces, a causa de una mal entendida tolerancia, dejamos de hacer lo que debemos en favor de los demás. Hay que estar, por tanto, muy atentos a lo que los más pobres necesiten y así podremos concretar en qué hemos de ayudarles”.Os invito con el Papa Francisco a abrir los ojos para mirar las miserias del mundo y plantarles cara. No podemos dejar de mirar hacia “las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio” (El rostro de la misericordia, 15).
El lema de este año en la Campaña contra el Hambre todo se concreta de este modo “Plántale cara al hambre: SIEMBRA”. Es realmente muy sugerente, porque nos invita a sembrar, conscientes de que cuando se siembra se recoge. En la agricultura, y en nuestra tierra sabe mucho de eso, para conseguir los frutos deseados se empieza por sembrar. Pues algo así hay que hacer para erradicar el hambre y la miseria de millones de personas en todo el mundo: hay que sembrar.
Sembremos entonces semillas que nos den el fruto que necesitan los millones de seres humanos que aún pasan hambre en el mundo. Empecemos ante todo por sembrar el amor misericordioso y hagamos de él el gran abono de la siembra solidaria. Y sobre ese terreno abonado pongamos en la tierra semillas que den pan, dignidad, cultura, progreso; que den todo lo que abra al mundo a un bien común sin exclusiones.