Sant Jordi y la Mare de Déu de Montserrat

En esta semana que se presenta, Catalunya celebra dos fiestas entrañables: Sant Jordi y la Mare de Déu de Montserrat. El destino parece haberlas unido para que, apoyándose una en la otra, sea todavía más destacable la raíz cristiana de unas jornadas tan populares.

Ambas van asociadas a leyendas medievales. Pero esta antigüedad de siglos no ha disminuido su importancia, sino que, por el contrario, se acrecienta en el corazón de los catalanes.
Sant Jordi, según una leyenda, era un militar romano del siglo III de la Capadocia (Turquía) que se negó a seguir la orden del emperador Diocleciano de perseguir a los cristianos, por lo que acabaría martirizado y decapitado. Se enfrentó a un dragón insaciable el día que iba a comerse a la princesa, hija del rey. Con su lanza el caballero le dio muerte. La escena se sitúa en diversas geografías, y una de ellas es Montblanc. Sería allí donde el santo mató al dragón y vio como de su sangre nacía una rosa.

Desde luego no hablamos de ciencia, sino de leyendas, pero lo que queda es que el bien acaba venciendo al mal y el amor derrota al odio. La rosa que se regala cada 23 de abril es símbolo del amor. La belleza de esta tradición la ha hecho muy popular y exportable, máxime cuando el amor se une en Catalunya a la cultura con el regalo de un libro. Esta tradición es más reciente, arranca de 1926, pero se ha consolidado hasta el punto de que la rosa y el libro son hoy símbolos inseparables de la fiesta.

También la Mare de Déu de Montserrat tiene su leyenda de tiempos medievales. Unos pastores la habrían encontrado en una cueva después de que una luz en la montaña señalara su presencia. Como en tantas otras tradiciones semejantes, fueron vanos los intentos de traslado, en este caso a Manresa, y se construyó en el lugar una ermita, precedente del actual Santuario.

Montserrat inspira a Catalunya. Lo resaltó como nadie Mn. Cinto Verdaguer, con versos inolvidables y el canto excelso del Virolai. Cada año son incontables los peregrinos que ascienden a la montaña que es distinta a todas, no sólo por su orografía, sino por su espiritualidad. Como san Ignacio en su día, millones de personas han encontrado junto a la Mare de Déu de Montserrat la paz espiritual y la orientación de sus vidas.
Desde Tarragona se organizan muchas visitas a Montserrat, aparte de las familiares. Incluso hay marchas para recorrer el camino andando, con la emoción de acercarse a cada hora al destino fijado. Así también ha de suceder en nuestra vida. La Virgen nos espera en su montaña santa y en todas partes. En Montferri tenemos una referencia próxima de esta devoción con el bello Santuario obra de Josep Maria Jujol.
Que sean dos días, el 23 y el 27, que queden enmarcados en el calendario de nuestra vida como símbolos del amor a Dios y a los demás y de amor a nuestra Virgen morena.

† Jaume Pujol Balcells
Arzobispo metropolitano de Tarragona y Primado
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