Uriarte alerta de la «resignación» de los ciudadanos en la búsqueda de la paz

Cuenta Amaia Chico en Diario Vasco que el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, alertó ayer de la «resignación de muchos ciudadanos» en la búsqueda de la paz y constató el «vacío de paz y de justicia» que existe en la sociedad vasca.

En el Encuentro de Oración de Adviento que ayer se celebró en la catedral del Buen Pastor de Donostia, el obispo aseguró en su homilía que «los obstáculos para la paz persisten tenazmente» en el pueblo vasco «en forma de asesinatos, extorsiones económicas, subordinación de los derechos humanos a intereses políticos y partidismos intolerables», al tiempo que aseguró que tampoco ayudan al logro de la paz la «desesperanza, la pasividad escéptica» y la «resignación».

Ante esta situación, Uriarte se preguntó si en la sociedad «no subyace un deseo de paz», que «necesita ser confortado por la esperanza orante y activa».

El obispo enunció las «carencias» que vislumbra en la sociedad vasca y aludió, además de a la paz, a la «sed de alegría, de unidad, de justicia, de ética y de Dios». «La justicia no es igual para todos», afirmó Uriarte en su homilía, «los más fuertes tienen pisoteados a los más débiles». Y criticó la falta de «voluntad» para ayudar a salir de «su miseria material al Tercer Mundo», aunque es «un objetivo al alcance de nuestras manos».

También afirmó que la ética «debería ocupar el primer puesto en el comportamiento humano», pero se preguntó qué «puesto real ocupa en nuestras opciones personales», ante la vida humana, a la hora de administrar los recursos económicos o de orientar las decisiones políticas.

«Vacío existencial»

El obispo Uriarte achacó todos los vacíos al «fundamental», «el vacío de Dios», que ha hecho que «necesidades innecesarias se conviertan en absolutos». Esa carencia «provoca nuestro vacío existencial», indicó.

Para «saciar estas expresiones de sed humana», Uriarte aseguró que «necesitamos pan, salud, educación, diálogo, mesura y unidad». Recordó que la «ilusión de ir alumbrando un mundo más justo, más humano, más solidario, más reconciliado sin Dios a bordo ha recibido en el siglo pasado un duro golpe, del cual todavía no es consciente nuestra sociedad entretenida en pequeños dioses». Ante ello, insistió en que «Dios nos invita a construirnos y a construir nuestra sociedad con Él».
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