Vida creixent

Un año más me ilusiona hablar de Vida Ascendente, Vida Creixent en catalàn, recordando muy gratamente las veces que he participado en los encuentros interdiocesanos de esta asociación en Montserrat. Allí, a los pies de la Moreneta, ponemos las intenciones que nos mueven en el doble objetivo de amar más a Dios y transmitir este amor a las nuevas generaciones.

La vida no es una simple sucesión de días y años, sino un regalo de Dios y la madurez no es una progresiva degradación biológica, sino poder gozar de la experiencia en plenitud.

Con estos pensamientos no cabe duda de que podemos afrontar con serenidad, paz y gozo cada etapa de la vida. A san Efrén el Sirio le gustaba comparar la vida con los dedos de una mano, para indicar que ninguno es más largo que un palmo y para ejemplificar que cada etapa, igual que cada dedo, tiene una característica particular.

En la etapa madura y en la ancianidad uno se reencuentra con los valores más profundos que quizá aprendió en su niñez. Es el momento de transmitirlos a otros, con el ejemplo de su vida y también con la palabra.

Hemos vivido unos años en los cuales los padres tenían cierto temor a mostrar la fuerza de sus creencias, pensando erróneamente que esto podía distanciarles de sus hijos. Por el contrario, lo que los jóvenes aprecian más es la autenticidad. No les gusta que alguien mayor se disfrace de joven en el vestir y en sus maneras de hablar, y menos aún que trate de disimular sus convicciones. Lo que no debe hacerse nunca es imponer nuestras creencias a otros; pero vivirlas y, cuando es oportuno, proponerlas es un deber de amor sincero.
Con esto no podemos pensar que la madurez o la ancianidad han ganado ya todas las batallas. El Eclesiastés (11,10), observa: «Juventud y cabello negro, vanidad». Pero a cualquier edad se puede ser vanidoso, egoísta o maniático.

En Vida Ascendente se sabe bien que el crecimiento no sólo es vegetativo. Debe ir acompañado de un desarrollo en virtudes. Como más mayores, más sencillos, más humildes, es decir más sabios, entendiendo la sabiduría en su acepción más elevada que no es un resumen de conocimientos, sino de actitudes.

Al unirme a la jornada de Vida Ascendente, rezo para que todos participemos de esta sabiduría que Salomón pidió a Dios para no preocuparse de otra cosa que de hacer el bien.

Jaume Pujol Balcells
Arzobispo metropolitano de Tarragona y Primado
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