Como el centinela la aurora

A las puertas de un nuevo año que lo recibimos como don de Dios a la humanidad, deseamos que esté marcado por la justicia y la paz. Dios nos ha creado para que asumamos el tiempo con esperanza sin dejarnos abatir por las tribulaciones. Por ello, educar a los jóvenes en la justicia y la paz, es una de las maneras de ofrecer al mundo una nueva esperanza. Así comienza el mensaje del Papa Benedicto XVI para la jornada mundial de la paz.

El corazón del hombre no cesa de esperar la aurora, apreciando el valor positivo de la vida y suscitando el deseo de gastarla al servicio del bien. Son muchas las preocupaciones que pesan sobre la juventud: cómo afrontar la dura realidad, la dificultad de formar una familia, de encontrar un puesto de trabajo, de contribuir a la edificación de una sociedad con rostro más humano y solidario, transformando el mundo de la política, la cultura y la economía.

Todos estamos llamados a vigilar con responsabilidad para que se respete y valore la dignidad de cada persona, para que cada joven pueda descubrir la propia vocación, exigiendo a los responsables políticos que ayuden a las familias y a las instituciones educativas a ejercer su derecho y deber de educar.

El rostro humano de la sociedad depende mucho de la contribución a mantener viva la educación en la verdad y en la libertad, superando todo horizonte de relativismo y exclusivismo, en el que no sean los criterios de utilidad, de beneficio, de tener, de odios y exclusiones, los que guíen los mensajes que se dirigen a los jóvenes.

Buena falta nos hace releer el mensaje de la paz del Papa. Venezuela será lo que nosotros, los adultos, seamos capaces de trasmitir a los jóvenes, y el coraje de exigir a sus dirigentes a que no se construye la paz con odios, violencias, incitaciones a la guerra, dejando de lado el diálogo y promoviendo la eliminación del que no piensa como nosotros.

La paz no es un bien ya logrado sino una meta a la que todos debemos aspirar. Unamos nuestras fuerzas espirituales, morales y materiales para educar a los jóvenes en la justicia y la paz.

Así, como el centinela la aurora, estaremos en capacidad de desearnos un nuevo año de paz y solidaridad. Que así sea.

Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo
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