Cardenales, juego de equilibrios

Las distinciones papales presentan un cuádruple significado. En primer lugar, reflejan a las claras que la católica España, a pesar de los vientos secularistas y laicistas o precisamente por ellos, sigue conservando cuota de poder y peso en el colegio de los asesores del Papa Ratzinger.
En segundo lugar, se trata de una especie de “compensación papal a la pérdida de presencia, poder e influencia de la Iglesia española en la Curia vaticana, la sala de máquinas de la Iglesia universal, donde España no cuenta con ningún representante de primer orden.
En tercer lugar, los nuevos birretes son una deferencia y una muestra de confianza personal del Papa a los dos arzobispos españoles. Uno, García Gasco, el de Valencia, al final de su carrera eclesiástica. Hace ya casi dos años que presentó su renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis levantina. El birrete podría incluso retrasar su relevo (previsto, en principio, para el próximo mes de marzo) y, además, prolonga su protagonismo eclesial, al menos hasta los 80 años, edad tope para entrar en el cónclave.
La púrpura de García Gasco es, sin duda un signo de gratitud del Papa por el éxito de la Jornada Mundial de las Familias, celebrada el pasado verano en Valencia. El propio Arzobispo lo reconoce: “Mi nombramiento es también un indudable gesto de gratitud del Santo Padre a Valencia por la inolvidable acogida que le tributó cuando vino al V Encuentro Mundial de las Familias, que se celebró en julio de 2006”.
El birrete al otro arzobispo, Martínez Sistach, titular de Barcelona, premia la labor pacificadora y moderada del prelado catalán, que, heredó en 2004, una archidiócesis profundamente dividida de su antecesor, el cardenal Carles, y consiguió serenarla.
Por último, el nombramiento del tercer español, Urbano Navarrete, es, sin duda, un premio a la ciencia teológica encarnada en este prestigio profesor y ex rector de la Universidad Gregoriana de Roma. Y, al mismo tiempo, un guiño a la Compañía de Jesús, que se apresta a elegir un nuevo Prepósito General, tras la renuncia por vez primera en la historia del actual, padre Kolvenbach. El profesor jesuita, dada su edad, 87 años, ya no podrá participar en un eventual cónclave.
Con la designación cardenalicia de Martínez Sistach y García Gasco, el Papa trata de mantener el equilibrio y no decantarse por uno de los sectores o sensibilidades del episcopado español. En efecto, García Gasco es uno de los más conspicuos representantes del ala más dura y conservadora, mientras Martínez Sistach pertenece al sector más moderado, que, en la actualidad, pasa por progresista.