La prueba del algodón de las Navidades cristianas

“El Espíritu del señor está sobre mí. Me envió a traer la buena noticia a los pobres. A anunciar a los cautivos la libertad y devolver la vista a los ciegos; a despedir libres a los oprimidos y a proclamar el año de la gracia del Señor”. Hoy, igual que ayer y lo mismo que siempre, ésta es la prueba del algodón de nuestra fe. Sin escapatorias. Sin falsas dilaciones. Sin subterfugios. Sin mistificaciones ni falsas interpretaciones. Todo está muy claro.

“Al oír estas palabras todos los que estaban en la sinagoga se enojaron mucho. Se amotinaron y lo arrastraron fuera de la ciudad, llevándolo hasta un barranco del cerro en el que estaba construida la ciudad, para arrojarlo desde ahí. Pero él, pasando en medio ellos, siguió su camino” (Lucas 4, 14-30).

Hoy, como ayer, la reacción entre nosotros es la misma: eliminar al que nos estorba o nos cuestiona. Pero los creyentes sabemos perfectamente que sin estos frutos no podemos presentarnos como seguidores de Jesús.

Por mucha JMJ o por muchas ceremonias papales que podamos presentar, la interpelación de Cristo sigue resonando en nuestro corazón y en nuestras conciencias: ¿La Navidad del 2011 y el Año Nuevo 2012 serán una buena noticia para los pobres?

José Manuel Vidal
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