¿Fue Juan Pablo II un ejemplo de santidad? ¿Es Santa, la Santa Madre Iglesia?

"En un artículo publicado en RD ya planteé si era Madre la Santa Madre Iglesia. Ahora trataré de indagar si es Santa"
"La santidad para el cristiano se consigue con el cumplimiento de la doctrina emanada del evangelio y el respeto a los derechos humanos"
"La Iglesia, a través de su historia pasada, reciente y actual, se ha dedicado con sumo empeño a utilizar el término de santo o santa como cortina de humo para tapar los trapos sucios de la institución"
"Ejemplos como el papa urbano II, la Inquisición, Juan Pablo II elevado a santo, y la pederastia ocultada son ilustrativos de esta tendencia"
"Esta reflexión no desmerece la auténtica santidad de numerosos santos y santas, que son ejemplos de haber seguido los valores del evangelio y de los derechos humanos"
"La Iglesia, a través de su historia pasada, reciente y actual, se ha dedicado con sumo empeño a utilizar el término de santo o santa como cortina de humo para tapar los trapos sucios de la institución"
"Ejemplos como el papa urbano II, la Inquisición, Juan Pablo II elevado a santo, y la pederastia ocultada son ilustrativos de esta tendencia"
"Esta reflexión no desmerece la auténtica santidad de numerosos santos y santas, que son ejemplos de haber seguido los valores del evangelio y de los derechos humanos"
"Esta reflexión no desmerece la auténtica santidad de numerosos santos y santas, que son ejemplos de haber seguido los valores del evangelio y de los derechos humanos"
En un artículo publicado en RD ya planteé si era Madre la Santa Madre Iglesia. Ahora trataré de indagar si es Santa.
La santidad para el cristianose consigue con el cumplimiento de la doctrina emanada del evangelio y el respeto a los derechos humanos. Ir en contra de ellos de forma puntual o temporal es humano por muy inaceptable y rechazable que sea. Lo que es incompatible con la santidad es mantener de forma indefinida un comportamiento antievangélico y antihumano sin plantearse, con un profundo examen de conciencia, una reparación por el daño realizado y una vuelta al camino correcto. En pocas palabras: es humano tropezar y caer, siempre que uno vuelva a ponerse en pie y seguir la ruta marcada por el evangelio y los derechos humanos.
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La Iglesia, a través de su historia pasada, reciente y actual, se ha dedicado con sumo empeño a utilizar el término de santo o santa como cortina de humo para tapar los trapos sucios de la institución, intentando dar por bueno lo que no lo es, tanto en algunos aspectos de su doctrina como en determinados hechos, por ser incompatibles con el Evangelio y los derechos humanos. Un método malsano para salvar la institución del desprestigio que supondría reconocer sus actuaciones pecaminosas y sus errores.

Las cruzadas
Al grito de “Deus lo vult” (Dios lo quiere) el Papa Urbano II , el 27 de noviembre de 1095, llamó a la cristiandad para iniciar las cruzadas con el propósito de conquistar Tierra Santa con sangre y fuego, saltándose el mandamiento de “ No matarás”. Con ese llamamiento, Urbano II convenció a la cristiandad de que esa guerra y las que sucedieron después como las guerras de religión, eran permitidas por Dios, y por tanto merecían ser consideradas como santas al estar legitimadas por la voluntad divina.
La Santa Inquisición
La Santa Inquisición (del latín inquisitio, “averiguación o “investigación”) fue el Tribunal creado por la Iglesia Católica, dedicada a la persecución sistemática y al castigo de los llamados herejes y disidentes que estaban en desacuerdo con la doctrina de la Iglesia. También se la llamó Santo Oficio. Su objetivo: imponer el pensamiento único de la doctrina y dogmas católicos a la sociedad porque así era requerido por Dios, que supuestamente aprobaba la tortura y la muerte de todos aquellos considerados herejes. Las principales víctimas de tal institución fueron los musulmanes, los judíos, los protestantes o los que estuviesen poseídos por el demonio.
Se usaron numerosos instrumentos de tortura. Los más notorios y usuales fueron: el garrote vil, el banco de estiramiento, la máquina desgarra senos, el rompe cráneos, el aplasta pulgares y la máquina quebranta rodillas. Los que no se arrepentían eran quemados vivos en los autos de fe, llevados a cabo en las plazas públicas o frente a las iglesias y catedrales.
Los Reyes Católicos pidieron al papa Sixto IV que otorgara una bula para constituir el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, que el papa otorgó en 1478, cuyo fin era perseguir, torturar o matar especialmente a todos los judíos conversos acusados de judaizar (fingir haberse convertido al catolicismo, manteniendo ritos judíos).
Se calcula que solo en España hubo entre 3.000 y 10.000 víctimas en el período que duró la Inquisición, desde el año 1478 al año 1834, o sea , 356 años. Las mujeres fueron duramente muy afectadas por la caza de brujas, debido a la misoginia reinante.
Considerar Santa a la Inquisición, con más de tres siglos de existencia, desmerece a la iglesia al cubrir, con el manto de la santidad, la crueldad, la tortura y la muerte dolorosa en los autos de fe. La Iglesia sustituyó el mandamiento de no matarás por el de matar en nombre de un dios vengativo con los que no eran fieles a su Iglesia.

San Juan Pablo II
La beatificación del papa Juan Pablo II, con 27 años de pontificado, por Benedicto XVI y su posterior canonización por el papa Francisco, el 27 de abril de 2014, constituyen un gravísimo error por parte de los dos papas. Esa canonización cayó como un jarro de agua fría sobre los creyentes por haber sido un papa que se dirigió a Santiago de Chile en 1987, visitando el Palacio de la Moneda, donde junto con el dictador y sanguinario Pinochet salió al balcón, saludando a la multitud congregada en la Plaza de la Constitución, que estalló en aplausos a ambos.

El papa incluso le llegó a dar la comunión a ese monstruoso personaje, a pesar de haber torturado y matado a miles de socialistas, comunistas y todos aquellos contrarios a su régimen de terror.
También, Juan Pablo II protegió a los pederastas y bendijo a Marcial Maciel, el más perverso depredador de menores.
El Vaticano encubrió durante 50 años los abusos del líder de los Legionarios de Cristo, porque ya conocía en 1956, con Pío XII, los abusos a decenas de menores de Marcial Maciel, el sacerdote mexicano fundador de los Legionarios de Cristo, fallecido en 2008.
Sin embargo, Roma no hizo nada hasta el año 2006, cuando Benedicto XVI le invitó a retirarse. Varios altos cargos eclesiásticos desactivaron durante décadas las acusaciones que llegaban a Roma, especialmente durante el papado de Juan Pablo II.
Es muy triste que Francisco tomara la decisión de nombrarlo santo “después de haber reflexionado largamente e invocado la ayuda divina y escuchando el parecer de muchos de nuestros hermanos obispos”. Resulta punzante que Francisco afirmara que invocó la ayuda divina, haciendo cómplice a Dios y a sus hermanos obispos de tamaño traspié al instrumentalizar a Dios en nombrarlo santo sin merecerlo.
Es totalmente inverosímil que Francisco haya aplicado a Juan Pablo II su concepto de santidad al afirmar que consiste “en dejarse contagiar por la santidad de Dios para llevar una vida ejemplar y virtuosa, y a vivir en la caridad y en realizar todo con alegría y humildad.” ¿Tan seguro estaba Francisco que Juan Pablo II llevó una vida ejemplar y virtuosa? Somos muchos los que discrepamos porque nos basamos en las obras, que fue lo que predicó Jesús: “Por sus obras los conoceréis” (Mt. 7, 15-20)
Se me hace un nudo en la garganta que el papa Francisco diera ese paso en falso, ya que representa un borrón en su pontificado, a pesar de haber mostrado una imagen abierta, progresista y reformadora. La iglesia debería retirar el nombramiento de santo a Juan Pablo II porque rectificar es de sabios. Mientras tanto ahí está, considerado como un santo en los altares a pesar de la ausencia de una vida ejemplar y virtuosa.

Los pederastas clericales
Los abusos a centenares de miles de menores por parte de miembros del clero católico es una aberración imperdonable, no solo por la gravedad del delito sino por la permanencia durante decenios y probablemente siglos bajo la permisividad del silencio encubridor de los obispos y del secreto pontificio sobre los casos de pederastia clerical , anulado tardíamente por el papa Francisco. Un delito que pone en jaque a la considerada Santa Iglesia. Sin lugar a duda puede ser considerado el pecado más infame cometido por la jerarquía eclesiástica. Ya Jesús manifestó un gran enojo contra los abusos y el maltrato hacia los más pequeños. “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar” (Mateo 18:6-9).
Reflexión final
Una Iglesia que mantiene la creencia en ser Santa debe recapacitar y reconocer su error, retirando la consideración de santo a Juan Pablo II, reparando sin tapujos y sin retardos a las víctimas de los pederastas clericales y plantearse la retirada del celibato obligatorio a todos los grados de la jerarquía como ocurre en otras confesiones cristianas. El matrimonio es un sacramento, el celibato no lo es ni lo recomendó Jesús a sus discípulos y seguidores, con el riesgo que conlleva de desviar la sexualidad hacia prácticas pecaminosas como ha quedado demostrado.
Esta reflexión no desmerece la auténtica santidad de numerosos santos y santas, que son ejemplos de haber seguido los valores del evangelio y de los derechos humanos.
