ABANDONARNOS EN DIOS

Espiritualidad

ABANDONARNOS EN DIOS

abandono en dios

Muchas veces he meditado y he leído sobre la reacción ante los sucesos no gratos. ¿Hemos de aceptarlos? ¿Luchar contra ellos? Mi opinión es clara. Cuando se trata de algo contrario al ejercicio de mi persona en cualquier aspecto, procede luchar, poner los medios para salir de ese estado de cosas. Confiar en la Providencia. Orar. Pero si, una vez puestos los medios normales, continúa aquel estado de cosas, es necesario abrazarlo del todo como venido de la voluntad de Dios.

Mientras el asunto se encuentra en período de "curación", aceptar con paz todas las incomodidades y seguir luchando con fuerza y constancia, pero con sosiego interior.

La historia espiritual de mi vida está llena de la misericordia de Dios. Desde niño me ha dado muchas gracias actuales. No he sabido aprovechar bien más que algunas, muy pocas. Y El sigue continuamente entregándose a mí. A temporadas he estado bastante alejado, simplemente intentando "cumplir" sin romper. Pero El siempre me ha sostenido y ayudado. En esta época de mi vida Dios se da a mí con mayor intensidad. Con solas mis fuerzas no sabré corresponder. Por eso necesito, sí, la ayuda de Él y también el estímulo de amigos, personas conmigo relacionadas, que espoleen un poco mi escaso amor al sacrificio y mi vida burguesa en exceso. Veo montañas por delante. Cristo está con nosotros y nos invita a subirlas. Vamos a estimularnos mutuamente. Hemos de dejarnos en las manos de Dios con santo abandono. Pero esto no ha de ser en plan "pasota", claro. A veces da miedo la noche oscura del alma. ¡Se está tan bien sirviendo al Señor con paz y alegría! Entonces hasta el sufrimiento resulta dulce. Pero es necesaria la noche del sentido o del espíritu. San Juan de la Cruz nos ilustra mucho en torno a ella.

Las cosas del mundo que nos llamaban la atención deben estar ausentes de nuestro deseo. Por otra parte, la fe es oscura. Queremos apoyarnos en ella, pero no encontramos un consuelo que llegue a compensar psicológicamente lo abandonado ilusionante en este mundo. Dios es Padre y nos ama. Pero no lo vemos. También está dentro del terreno de la fe. Y así comienza el sufrimiento de una noche del alma. Humanamente se puede juzgar por una crisis. Es preciso sacar fuerzas de flaqueza y seguir adelante. Pero Dios Padre no nos abandona. Está muy cerca de nosotros y nos guía con destellos de su luz en esta noche. Es necesario no desanimarse. Pedirle con humildad. Y poco a poco va amaneciendo.

Gracias a la noche del alma, va tomando posesión de nuestro ser Dios y su gran amor. La angustia sigue. Es un auténtico martirio. Pero siempre asoma al espíritu la paz. Aumenta el hambre y la sed de Dios. Va llegando d e vez en cuando al menos.

José María Lorenzo Amelibia  

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